Epilogo.

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[Pov Ian]

3 años después.

La verdad era que me había encantado follar años atrás con Calvin. Me comprendía y me quería, sin mencionar que la chupaba de muerte, pero cuando llegó la hora de la verdad no pude dejar a mi familia para irme con el. Me hubiera encantado. Eso de curar corazones rotos se me daba de puta madre y el echo de que su madre falleciera le rompio totalmente el corazón, pero no pude. Me dio miedo seguir adelante, por que yo también tenía el corazón roto. Luego llegó Caleb, ese negro hijo de puta que me la colo por detrás sin mi permiso, y no de una manera buena. Como si no tuviera ya el corazon roto, el término de quebrarlo con sus mentiras. Y después Trevor. Con el me sentí querido de verdad, a pesar de su jodida situación física, por todo eso de que era o fue una tía. Con el aprendi a quererme y a ayudar a los demás, mirando más haya de mi polla. Aunque le falle y el me falló, en conclusión y sin ser muy inteligente, nos fallamos. Nos dimos un millón de oportunidades, a cada cual más jodida que la otra. Un día le llegó una oportunidad para ayudar a los niños más necesitados fuera de Estados Unidos y aunque yo siempre había sido un cabron egoísta, le deje que se fuera. Joder, fue la persona a la que más quise después de Mickey, pero me dejo. Parecía que ya estaba empezando a acostumbrarme.

Así que si, ahora me encontraba en una boda. Aunque no mi boda concretamente. Y es que el hijo de puta de mi hermano pequeño, Carl, se casaba legalmente después de la loca de Cassidy. Estaba feliz y le había echo un bombo de tamaño estratosférico a su prometida, aunque después de esta noche, su esposa. Estaba contento por mi pequeña familia infeliz, que ahora parecía haber encontrado la felicidad. Todos y cada uno de aquellos hijos de puta había establecido su vida formal y yo me encontraba solo. Aunque nunca pasaba la noche sin un acompañante diferente. Mi alma era solitaria, sin embargo, mi polla no se quejaba.

-Yo os declaró, marido y mujer-dijo el cura, calvo y con el cuadrado blanco adornando su cuello.

Si no hubiera sido por culpa de los padres de la novia de Carl, un Gallagher nunca se habría casado por la iglesia. Eso era algo antinatural y que entre nosotros estaba poco visto.

Luego todos tiraron arroz y la iglesia entera coreo el nombre de los novios. Joder, yo también me habría llamado mariquita si hubiera visto la sonrisa de gilipollas en mi cara en este momento.

-Anda, conmigo no finjas-dijo Fiona, agarrándome del brazo y enroscando el suyo. -Se que ese corazoncito tuyo se encoje de amor.

Solo le había faltado apretarme el moflete como si fuera un crío de ocho años. Aunque no dije nada, por que no quería darle la razón en alto, sonreí y nos dirigimos hacia fuera. La sonrisa de Carl era inigualable y creo que nunca en mi jodida y patética existencia había visto a nadie sonreír de aquella forma tan real. Por una vez en su corta vida, era feliz y demonios, yo también.

Mi sonrisa desapareció cuando vi algo inesperado a las puertas de la iglesia. Mickey, mi Mickey, estaba apoyado en un coche demasiado caro cómo para que el pudiera nombrarlo. Vestía de manera casual, aunque arreglada. Me sorprendio fijarme en su cara y no ver ningún rasguño ni morado en ella. Usualmente, cuando vivía en el barrio siempre le veía con algún golpe, bien de su padre o de algún gilipollas de la calle. Pero no había sido este el caso, estaba impecable y aunque me costará decirlo, más guapo que nunca. Su sonrisa se encontró con la mía y hizo un gesto en la mano en forma de saludo. Si pensaba que me iba a acercar a el, estaba muy equivocado. No me había olvidado de la última vez que me había dejado hacia ya tres años. Lip se me acerco por el lado y aunque ya sabía para que lo hacía no lo escuché cuando vi a Mickey caminar hacia mi.

-Parece que ya casi no quedan Gallaghers solteros-comenta de manera casual, como si lleváramos solo dos semanas sin vernos nada más.

Me reí, -aunque no fue una risa del todo sincera-, mientras me sacaba un cigarro del bolsillo. He perdido el mechero, pero Mickey, que ha llegado hasta pararse 30 cm frente a mi, me ofrece uno que ha sacado de sus pantalones. Me siento jodidamente incómodo. Estar tan cerca de el, compartiendo su aire y no poder besarle me mata. Expulsó el humo antes de hablar.

-Estas mas..-empiezo, pero el habla antes que yo.

-¿Viejo?

Sonrio ante su comentario, pero niego.

-Iba a decir cambiado. Pero si, también estás viejo.

Lleva el pelo ligeramente engominado y cuando se pasa la mano para repasarlo trato de mirar si lleva algún anillo en su dedo. Se que nunca ha sido un tío de casarse de verdad ni todas esas mariconadas, pero solo me quiero asegurar. Mickey sonríe y trato de quedarme con todos sus gestos, a cambiado tanto, pero a la vez no ha cambiado nada...

-Parece que ya quedan pocos Gallagher por amarrar-comenta de manera casual. -¿Que es de ti?

No se que contarle. Mi vida amorosa ha ido como una autentica mierda desde que el se fue. Trato de olvidarlos.

-No mucho, ya sabes, ando por aquí, por allá.
Me encojo de hombros y lo veo ladear los labios y chuparse el inferior.

No se cuando Lip nos ha dejado y cuando me giro para quitar mis ojos de los suyos, lo encuentro hablando con alguno de los invitados de la boda. Ese cabron siempre sabe cuando dejarme solo.

-¿Entonces que?-pregunta, para hacer que vuelva de nuevo mi atención hacia el, hacia su rostro. Lo miro sin saber a qué se refiere. -¿Has venido con alguien?

Y entonces no puedo evitar sonreír. Siempre ha sabido que preguntar en la situación adecuada. Y no tengo que decir nada más para saber que está historia, nuestra historia, aún no había acabado. Y que todo lo que habíamos vivo años atrás, sólo habían sido capítulos cerrados, otros incluso sin cerrar, pero que los dos nos habíamos llevado siempre en el pecho, ahí donde nuestro corazón latía por acabar con el poco espacio que nos separaba, que tantas veces antes habíamos cruzado..
Y supe que nuestra historia nunca había tenido un final, ni siquiera un final feliz. Porque lo que nosotros tenemos es algo para toda la vida, incluso para cien vidas más.
Y como dicen los cuentos,

fuimos muy felices y comimos muchas pollas.

Never forget.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora