Little candy.

6.2K 348 650
                                    

Siempre había creído que el enloquecer por alguien era para débiles de mente.

Frank siempre se había auto determinado homosexual.

Abiertamente homosexual.

Un joven demasiado exitoso que no carecía de dinero. Pulcro y demasiado serio, con un toque de dominancia.

Le encantaba el poder que creaba en sus putas, llevándolos al borde del placer con sus manos y su boca, haciéndolos temblar y rogar por más, pero jamás volvía a verles una segunda vez.

Todo por que cometió la estupidez de comprometerse.

Estaba demasiado cansado. Llevaba un par de días pensándoselo bien y había decidido que iba a romper su compromiso. No quería estar atado a alguien tan pronto y sinceramente, ya tenía a alguien a la vista que enserio ya quería llevarse a cabalgar.

Estacionó el auto en un suspiro y bajó de este tocando la puerta de aquella casa en una linda residencial. Era un hombre de negocios, por lo tanto, su prometido igual lo era.

La puerta se abrió dejando ver entonces a un chico de tez pálida con ojos verdes y nariz respingada. Su pelo era negro profundo y su mirada enseguida se entorno al mayor para así sonreír a medias.

Llevaba una camisa de manga larga, acompañado de un short demasiado corto, muy de su gusto...

- Oh, Frank. No sabía que vendrías... Disculpa mi vestimenta.- Dijo Gerard. El mocoso enseguida se hizo hacia atrás dando la media vuelta y dejando ver cómo aquel short le dejaba mucho que ver enseñando las hendiduras de esos glúteos que seguro se verían bien rebotando.

Se mordió el labio pensándolo.

- Claro.- Respondió sin más. Él sabía que Gerard mentía, por supuesto. Mandó un mensaje más temprano ya que iría a ver a Mikey.

- ¿Y tu hermano?- Preguntó sin más caminando hasta la sala de estar. Se sentó sin más abriéndose el saco y metiendo las manos en los bolsillos para sacar un cigarro. Gerard se sentó frente suyo sonriendo con esos dientecitos que le hacían ver sensual, subiendo las piernas para llevarlas hasta su mentón, dejando en el centro un pase abierto a su short, por lo cual, se podía apreciar que el maldito no tenía ropa interior.

No pudo evitar mirarlo y apretar los dientes.

- Ha dicho que vendría tarde.- Le informa. Se está mordiendo el labio mientras ladea el rostro.- Lamento que hayas venido en vano, Frankie...- Se remueve de tal forma en la que logra apreciarse mejor aquella aventura dentro de sus piernas. El castaño suspira cerrando los ojos y soltando el humo que ha aspirado.

Es un simple mortal, por Dios.

Está comprometido con el hermano mayor de Gerard y realmente, desde que conoce a aquel niño descarado que es obvio que solo quiere que lo empotre contra la pared, solo se decide más y más a romper ese estúpido compromiso que se hizo con Michael.

Ni si quiera sabe cómo es que se le pidió, Ugh.

- Soy Frank, no Frankie.- Murmura seco. Abre los ojos de nuevo y esta vez ve como el menor chupa uno de sus dedos. Frunce el ceño.- ¿Que estás haciendo?- Gerard finge demencia sacándolo, haciendo de sonido un "Plop."

- ¿Yo?... Nada.- Se encoge de hombros.- ¿Te quedarás a cenar?- Le pregunta y su rostro solo muestra inocencia, una que es obvio que no tiene. Frank empieza a sentirse duro y eso es un problema, poniéndose de pie enseguida.

- Me voy.- Dice frío, caminando hasta la salida.

Unos pasos se escuchan entonces y siente de pronto una mano que le detiene:- ¿Qué estás...

Smut.., FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora