Duele regresar al pasado

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Vicky.

No entendía porque Rogelio se enojó tanto por Cristina. Ella solo quería saber si él estaba bien, aunque según lo que pude ver, Rogelio realmente la quiso y es por eso que Cristina intentaba arreglar sus conflictos. No sabía que Rogelio podía enojarse tanto, era un hombre que no parecía controlar sus palabras cuando se enojada. Termine con un regaño en mi primer día.

Ahora estaba en mi habitación del hotel, empacando. Mi primer día, fue tranquilo en realidad, no había mucho que hacer, porque había logrado organizarme con la agenda, eso ayudó mucho en todo. El intendente me había mostrado todo el edificio y eso me ayudaba a que me moviera más rápido para cualquier cosa. Ahora no soltaba el teléfono personal que tenía, aunque Rogelio no me llamo ni una sola vez. No podía creer que había estado viendo mi agenda, por eso supo lo de Cristina, esperaba que no se enterara, pensé que no notaria mi ausencia.

Cristina me había conseguido un departamento, justo el que tenía antes de irse a vivir con Alejandro. Estaba esperando a que la "manada" como la llamaba ella, llegara por mí. Cristina me dijo que el departamento de al lado era de su mejor amiga, Ashley, la cual vive en Estados Unidos con su esposo, me dijo que ella volverá, pero por mientras tendría que vivir sola, sin conocer a nadie, pero eso no me importaba para mi mudarme era fantástico, ya estaba harta de vivir en un hotel y a largo plazo me saldría más caro.

Aun no podía dejar de pensar en Rogelio, ahora lo veía sufrir y eso fue tan extraño. Me dijo que no me metiera en su vida personal, pero pensé en hacerlo. Por ahora, no como Cristina quería, pero si haciendo algo de lo que él no estaría muy feliz. Llame a Cristina y le pedí, que le avisara a la manada que pasaran por mi más tarde, porque tenía que hacer un mandado.

Mire la casa, le faltaba el color que un día tuvo. Se veía más antigua, recordé las risas, pero también recordé los gritos. Camine completamente decidida y toque la puerta. Mire el patio, note algunos juguetes, al parecer habían niños, eso me hizo sonreír, en esa casa habían pasado muchos niños con el paso del tiempo.

-¿Quién eres?- me abrió la puerta un hombre, tenía un rosto muy similar al del Rogelio, pero con algo de canas y arrugas cercas de sus ojos, lo reconocí en cuanto vi el lunar en su ojo derecho.

- Rigo.- parpadeo.

- ¿Cómo sabes mi nombre? – me miro de pies a cabeza.

- Soy amiga de tu madre y vine a traerle un regalo de su hijo Rogelio.- rechino los dientes, se hizo a un lado para que entrara. Había decidido llevarle las flores de Rogelio, personalmente.

- Pasa. Rogelio no suele venir, ya decía yo que sus flores se habían tardado este año. Mi madre está en su habitación, tendrá que subir, ella ya no puede bajar tan rápido. ¿Cómo dijiste que te llamas?

- Vicky.- susurre y mire las escaleras. Antes de subir, lo mire.- ¿Te casaste?

- Si, ahora estoy divorciado, mi hijo vive aquí.- asentí. El seguía mirándome de pies a cabeza, intentaba recordarme.

- ¿Qué paso con Rodrigo?- resoplo. Rigo siempre había sido el de poca expresión, nunca decía nada malo de nadie, solo sus expresiones fáciles opinaban.

- Murió hace unos años.- eso me dejo sin aliento y con un profundo dolor. Rodrigo era el más joven de los Lara, no podía creer que aun con la muerte de su hermano, Rogelio no se había atrevido ir a visitar a su madre. Utilice toda mi fuerza para no caer y comenzar a llorar.

- ¿De qué? – susurre, porque tenía un enorme nudo en la garganta.

- En esta casa no se habla de eso, si quieres ver a mi madre, sube, antes de que duerma. Cumple con tu trabajo con Rogelio y luego vete.- Rigo se sentó en el sillón frente a la televisión.

Quédate Conmigo #4. Dame una oportunidad. (Completa) Wattys 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora