Prólogo

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-Pasajeros, el vuelo 124 está a punto de despegar, por favor, vayan embarcando.
-Ni de coña pierdo yo este vuelo.
Cargué entre mis brazos las maletas y eché a correr esquivando a toda la gente de por medio, aunque de vez en cuando sí que es cierto que chocaba con alguien. Corría lo más rápido que podía, ya que es el último vuelo hacia Madrid de hoy.
-Buenos días, su pasaporte por favor – revolví en mi equipaje de mano y se lo ofrecí ­– Muchas gracias. Que tenga un buen viaje.
-Igualmente – Cogí el pasaporte y me fui corriendo.
Rápidamente entré en el avión y busqué mi asiento y nada más sentarme...
-Por favor, abrochen sus cinturones, estamos a punto de despegar.
Suspiré por mi gran victoria y me puse el cinturón. Apoyé mi cabeza en el respaldo y miré por la ventana.
-Adiós Guatemala – susurré y después de eso, lo único que se me paso por la cabeza era lo que dijo esa chica... "Que tenga un buen viaje"... ¿Por qué narices le respondí igualmente? Reí por la tontería que había hecho, pero qué le vamos a hacer, ahora mismo no tengo la cabeza en su sitio, ahora mismo tengo cosas mucho más importantes en lo que concentrarme.
Eran las 11 de la noche en Guatemala, me quedaba una muy larga noche hasta llegar a España por lo que lo mejor que podría hacer ahora mismo es cerrar mis ojos e intentar dormir, una cabezadita no me vendría nada mal.
-Pasajeros quedan 5 horas para llegar a España.
Froté mis ojos con mis manos para aclarar la vista y ver que pasaba a mi alrededor. Todo estaba igual, excepto porque ahora había más luz ¿Tanto había dormido? Miré mi reloj, eran las 10 de la mañana, cada vez quedaba menos para llegar a mi hogar.
Sentí un hormigueo por la zona baja de mi espalda, estar tanto tiempo sentado no me estaba viniendo nada bien, por lo que desabroché mi cinturón y me puse en pie para poder estirar las piernas.
-Buenos días caballero ¿quiero algo para desayunar?
-Sí, ¿hay café?
-Por supuesto.
-Pues en ese caso un café solo por favor.
-En seguida se lo traemos.
Seguí de pie unos minutos más y después me volví a sentar para recibir mi desayuno.
-Muchas gracias, tome – le di el dinero que debía por el café y después empecé a removerlo lentamente mientras veía una foto que tenía en mi cartera.
Sara... solo faltan 5 horas para que esté en Madrid, se fuerte... y espera... que en muy poco estaré a tu lado, junto a Olivia, Diego y Teresa.
Guardé mi cartera y me tomé tranquilamente mi café, disfrutando cada sorbo, sintiendo como la cafeína ya empezaba a surgir efecto, como mis sentidos se estaban agudizando.
-Caballero – dijo una azafata señalando la taza - ¿Me la llevo?
-Sí, claro, tome – dije ofreciendo la taza ya vacía.
Me quedé mirando fijamente al frente para poder así volver a perderme en mis pensamientos, pero no me concentraba, sentía unas mariposas en el estómago que no me dejaban pensar con claridad, necesitaba ya llegar a Madrid, a mi destino.
Miré el reloj ¿Cuánto tiempo quedaba? 4 horas... 4 muy largas horas donde mi única distracción era un anciano a mi derecha que me contaba que tenía un nieto muy parecido a mí físicamente y que relataba con todo tipo de detalles su juventud. La primera hora lo aproveché para distraerme, pero a la segunda ya empezaba a aburrirme y hacer que el tiempo se pasara aún más lento.
Volví a levantarme y me di un pequeño paseo por el avión, siendo la primera parada el baño. Cerré la puerta y me miré al espejo, tenía muy mala cara, se me notaba cansado. Me aflojé la corbata y lavé mi rostro con agua fría ¿Por qué justo ahora? Yo no estaba preparado, ¿Por qué? Si solo faltaban 3 días para que yo volviera, así todo hubiera sido mucho más fácil.
Volví a mirar mi reflejo en el espejo y peiné mi cabello alborotado.
Salí del baño y me dirigí de nuevo a mi asiento, dándome cuenta de que el señor que relataba su vida se había dormido. Yo solo me senté y desvié mi mirada hacia la ventana. Podía ver el mar y solamente el mar, todavía faltaba mucho para ver tierra firme.
¿Qué podría hacer ahora? Ya no había nada que le hiciera el viaje más corto, le tocaba esperar pacientemente en su asiento a que los pilotos avisaran por el altavoz que ya iban a aterrizar en Madrid, no le quedaba otra.
-Pasajeros, por favor, abróchense los cinturones, aterrizaremos en breves minutos.
-¡Por fin! – grité.
Todo el mundo me miró, aunque a ninguno le extrañaba mi expresión, es más, estoy seguro de que alguno que otro me hubiera acompañado.
Aterrizamos a los pocos minutos, tal y como dijo el piloto, para ser mas exactos 4 minutos, y nada mas frenarse el avión yo cogí mis cosas y salí corriendo a por mi maleta.
-¡Taxi! – grité ya fuera del aeropuerto.
Me metí en aquel coche y le indiqué a aquella persona al volante donde me tenía que llevar.
-12 de Octubre por favor.
El taxista condujo durante 20 minutos hasta que por fin llegamos. Le pagué y salí con mis maletas. Ahí estaba yo, enfrente del hospital "12 de octubre" de Madrid.
-Hola buenas ¿Sara Piñeiro?
-Sara Piñeiro... - dijo revisando la lista de pacientes – ¿Quién es usted?
-Andrés López, su marido, pero ese no es el caso ¿Dónde está mi mujer?
-Tranquilícese, está bien. Vaya a la habitación 165, planta 3.
-Gracias.
Corrí, de nuevo con todas las maletas y cogí justo a tiempo el ascensor.
Fui por los pasillo en busca de la habitación 165, la habitación donde me encontraría a mi esposa en una camilla ¿Dónde estás? Seguí corriendo y buscando hasta que al fin encontré la habitación, lo único que nos separaba a mi esposa y a mí ahora mismo era una puerta de madera.
Dejé mis maletas en el suelo y posé mi mano sobre el frío pomo de la puerta, y lo fui girando lentamente. Cuando ya no pude girar más el pomo empujé la puerta mientras cerraba los ojos, no sé si estaba preparada para ver a mi Sara.
-Pasa Exo.
Fui abriendo lentamente los ojos, hasta poder diferenciar la figura de mi esposa en la camilla.
-¿He llegado tarde? Pregunté cabizbajo.
-No, has llegado en el momento exacto.
Me acerqué a ella lentamente, con un gran miedo inundando mi alma y la di un gran abrazo mientras lloraba de alegría.
-¿Dónde? – no me dejó terminar, ella ya me había entendido, por lo que señalo lo que quería ver. Giré mi vista, y había una zona en la habitación separada por una cortina.
Corrí la cortina, dejándome ver una muy tierna escena. Ahí estaban Diego y Olivia, tumbados en el sofá durmiendo, yo sonreí y les tapé con una manta y después de ello giré 180 grados para poder ver a mi pequeña Teresa.
-Nació hace 3 horas dijo Sara con lágrimas en sus mejillas – los médicos dicen que está perfectamente sana.
Yo sonreí ante su comentario, y tomé a Teresa entre brazos, y comencé a mecerla mientras le susurraba cosas.
-Hola pequeña, soy papá, sí, ya estoy aquí, sé que no he podido estar mucho tiempo contigo estos últimos meses, pero no te preocupes, el viaje de negocios ya ha acabado, a partir de ahora estaré contigo, y tu mamá Sara y hermanos Diego y Olivia también lo harán – Di un beso a Teresa en su pequeña y suave frente y me dirigí a una silla que estaba justo al lado de Sara.
-Te quiero Sara, muchas gracias por darme esta vida – la agarré muy fuerte de la mano mientras con la otra sujetaba a Teresa – Muchas gracias.


Aquí tenéis el prólogo de la segunda temporada, todavia tengo que hacer la portada y el resumen, pero paciencia, y el miercoles nuevo cap ❤

El Abusón Cambia - Exorinha (2a Temporada) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora