Comienza la caza

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Rogelio

Estoy sentado en el escritorio de Vicky, no ha llegado y eso me enfurece, pero me sorprendo cuando noto que estoy preocupado. Ella no debería de estar haciendo otros mandados, debería de estar en la oficina en donde puedo vigilarla, para que no haga nada que la ponga en peligro. Golpeo el escritorio con mi puño. Debo dejar de pensar así, yo no controlo a Vicky, no controlo a nadie, solo me controlo a mí. Repito las palabras, son de auto ayuda, antes no tenía estos problemas de querer tener el control en una persona, de sentir una preocupación enorme cuando alguien se va, tener el deseo de no alejarme. Sé que estoy mal, que no debería, eso fue lo que espanto a Cristina, realmente no quiero espantar a Vicky, ya tuvo suficiente con el día anterior. Respiro hondo.

Las puertas del elevador se abren y me sorprende la rapidez en la que trabajan mis ojos para mirar a quien ha llegado. Dejo escapar el aire, cuando veo a Vicky, esta bellísima, con un vestido blanco, con su cabello rubio recogido en una coleta... me levanto en seguida, cuando veo sus ojos rojos e hinchados.

-¿Estás bien?- la tomo del brazo, ella me mira. Estoy tentando a pasar mi mano por su mejilla, pero entonces ella sonríe.

- Sí, estoy bien.- no le creo, quiero preguntar... no soy nadie para preguntar. Doy un paso hacia atrás y la suelto.

- Bien, tardo más de lo que creí.

- Si, bueno tenía que elegir un buen traje de baño, se supone que tengo que complacer a mis jefes- por fin dice algo para defenderse y eso me hace sentir un poco mejor, ella está bien.

- Hay mucho por hacer.

- En realidad, acaban de llamarme, en dos horas llegara la señora Yamileth- doy media vuelta.

- Ya conoce su trabajo, vaya por ella.- escucho sus pasos, soy consciente que me arrepentiré de decirlo.- Vicky, no te expongas a ningún peligro.- me escucho como un paranoico, no debí de decirlo, yo no debo de actuar así con nadie.

- No entraré con ningún hombre a ningún lugar, lo prometo.- dice, igual de seria que yo, y eso me deja tranquilo, al menos por ahora no la he asustado.- Señor Rogelio- doy media vuelta para mirarla.- ¿Cuándo será mi última prueba?- camino hacia ella, tengo que mirar hacia otro lado, sus ojos rojos no me hacen nada sencillo tratarla como mi asistente.

- Pronto, por ahora solo dedícate a la señora Yamileth, por cierto, tienes un diez, por cumplir con todo lo que te encargue para el sábado. Lleva un empate, su primera prueba la reprobó, la segunda la pasó.

- Solo falta la tercera- me sonríe y yo asiento, sus ojos parecen cristalinos, pero ahora denotan ternura.

- Lo hará bien, comienzo a ver eso.- ella sonríe de oreja a oreja, se siente orgullosa de sí. ¿Por qué no estarlo? Vicky tiene lo que muchas mujeres quieren, el cuerpo de una modelo, la inteligencia de una empresaria, la ternura de una dama y la locura de, bueno de una loca.- Vaya a hacer su trabajo, llámame para mantenerme informado, y regrese en cuanto pueda. – Doy un paso más hacia ella, porque ahora entiendo que no es tan vulnerable y que no esta tan triste como sus ojos rojos me habían hecho creer.- Mañana quiero ver ese traje de baño- se sonroja y mira hacia otro lado, sonrío como un jovencito sintiéndose un gigolo.- Espero que esta vez sí sea de mi agrado.

- Estoy segura que le gustara.- da media vuelta y camina como si tuviera apuro de alejarse de mí, eso me hace reír y no me interesa que me escuche. Estaba deseando ver ese traje de baño.

Me encierro por horas en mi oficina, consigo concéntrame en algunos asuntos pendientes, estoy tarareando una canción que no sale de mi mente. De repente mi celular suena, sacándome de mi tranquilidad. Podría estar encerrado en mi oficina por días, solo escuchando buena música, mi oficina se ha convertido en una cueva de hombre, un lugar que me aleja de las personas. Lástima, que últimamente no puedo estar ni una hora a solas, Alejandro, no dejaba a de llamarme cada vez que algo surgía, cada vez me dejaba más trabajo sobre la presentación, decía, que estaba ocupado, al principio pensé que era la boda, pero ahora ya no sabía que pensar, se supone que es Cristina la que se encarga de todo.

-¿Qué pasa?- son pocas las personas que conocen mi número, siempre son conocidos, por lo tanto tengo la confianza de contestar como me de mi gana sin ofender a nadie.

- Rogelio, tu asistente aun no pasa por mí, ya estoy harta.- aleje el celular de mi oreja, gruño, de seguro Angus le paso mi número a Yamileth.

- Yamileth, es un gusto saber de ti, mi asistente ya va en camino.- miro la pantalla de mi computadora.- Llegaste antes de tiempo.

- Oh, es cierto.- pongo los ojos en blanco, Yamileth para nada es como Cristina, ella no me hubiera llamado, ella ya estaría en un taxi.

- Bien, me tengo que ir.- estoy por colgar cuando escucho que suspira.

- Te llamo para algo mas.- se escucha lejana, es raro no encontrar ese tono de voz desesperante.

- ¿Estás bien?

- Si lo estoy, es Cristina.- mi corazón deja de latir y me levanto de mi lugar.

- ¿Le ocurrió algo?- tengo la necesidad de salir de mi oficina y correr por todos lados.

- No, bueno, es Alejandro- respiro hondo, es extraño darme cuenta que el solo mencionar que a Cristina le ocurrió algo, hace que mi corazón se detenga. ¿Cuándo la superaré?

- ¿Qué ocurre con él?

- Está actuando raro, Angus también se dio cuenta, me dijo que Alejandro y el, salieron a comer y que una mujer se les acerco. Alejandro ya la esperaba, la saludo de una manera muy cariñosa y le dijo a Angus, que ellos irían a hablar en privado.- vuelvo a tomar asiento, porque lo que está diciendo es interesante y tengo que tomar nota de todo lo que escucho.- Según Angus, hablaron por dos horas, mi esposo no se movió de ahí, porque estaba preocupado. Alejandro y esa mujer salieron juntos, la tomo del brazo y le dio un beso en la mejilla al despedirse. Angus piensa que algo está mal, últimamente Alejandro se la pasa desaparecido, Cristina está muy feliz con los preparativos de la boda, pero Alejandro hasta suele andar un poco nervioso y Angus cree que le mintió cuando le pregunto quién era esa mujer, el solo le dijo que una antigua amiga. ¡Alejandro no tiene antiguas amigas, solo antiguas amantes!- debo de admitir que tengo una sonrisa y que me estoy relajando en mi asiento- Se lo que sientes por mi hermana, y no puedo confiar en nadie más, porque todos aman a Alejandro y lo defenderán. Hasta Angus lo hace, pero yo sé lo que era Alejandro y no permitiré que engañe a mi hermana, necesito investigar y llegar al fin de todo esto. Pero no tengo los recursos, estaré atada a Cristina en cuanto la vea, se supone que soy la madrina. ¿Podrías ayudarme? Eres el único que parece no alabar a Alejandro y que puede ser igual que el a la hora de entrometerse en las vidas de los demás. Por favor, Rogelio.- ¿Alejandro había regresado a las andadas? No me sorprendía, lo que me sorprendía es lo que tardó en hacerlo. Por fin, tenía la información que había estado buscando por mucho tiempo, un inicio de la infidelidad de Alejandro, una esperanza de que Cristina lo deje.

- Claro que te ayudare, Yamileth, nada me importa más que tú hermana.

- Gracias, Rogelio, yo sé lo que mi hermana significa para ti, me alegra saber que nada te importa más que ella. Ahora tengo que irme, tu asistente ya está aquí.- me cuelga.

Por fin, por fin un inicio, por fin Alejandro se mostraba como realmente es. Ahora, comienza la caza.


Quédate Conmigo #4. Dame una oportunidad. (Completa) Wattys 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora