La nueva canción del Sombrero Seleccionador

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Seré rápida.
El señor Weasley nos llevó a mí y a Harry al Ministerio de Magia para que el Ministro nos dijera si podemos o no regresar a Hogwarts. El caso es que una señora de rosa empezó a decir cosas bastante raras para ser sincera y casi no nos dejan volver. Entonces Dumbledore llegó de la nada (como siempre) y por él ya podemos regresar.
Al regresar a Grimmauld Place Sirius, (quien ya nos habíamos dado de su estadía aquí, (es su casa okey)) nos saludo y se fue a hablar con mi hermano. Es su padrino y tienen ese lazo, está bien. Yo tengo a Lupin así que todo excelente.
Al día siguiente nos íbamos a Hogwarts por lo que subí a mi habitación y entonces recordé algo. El cumpleaños de Draco fue en junio cinco. Oh bravo, si soy una mala amiga.
Agarre tinta y pergamino y me puse a escribir.
Querido Draco.
Lo sé, soy una horrible mejor amiga. Me olvide de tu cumpleaños, y ugh. En verdad lo siento. Mañana te doy tu abrazo. En fin, quería que supieras que si, sigo viva y bien. Eso último es mentira, no estoy bien. Da igual, mañana hablamos.
Con cariño, Lily.
Le di la carta a Hedwig y le dije que se diera prisa. Si Harry se entera que mandó cartas a su enemigo me mata.
Hedwig se fue y en el lapso en que fue y volvió hice las maletas. Saqué mi ropa de cuarto año y la deje en una pila, Lupin me dio algo de dinero y fui de compras. Compre otra túnica y mis libros. Abrí la maleta e inmediatamente vi una foto.
Era Cedric y yo antes de la primera prueba del Torneo de los Tres Magos. Sonreíamos, felices aunque con miedo de los dragones. Él me abrazaba yo sonreía con todos los dientes.
Y sin dar,e cuanta sonreí y una lagrima bajo por mi mejilla. La limpie y deje la foto a un lado. Recordé que deje todo lo que Cedric me había dado en Londres muggle, me arrepentí. Tenía la foto y su bufanda que sus padres me habían dado.
Solo eso. Y recuerdos.

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-¿Listos chicos?-preguntó Sirius. Le sonreí y me despedí de él. Agarre a Hermione y nos subimos al tren. Harry y Ron nos pisaban los talones, literal.
-Ron, deja de pisarme-le regañó Hermione. Harry rió.
Yo suspire y entre al vagón. Deje mi bolsa y me salí. Le dije a Harry que iba a saludar a unas amigas de Hufflepuff y salí en dirección a los vagones de Slytherin.
Entre y rápidamente identifique su cabello rubio platinado. Entre a su lugar y vía todos ahí con asco.
-Te buscan Malfoy.
Salí de ahí y me espere. Él salió y cuando vio que ya no había nadie se lanzó a mi. Casi me rompe las costillas por cierto.
-Jamás, jamás es tu vida me hagas esto-me apuntó con un dedo tembloroso. -No supe de ti en meses, pensé que él, que te habían...-se interrumpió por mí abrazo.
-Lo lamento, no sabes cuánto.-le dije en un susurro. Me separé y le di el caramelo de regaliz que le había comprado.
Él sonrió y río.
-¡Feliz Cumpleaños Hurón!-exclamé y el soltó una risotada.
-Es increíble que no me moleste ese apodo viniendo de ti.-comentó y le guiñe el ojo.
-Que decirte hurón albino, las cosas como son.
Él rió y me volvió a abrazar.
-No pude responder tu carta pero sé que no estás bien. ¿Quieres hablar de ello?
Lo miré y luego mire mis manos. Suspiré y hable.
-No estoy bien es cierto pero cada día la herida se va cerrando sabes. Cuando duermo lo veo a veces, me dice que está bien y que me cuida.-le cuento mientras sonrío. Él hace una mueca.
-¿Podrás con todo esto más el regresar al castillo?-preguntó. Preocupación pura impregnaba sus ojos de mercurio. Hice una mueca.
-Eso espero.

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-¿Alguien más está viendo eso?-preguntó Harry mirando a la criatura enfrente de nosotros. Parecía una especie de caballo alado con pelaje color negro y ojos azul grisáceo. Increíble.
-¿Lo que tira del carruaje?-pregunté y él asintió. Hermione se nos quedo viendo raro para luego hablar.
-Chicos, nada tira del carruaje. Se mueve solo, como siempre.
Ron asintió.
Neville (quien se había reunido con nosotros en el compartimiento al igual que Ginny) miro su planta.
No pregunten.
Suspiré ante la respuesta de Hermione y me subí al carruaje, este ya estaba ocupado por una persona, una chica rubia de ojos azules grandes y ropa muggle combinada con mágica. Vaya.
-No están locos, yo también los veo-comentó de la nada con una voz suave y aguda. Casi de niña pequeña. Nos miramos entre nosotros y luego a ella-Están tan cuerdos como yo.
Le sonreí y mire a otro lado. No tenía muchas ganas de oír a la chica rubia y sus cosas raras. Hermione le preguntó algo en cuanto a su dije y dijo que servía para alejar "nargles", se lo que sea.
Al llegar nos bajamos del carruaje, despedimos a Luna Lovegood, que resultó ser el nombre de la chica rubia y nos dirigimos al castillo. Claro, las burlas de mi amigo Draco no faltaron al pasar junto a él.
-Sabes Potter, tienen una celda lista ya con tu nombre-dijo burlón y Harry casi se le lanza a golpearlo. Estos niños.
-Oh cállate Malfoy-le dije enojada y él paró. Nos alejamos y seguimos nuestro camino al Gran Comedor.
-Aún no entiendo cómo le dices que pare a Malfoy y él lo hace-comentó Harry para que solo lo oyera yo. Lo mire y me encogí de hombros. Él suspiro y tras encontrar lugar nos sentamos esperando que el salón se llenara. Mientras, yo miraba una mancha rosa en la mesa de los profesores. Literal.
-¡Es Umbridge!-exclamó Harry. Lo sabía.
-¿Quién?-preguntó Ron confundido.
-Estuvo en nuestra audiencia, trabaja para Fudge-le aclare-La mancha rosa de la mesa de profesores. Ron volteo y arrugo la cara.
-Bonita chaqueta-dijo el pelirrojo con ironía.
-¡Trabaja para Fudge!-repitió Hermione frunciendo el entrecejo-Emtonces, ¿qué diablos hace aquí?
-Ni idea Hermione-le respondimos Harry y yo al mismo tiempo. Ron dejó escapar un gruñido.
-Odio que hagan eso, dan miedo.-explicó y Harry soltó una risita. Sonreí y mire mi plato vacío.
No reí pues en ese instante puse  atención la profesora Grubbly-Plank, que acababa de aparecer detrás de la mesa de los profesores; fue hasta el extremo de la mesa y se sentó en el lugar que debería haber ocupado Hagrid. Eso significaba que los de primer año ya habían cruzado el lago y habían llegado al castillo; y en efecto, unos segundos más tarde se abrieron las puertas del Gran Comedor. Por ellas entró una larga fila de alumnos de primero, con pinta de asustados, guiados por la profesora McGonagall, que llevaba en las manos un taburete sobre el que reposaba un viejo sombrero de mago, muy remendado y zurcido, con una ancha rasgadura cerca del raído borde.
Los murmullos que llenaban el Gran Comedor fueron apagándose. Los de primer año se pusieron en fila delante de la mesa de los profesores, de cara al resto de los alumnos, y la profesora McGonagall dejó con cuidado el taburete delante de ellos y luego se apartó.
Los rostros de los de primero relucían débilmente a la luz de las velas. Había un muchacho hacia la mitad de la fila que temblaba. Durante un momento  recordé lo aterrada que  estaba el día que tuve que esperar allí de pie a que me tocara el turno de someterme al examen que decidiría a qué casa pertenecería.
El colegio entero permanecía expectante, conteniendo la respiración. Entonces la rasgadura que el sombrero tenía cerca del borde se abrió, como si fuera una boca, y cantó.

Cuando Hogwarts comenzaba su andadura y yo no tenía ni una sola arruga, los fundadores del colegio creían que jamás se separarían. Todos tenían el mismo objetivo, un solo deseo compartían: crear el mejor colegio mágico del mundo y transmitir su saber a sus alumnos. <<¡Juntos lo levantaremos y allí enseñaremos!>> decidieron los cuatro amigos sin pensar que su unión pudiera fracasar. Porque, ¿dónde podía encontrarse a sus amigos como Slytherin y Gryffindor? Solo otra pareja, Hufflepuff y Ravenclaw, a ellos podía compararse. ¿Cómo fue que todo acabó mal? ¿Cómo tan buenas amistades pudieron arruinarse? Verás, yo está allí y puedo contarte toda la triste y lamentable historia. Dijo Slytherin: <<Solo enseñaremos a aquellos que tengan pura ascendencia >> Dijo Ravenclaw: <<Solo enseñaremos a aquellos de probada inteligencia >> Dijo Gryffindor: <<Solo enseñaremos a aquellos que hayan logrado hazañas >> Dijo Hufflepuff : <<Yo les enseñaré a todos y tratare a todos por igual>> Cada uno de los cuatro fundadores acogía en su casa a los que quería. Slytherin a los magos de gran astucia y sangre limpia mientras que Ravenclaw solo enseñaba a los de mente muy despierta. Los más valientes y audaces tenían como maestro al temerario Gryffindor. La buena de Hufflepuff se quedó con el resto y todo su saber les trasmitía. De ese modo las casas y sus fundadores mantuvieron su firme y sincera amistad, y Hogwarts funcionó en armonía durante largos años de felicidad, hasta que surgió entre nosotros la discordia que de nuestros miedos y errores se nutría. Las casa que, como cuatro pilares habían sostenido nuestra escuela se pelearon entre ellas y divididas todos querían dominar. Entonces parecía que el colegio mucho no podría aguantar, pues siempre había duelos y peleas entre amigos. Hasta que por fin una mañana el viejo Slytherin partió, y aunque las peleas cesaron, el colegio muy triste se quedó. Y nunca desde que los cuatro fundadores quedaron reducidos a tres volvieron a estar unidas las casas como pensaban estarlo siempre. Y todos los años el Sombrero Seleccionador se presenta y todos saben para qué : porque esa es mi misión, escuchen atentamente mi canción: creo que con eso cometemos un error. Aunque debo cumplir mi deber y cada año tengo que dividirlos, sigo pensando que así no lograremos eliminar el miedo que tenemos. Yo con coso los p giros, leo las señales, las lecciones que la historia nos enseña, y les digo que nuestro Hogwarts está amenazado por malignas fuerzas externas, y que si unidos no permanecemos por dentro nos desmoronaremos. Ya se los he dicho, ya están prevenidos. Que comience la Selección.

𝗟𝗶𝗹𝘆 𝗣𝗼𝘁𝘁𝗲𝗿 𝘆 𝗟𝗮 𝗢𝗿𝗱𝗲𝗻 𝗱𝗲𝗹 𝗙é𝗻𝗶𝘅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora