Me cuesta ser tu amigo

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Rogelio.

Debo de decir que hasta ahora me gusta el twister, aunque hace años que no lo jugaba. Pero no es porque este en una posición nada cómoda, más bien es, por que el moldeado trasero de Vicky, esta frente de mi cara. Comienzo sentir mis brazos temblar, pero no es por el cansancio, es porque me gustaría poner mis manos encima de sus glúteos. Parpadeo un par de veces, después de la discusión que tuve con Vicky, no puede ser posible que piense en llevarla a la cama. Le prometí respeto y es justo lo que le voy a dar.

Estar con Vicky no es nada parecido a otras amistades que he tenido en el pasado, ni siquiera con Cristina ha sido así de buena nuestra relación. Vicky tiene una energía que se contagia, no le importa hacerme enojar, soporta mi comportamiento, aunque sea un maldito a veces, me insulta no le importa dañar mis sentimientos, porque sabe que no me afecta, pero sobre todo, me hace reír, y eso es algo que hace mucho no hago. Tiene esa franqueza que me deja desarmado y me hace recordar tiempos en los que los Lara eran inseparables, y esta niña corría detrás de nosotros para cuidarnos o regañarnos.

-Sería muy cómico si lanzara un gas.- acaba de matar cualquier tipo de excitación. Me hace reír, y me vuelvo a sentir cómodo con la situación.

- Eres toda una dama.- escucho su risa, aunque no puedo verla reír.

- Oh vamos, tienes que admitir que antes de que dijera eso, todo estaba muy silencioso aquí, más para mí, tus estas detrás mirando mi trasero.

- Deberías de hacer ejercicio- bufa y me rio en silencio, para que piense por un segundo que es verdad.

- Muchas mujeres quisieran tener mi trasero, deja de quejarte... ¡Pierna derecha en rojo!- intenta estirar su pierna hasta el color rojo, pero hasta yo sé que es imposible. De repente levanta la pierna, y termina dándome un golpe en la cabeza.

- ¡Marbella!- dejo de sostenerme y termino recostado. Ella se ríe como loca y se levanta.

- ¡Gane!- ahora está brincando y aplaudiendo como una niña pequeña. Una parte de mí, sabe que es injusto, pero más injusto seria terminar con esa cara de felicidad. Aunque yo este tirado en el suelo y derrotado, no hay nada más grandioso, que ver esa sonrisa en esa rubia con ojos azules.

- Bien, ahora ya puedo descansar.- me levanto del suelo y me arrastro al sillón, donde me recuesto.

- Como gane, puedo pedirte algo y tú no puedes decirme que no.- cierro los ojos.

- Esta bien, pero que no sea muy caro.

- Bien, no tienes que gastar ni un centavo, aunque eres un codo, tienes mucho dinero, deberías poder comprarme un vestido de esos caros que usan para una noche en un restaurante fino.

- Bien, eso te comprare- estoy comenzando a sentir que la fuerza me abandona.

- ¿Qué?, ¡No! Eso no es no lo que quiero- se sienta en mi pecho y abro los ojos.

- Di lo que quieres, para poder dormir- cierro los ojos de nuevo, pero ella hace algo que recuerdo hacía con Rodrigo, aprieta mi nariz para que no pueda respirar y tenga que abrir los ojos, lo cual logra.

- No te quedaras aquí.- pongo los ojos en blanco.

- No pienso manejar a esta hora, aparte estoy agotado. Mañana me levantare temprano, iré a mi departamento a cambiarme, nadie de la empresa lo notara, llegaremos por separado.

- Vas a llegar tarde, todos notaran eso.

- Créeme, no es la primera vez que llego tarde al trabajo, tu llegaras a tu hora de entrada, nadie sabrá.- rechina los dientes.

Quédate Conmigo #4. Dame una oportunidad. (Completa) Wattys 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora