13.

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Me despierto tumbado en el sofá en una postura incómoda, muy incómoda. Mi cabeza está echada hacia atrás y, cuando me incorporo lentamente para sentarme, suspiro por el leve dolor que tengo al quedarme dormido en aquella posición tan extraña.

Miro alrededor y recuerdo todo lo que pasó anoche al darme cuenta de que no estoy en la fraternidad. Rascándome la nuca y estirándome un poco empiezo a recordar los detalles de la noche anterior como si se reprodujeran estilo película en mi cabeza.

Llegué a la fiesta, bebí, vi a Kagome, ella loró y me confesó que Bankotsu la había engañado y, al final, decidí llevarla a casa de una de sus amigas, que por cierto no estaba en casa, y me quedé con ella toda la noche viendo Narcos... Ella se quedó dormida en el sofá y la llevé al dormitorio, intentando acertar con la habitación durante el trayecto. Después volví al sofá intrigado por la historia de Pablo Escobar e intenté terminar la primera temporada, pero al parecer, me quedé dormido antes.

Me estiro un poco y me levanto en dirección a la habitación donde dejé durmiendo a Kagome, pero me quedo estático en el pasillo cuando me acuerdo de todos los pensamientos que tuve anoche... ella solo me ve como un buen amigo, no me ve como un posible novio.

Y no es que quiera que de repente me diga que está enamorada de mí pero, no sé, tal vez estoy esperando un amor de telenovela, un amor falso, más artificial que el color rubio oxigenado del pelo de Spark.

Continuo caminando hasta la puerta del dormitorio y la abro lentamente. Kagome está abrazando una almohada fervientemente en la misma posición en la que la deje, pero desarropada.

Necesita abrazar a algo para dormir, eso está bien, muy bien.

Me acerco a ella lentamente intentando no hacer mucho ruido aunque voy a ir a despertarla. Poso una mano suavemente sobre su hombro y lo zarandeo con poca fuerza intentando que abra los ojos, noto que sigue con el maquillaje de ayer, que está corrido por sus mejillas, lo que me afirma que después de dejarla aquí para dormir, en algún momento se había despertado y se había puesto a llorar, y eso me parte el corazón.

- Despierta, Kagome... vamos a desayunar, tengo que llevarte a la residencia.

Poco a poco se mueve y comienza a despertar bajo mi fija mirada, ella sonríe curvando levemente sus labios.

- Buenos días, Inuyasha, ¿has dormido bien?

Yo me encojo de hombros:

- No me puedo quejar.

Después de todo, he sido yo quien te ha despertado, Kagome.

El Diario De Un Ojidorado {InuKag}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora