No soy su sirvienta!

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Vicky.

¡Maldito, desgraciado! Me quito mi zapato y lo aviento a la nada. Cuando se me pasa el coraje, voy cojeando a recogerlo. Subo a mi auto, golpeo el volante, hasta que siento que mi tensión baja.

No entiendo que hacia aquí, no esperaba que viniera. Estuve a nada de cancelar la prueba, cuando lo vi sentado en la silla esperando a que saliera a la pasarela. Pero no iba a perder la oportunidad, tal vez no le había demostrado que era una buena asistente, pero si podía mostrarle porque soy considerada una modelo. Vi como lo deje y eso me agrado, vi su boca abierta, vi cuando cruzo la pierna, vi como casi caía de la silla, y todo eso lo disfrute. Hasta que tuve que salir semi desnuda frente a él, debo de aceptar que mi cuerpo tembló, que me sentí un poco intimidada por su mirada y tuve ganas de cubrirme, pero luego recordé, que mi mejor encanto es mi cuerpo y es lo que más me enorgullece. Así que camine con decisión y cuando note como su mirada vago por todo mi cuerpo, me sentí llena de vida, su calor intenso me sostuvo por un instante, luego se marchó. No entendía porque hizo eso, pero se fue, como si no pudiera verme de esa manera. Por eso, cuando el fotógrafo me dijo que estaba algo subida de peso, llegue a pensar que esa era la razón por la que se fue Rogelio, de seguro enojado porque yo no tenía el físico que esperaba para ser el rostro de Amber, toque mi estómago, sintiéndome mal conmigo misma y esperando lo peor.

Cuando salí del vestuario y lo encontré discutiendo con el fotógrafo no lo entendí para nada. Él le echaba la culpa al fotógrafo de haberme hecho sentir mal y me moleste por eso, porque él fue el que me hizo sentir mal, porque como modelo estoy acostumbrada a que me critiquen a que digan que algo no es suficiente, pero a lo que no estoy acostumbrada es que se vayan antes de terminar la pasarela, que me dejen con una horrible sensación de que no soy lo que esperaban.

No pude decirle eso a Rogelio, pero estaba enojada con él. Preferí cambiar el tema y llevar nuestra platica a lo seguro. Pero el muy maldito, había dicho que no le gusto el vestuario. Me había esforzado mucho por escoger ese traje de baño. Nadie me lo había impuesto, por primera vez en toda mi carrera, yo lo decidí y su opinión fue pésima, simplemente no le gusto. Como es su costumbre me hace sentir mal, porque no soy para nada la mujer que él quiere, no soy la asistente y ahora no soy la modelo. No hago nada bien.

Había dicho algo sobre mis ojos, pero ni eso aligero toda la carga. Me había dejado amolada y aun no venía lo peor, tenía que regresar a mi trabajo, luego volver a buscar un traje de baño que fuera suficiente para él. Me había enamorado tanto del traje de baño rojo, era sensacional.

Maneje demasiado molesta como para no acelerar más de lo que debía. Cuando llegue a la empresa, me tome unos segundos en el baño. Cuando llegue al piso de la oficina. Me encontré con Rogelio sentado en mi escritorio, me sonrió, como si fuéramos amigos. Juro que lo odio, juro que tomaría lo primero que encuentre, tal vez mi agenda y lo golpearía hasta dejarlo inconsciente.

-Por fin llega, le he mandado un correo, habíamos quedado que como mi asistente también se encargara de algunos asuntos personales, en el correo tiene una nueva agenda, recuerde que este trabajo es de tiempo completo, espero que cumpla con su trabajo- se levanta al ver que me acerco.- Una cosa más, tengo problemas para conseguir una cita con un proveedor de España, no quiere venir a México, pero sobre todo quiere renunciar al proyecto, este es su segundo examen, tiene lo que queda de la semana, para convencerlo y que este fin de semana llegue a México, sobre todo tiene que acomodarlo en algún lugar y tenerlo de nuevo en nuestro bolsillo, es de prioridad. Amber no puede dejar que se nos escape otro cliente, desde que decidimos hacernos independientes, se han salido demasiados. ¿Entiende?- asiento.

Quédate Conmigo #4. Dame una oportunidad. (Completa) Wattys 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora