Dudley dementado por dementores dementosos

2.2K 75 10
                                    

Narrador omnisciente
El día más caluroso de el verano llegaba a su fin, y con el, un adorable silencio. Sólo se alcanzaba a oír el suave viento que volaba por las calles de Londres, y en este caso, por un parque medio abandonado. El verano estaba por llegar a su fin, y con el, grandes aventuras para cierta cantidad de jóvenes diferentes a lo normal.
Para Harry Potter eso significaba esperanza, volvería de nuevo a su hogar. Hogwarts lo esperaba, con sus grandes pasillos, aulas con profesores sonrientes (uno que otro con cara amargada) y sus amigos. Su hogar.
Para él, el verano sirvió de consuelo por el evento del año pasado, un horrible año por cierto.
Pero a fin de cuentas se estaba acostumbrando a perder a las personas buenas en el mundo.
Para su hermana melliza, Lily Potter era lo contrario. La muerte de Cedric Diggory le había afectado a sobremanera, era un dolor que en vez de desaparecer, incrementaba. La golpeaba una y otra vez, su recuerdo era una viva imagen en la mente de la pelirroja que a sus quince años de edad, ya había conocido la muerte de su familia y de la persona que más amo. La primera persona que no amaba como un hermano ama a su mamá, sino como algo más.
La partida de Cedric la dejo destrozada. Y se notaba.
Había dejado de reír, ya no lloraba pero si gritaba al despertarse de una pesadilla acerca de su muerte, estaba siempre mal peinada, pálida, con ojeras moradas bajo sus castaños ojos. Ya no había ningún rastro de que alguna vez, ella había sonreído como enamorada.
Su hermano y ella estaban en un parque un poco triste, pero era un parque. Tenía una resbaladilla, columpios y un pasamanos oxidado. Había un niño el cual se iba de la mano con su madre.
Lily vio en los ojos de su hermano aparecía un destello de nostalgia a mirarlos. Se sintió mal por el y por ella. Ambos estaban sentados en los columpios, la brisa refrescaba el día, que ya llegaba a su fin. Eran como las cinco de la tarde.
En eso, una voz rompió el agradable silencio, una voz gruesa pero burlona. Y ambos sabían exactamente de quien se trataba.
Eran risas y silbidos. Las risas eran demasiado forzadas pero no dejaban de ser burlonas, a Lily le dio asco saber de quien eran las risas y silbidos.
-... chillaba como un cerdo, ¿verdad? -decía Malcolm entre las risotadas de los demás.
-Buen gancho de derecha, Big D -dijo Piers.
-¿Mañana a la misma hora? -preguntó Dudley.
-En mi casa. Mis padres no estarán -respondió Gordon.
-Hasta mañana entonces -se despidió Dudley.
-¡Adiós, Dud!
-¡Hasta luego, Big D!
-¡Eh, Big D!-grito Lily a su detestable primo.
Dudley se dio la vuelta.
-¡Ah! -gruñó-. Eres tú.
-¿Desde cuándo te llaman «Big D»? -preguntó Harry.
-Cállense -le espetó Dudley, y giró la cabeza.
-Qué nombre tan fardón -dijo Lily, sonriendo con burla y situándose junto a su hermano-. Aunque para mí siempre serás «Cachorrito».
-¡He dicho que se callen! -gritó Dudley, que había cerrado aquellas manos suyas que parecían jamones.
-¿No saben tus amigos que así es como te llama tu madre?
-Cierra el pico.
-A ella nunca le dices que cierre el pico. ¿Qué me dices de «Peoncita» y «Muñequito precioso»? ¿Puedo usarlos?
Dudley no replicó. El esfuerzo que tenía que hacer para no golpear a ambos parecía exigir todo su autocontrol.
-¿A quién habéis estado pegando esta noche? -preguntó Harry, y la sonrisa se borró de sus labios-. ¿A otro niño de diez años? Ya sé que hace un par de noches le diste una paliza a Mark Evans.
-Se la había buscado -gruñó Dudley.
-No es excusa-espeto la pelirroja con rabia. Odiaba que se metieran con las personas por nada.
-Me contestó mal.
-¿En serio? ¿Qué te dijo? ¿Que pareces un cerdo al que han enseñado a caminar sobre las patas traseras? Porque eso no es contestar mal, Dud, eso es decir la verdad.
Un músculo palpitaba en la mandíbula de Dudley. A Harry le produjo gran satisfacción comprobar lo furioso que estaba poniendo a su primo; sentía que estaba desviando toda su frustración hacia Dudley; era la única válvula de escape que tenía. Su huyeron caminando, los mellizos con burla y satisfacción mientras que Dudley iba echando fuego.
Torcieron a la derecha por el estrecho callejón donde Harry y Lily habían visto por primera vez a Sirius y que formaba un atajo entre la calle Magnolia y el paseo Glicinia. Estaba vacío y mucho más oscuro que las calles que unía porque allí no había farolas. El ruido de sus pasos quedaba amortiguado entre las paredes del garaje que había a un lado y una alta valla que había al otro.
-Se creen muy mayores porque llevan esa cosa, ¿verdad? -dijo Dudley pasados unos segundos.
-¿Qué cosa?
-Eso... Esa cosa que llevas escondida.
Harry volvió a sonreír.
-No eres tan tonto como pareces, ¿verdad, Dud? Claro, supongo que si lo fueras no serías capaz de andar y hablar al mismo tiempo.
Lily sacó su varita mágica. Vio que Dudley la miraba de reojo.
-Lo tienes prohibido, ambos -se apresuró a decir Dudley-. Sé que lo tienen prohibido. Los expulsarían de esa escuela para bichos raros a la que van.
-¿Cómo sabes que no han cambiado las normas, Big D?
-No las han cambiado -aseguró Dudley, aunque no parecía del todo convencido. Lily soltó una risita-. No tienes agallas para enfrentarte a mí sin esa cosa, ¿verdad que no? -gruñó Dudley a su prima.
-Y tú necesitas tener a cuatro amigos detrás para pegar a un niño de diez años. ¿Te acuerdas de ese título de boxeo del que tanto alardeas? ¿Cuántos años tenía tu oponente? ¿Siete? ¿Ocho?
-Tenía dieciséis, para que lo sepas -protestó Dudley-, y cuando terminé con él estuvo veinte minutos sin conocimiento, y pesaba el doble que tú. Ya verás cuando le cuente a papá que has sacado esa cosa...
-¿Vas a ir a papi? ¿Le da miedo a su campeoncito de boxeo la horrible varita de Harry?-espeto Lily con burla.
-Por la noche no eres tan valiente, ¿verdad? -dijo Dudley con sorna.
-Ahora es de noche, Cachorrito. Se llama así cuando el cielo se pone oscuro.-intervino Harry viendo a donde iba la conversación.
-¡Me refiero a cuando estás en la cama! -le espetó Dudley, que se había parado.
Harry se paró también y miró fijamente a su primo. Lily paró en seco y su respiración se había acelerado. Pese a que no veía muy bien la enorme cara de Dudley, distinguió en ella una extraña mirada de triunfo.
-¿Qué quieres decir con eso de que cuando estoy en la cama no soy tan valiente? -preguntó Harry desconcertado-. ¿De qué quieres que tenga miedo? ¿De las almohadas?
-Anoche la oí -replicó Dudley entrecortadamente a la pelirroja-. Hablabas en sueños. ¡Gemías!
-¿Qué quieres decir? -insistió Lily, pero notaba algo frío y pesado en el estómago. La noche pasada había vuelto a ver en sueños el cementerio.
Dudley soltó una fuerte carcajada y luego puso una vocecilla aguda y quejumbrosa:
-«¡No mates a Cedric! ¡No mates a Cedric!» ¿Quién es Cedric? ¿Tu novio?
-Mientes -dijo Harry como un autómata, pero se le había quedado la boca seca. Sabía que Dudley no mentía; si no, ¿cómo podía saber algo de Cedric? Los gritos de Lily eran lo suficientemente altos como para que Dudley supiera lo que decía.
-«¡Papá! ¡Ayúdame, papá! ¡Me va a matar, papá! ¡Buuaaah!»
-Cállate -le dijo Harry en voz baja-. ¡Cállate, Dudley! ¡Te aviso!
-«¡Ven a ayudarme, papá! ¡Mamá, ven a ayudarme! ¡Ha matado a Cedric! ¡Ayúdame, papá! Va a...» ¡No me apuntes con esa cosa!
Dudley retrocedió hacia la pared del callejón. Lily apuntaba directamente con la varita hacia el corazón de su primo. Sentía latir en sus venas los catorce años de odio hacia él. Sentía una furia increíble encontraba de su primo.
-No vuelvas a hablar de eso -lo amenazó Lily-. ¿Me has entendido?
-¡Apunta hacia otro lado!
-Te he preguntado si me has entendido.
-¡Apunta hacia otro lado!
-¿ME HAS ENTENDIDO?
-¡APARTA ESA COSA DE...!
Dudley soltó un extraño y estremecedor grito ahogado, como si le hubieran echado encima un cubo de agua helada.
Algo le había pasado a la noche. El cielo, de color añil salpicado de estrellas, se quedó de pronto completamente negro, sin una sola luz: las estrellas, la luna y el resplandor de las farolas que había en ambos extremos del callejón habían desaparecido. El murmullo de los coches y el susurro de los árboles también habían cesado. Un frío glacial se había apoderado de la noche, hasta entonces templada y agradable. Estaban rodeados de una oscuridad total, impenetrable y silenciosa, como si una mano gigante hubiera cubierto el callejón con un grueso y frío manto, dejándolos ciegos.
Al principio Lily creyó que había hecho magia sin darse cuenta, pese a que se había estado conteniendo con todas sus fuerzas; pero entonces cayó en que ella no tenía el poder de apagar las estrellas. Giró la cabeza hacia uno y otro lado, intentando ver algo, pero la oscuridad se le pegaba a los ojos como un ingrávido velo.
La aterrorizada voz de Dudley sonó en los oídos de ambos.
-¿Q-qué ha-hacen? ¡Paren!
-¡No hago nada! ¡Cállate y no te muevas!
-¡N-no veo nada! ¡M-me he quedado ciego!
-¡He dicho que te calles!
Harry permaneció allí plantado, inmóvil, dirigiendo los ojos a derecha e izquierda sin ver nada. Su hermana intentaba escudriñar entre la oscuridad algo, lo que fuera. El frío era tan intenso que temblaba de pies a cabeza; se le puso la carne de gallina en los brazos y se le erizó el vello de la nuca. Abrió los ojos al máximo, mirando alrededor, pero no pudo ver nada.
Era imposible... No podía ser que estuvieran allí..., en Little Whinging... Aguzó el oído... Los oiría antes de verlos...
-¡S-se lo diré a papá! -gimoteó Dudley-. ¿D-dónde están? ¿Q-qué hacen?
-¿Quieres callarte de una vez? -susurró Harry-. Estoy intentando escu...
Pero se quedó callado. Acababa de oír justo lo que temía.
Había algo en el callejón además de ellos dos, algo que respiraba, produciendo un ruido ronco y vibrante. Lily seguía de pie, temblando de frío, y notó una fuerte sacudida de terror.
-¡B-basta! ¡Para ya! ¡Te voy a pe-pegar un puñetazo! ¡Te juro que te voy a pegar!
-Cállate, Dudley...
¡ZAS!
Un puño chocó contra un lado de la cabeza de Harry y lo levantó del suelo. Ante sus ojos aparecieron unas lucecitas blancas. Por segunda vez en una hora, tuvo la impresión de que la cabeza se le había partido por la mitad, y un momento después aterrizó en el duro suelo y su varita salió volando.
-¡Eres un imbécil, Dudley! -gritó Harry, y el dolor hizo que se le llenaran los ojos de lágrimas.
-¡DUDLEY TR VOY A MATAR!-grito Lily ayudando a su hermano a parase.
Se pusieron a cuatro patas y empezaron a tantear con desesperación a su alrededor, en la oscuridad. Lily oyó a Dudley, que se alejaba dando tumbos, chocando contra la valla del callejón, tambaleándose. -¡VUELVE, DUDLEY! ¡VAS DIRECTO HACIA ÉL!
Se oyó un chillido espantoso y entonces cesó el ruido de los pasos de Dudley. Al mismo tiempo, Harry sintió un frío espeluznante detrás de él que sólo podía significar una cosa: había más de uno.
-DUDLEY, MANTEN LA BOCA CERRADA! ¡HAGAS LO QUE HAGAS, MANTEN LA BOCA CERRADA! ¡Varita! -farfulló Lily desesperada, agitando las manos por la superficie del suelo como si fueran arañas-.¿Dónde está? Varita..., vamos... ¡Lumos!
Pronunció el conjuro automáticamente, pues necesitaba con urgencia luz para encontrar la varita; con gran alivio, y casi sin poder creerlo, vio aparecer un resplandor a pocos centímetros de su mano derecha. La punta de la varita se había encendido. Harry la agarró, y se la entrego a su hermana, se puso en pie y se dio la vuelta.
Se le revolvió el estómago.
Una figura altísima y encapuchada se deslizaba con suavidad hacia él, suspendida encima del suelo; no se le veían los pies ni la cara, tapados por la túnica, y a medida que se acercaba se iba tragando la noche.
Harry retrocedió, tambaleándose, y levantó la varita.
-¡Expecto patronum!
Una voluta de vapor plateada salió de la punta de la varita mágica y el dementor aminoró el paso, pero el conjuro no había funcionado bien; Harry, tropezando de nuevo, retrocedió un poco más al mismo tiempo que el dementor se le echaba encima. El pánico le nublaba la mente...
«Concéntrate...»
Un par de manos grises, viscosas y cubiertas de costras salieron de debajo de la túnica del dementor y se dirigieron hacia Lily, mientras un ruido de avidez le penetró en los oídos.
-¡Expecto patronum!
La voz de su hermano sonó débil y distante. Otra voluta de humo plateado, más débil que la anterior, salió de la varita: ya no podía hacerlo, ya no podía lograr que el conjuro funcionara.
Lily oyó una risa dentro de su cabeza, una risa aguda y estridente... Percibió el olor del aliento putrefacto, de un frío mortal, del dementor, que le llenaba los pulmones y lo ahogaba...
«Piensa... algo alegre...»
Pero no había alegría dentro de ella... Los helados dedos del dementor se acercaban a su cuello, la aguda risa cada vez era más fuerte, y sonó una voz dentro de su cabeza:
«Inclínate ante la muerte, Lily... Quizá ni siquiera sea dolorosa... Yo no puedo saberlo... Yo no he muerto nunca...»
Jamás volvería a ver ni a Ron ni a Hermione... Ni a Draco....
Y sus caras aparecieron dibujadas con claridad en su mente mientras intentaba respirar.
-¡EXPECTO PATRONUM!
Una serpiente, enorme y plateada, salió de la punta de la varita de Lily y con la cola golpeó al dementor donde éste habría tenido el corazón. El dementor se echó hacia atrás, ingrávido como la oscuridad, y cuando la serpiente lo embistió, se alejó revoloteando como un murciélago, derrotado.
-¡Por aquí! -le gritó Lily a la serpiente. Luego giró sobre los talones y echó a correr a toda velocidad con su hermano pisándole los talones por el callejón, manteniendo en alto la varita encendida-. ¡Dudley! ¡Dudley!
Apenas había dado una docena de pasos cuando los alcanzó: Dudley estaba acurrucado en el suelo, tapándose la cara con los brazos. El segundo dementor estaba inclinado sobre él, sujetándole las muñecas con sus pegajosas manos, tirando de ellas poco a poco, separándolas casi con ternura, y bajaba la encapuchada cabeza hacia la cara de Dudley como si fuera a besarlo.
-¡A por él! -bramó Harry, y con un fuerte estrépito la serpiente que había hecho aparecer su hermana pasó por su lado.
El rostro sin ojos del dementor estaba apenas a dos centímetros del de Dudley cuando los colmillos plateados lo golpearon; el dementor salió despedido por los aires y, al igual que su compañero, se alejó volando y quedó absorbido por la oscuridad; después la serpiente se fue arrastrando hasta el final del callejón y se disolvió en una neblina plateada.
La luna, las estrellas y las farolas volvieron a cobrar vida. Una tibia brisa recorrió el callejón. En los jardines del vecindario, los árboles susurraban, y volvió a escucharse el prosaico murmullo de los coches que circulaban por la calle Magnolia. Harry se quedó de pie, quieto, con todos los sentidos en punta. Había sobrevivido pero, ¿a que costo?





Alo!
Primer capítulo del nuevo libroooo que emociooonnn!!!!!
Les gusto? Ojalá si...si no pues AVADA KEDAVRA!
Subiré otro más alrato, o mañana....sólo voten, comenten y rían mucho imaginando la cara de Dudley cuando es dementado por un Dementor dementoso.
Nos leemos!
Pregunta:
¿Tienen insta? Instagram pueh?
Yo si, es andigarza7

Follow meeeeee

-Andi

𝗟𝗶𝗹𝘆 𝗣𝗼𝘁𝘁𝗲𝗿 𝘆 𝗟𝗮 𝗢𝗿𝗱𝗲𝗻 𝗱𝗲𝗹 𝗙é𝗻𝗶𝘅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora