Capítulo 11

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El día soleado, hacía que el calor azotara en forma de la luz más dorada. En el campo de la Academia de Gótica, en la pista de atletismo que lo rodeaba, había un corredor que todos conocían. Era muy difícil que pasara desapercibido, sobre todo con aquél cabello rojizo que podría haberse visto a kilómetros de distancia.

-¡Vamos Wally, tú puedes! –gritó su entrenador.

El joven respiraba acompasadamente, en un intento controlado de mantener su energía y su cuerpo al máximo rendimiento. Sus piernas largas y bien ejercitadas, se movían con la gracilidad de una gacela mientras recorría aquella pista. Justo como su tío, Wally era un atleta excelente. Había llevado tres trofeos a la Academia en atletismo.

Cuando llegó al final, observó a su entrenador mientras inhalaba lentamente.

-¿Cómo estuvo? –preguntó Wally. Los mechones de pelo rojo se le pegaban a la frente por el sudor.

-Nuevo record –sonrió el mayor. Wally saltó con energía, poniendo un brazo en el aire.

-¡Eso es todo!

-Ya, ya. Ve a cambiarte –indicó el hombre.

**

El día había pasado rápido para Wally. Matemática, Química y Física, eran un juego de niños para él. Su tío siempre le decía que le recordaba mucho a su adolescencia, y eso le agradaba. Después de todo, Barry era como su... padre.

Al final de la tarde, entró en la biblioteca, donde se encontraban algunos alumnos. Entre ellos estaba Bárbara, Tim (quien estaba tutorando a Conner) y Dick Wayne, quien intentaba explicarle algunas cosas a Jason, su hermano.

-Buenas tardes señora Phillips –saludó a la bibliotecaria-. ¿Tiene mi asignación?

-Ah sí, aquí está señor West –ella le entregó el papel y él le sonrió.

En la Academia debía cumplir una labor social todos tus años de estudios. Al ser un alumno destacado como Tim y Bárbara, cumplía labores de tutor con aquellos que no les iba tan bien. Wally tomó el papel en sus manos y leyó, con cierto nerviosismo, aquél nombre.

Miró en la estancia y lo observó. Roy Harper estaba reclinado en la silla, con los pies sobre la mesa mientras jugueteaba con un teléfono. Wally suspiró antes de acercarse. Harper era uno de los "chicos malos" de la escuela, y para alguien como él, era difícil convivir con esa clase de personas.

-Hola Roy –saludó, llegando a la mesa. El otro lo observó con una expresión que él no pudo descifrar.

Sintió escalofríos bajo la mirada escrutadora de Harper, y se preguntaba si debía esperar respuesta o decir algo más.

-Seré tu tutor, porque veo que tienes dificultades en matemática –comentó mientras observaba la hoja.

-Ajá –respondió el otro, sin mucho entusiasmo. Había dejado el dispositivo para mirarlo fijamente, mientras mascaba una goma de mascar.

-Y bien... uhm... cuéntame algo... ehm –se sintió tonto por estar ruborizado y nervioso-. ¿En qué tienes más dificultades?

-Básicamente en... estudiar en sí –se sonrió mientras Wally, sólo se limitó a asentir.

-Bien... ah... tal vez, podamos arreglar eso –comentó.

-¿De verdad? ¿Crees que es tan fácil? –se sonrió.

-Si pones empeño, verás que no es muy difícil –contesto encogiéndose de hombros-. Tal vez si empezamos con...

-Shh –Wally se sorprendió de sentir el dedo de Harper en sus labios-. Sólo no hables de eso ¿sí? –pidió éste con desinterés.

-Pe... pero –intentó decir, con aquél dedo rozando sus labios-. Pero eso es lo que se supone que debo hacer.

-Mira ¿qué quieres que haga? –preguntó.

-No lo sé, tal vez ayudaría si intentas hacer un ejercicio y yo veo, cuáles son tus debilidades.

-Tengo pocas debilidades –la frase brotó de su boca, con un tono ronco y una mirada de profundos ojos azules, que hicieron dudar a los de verde esmeralda.

-Uhm... -Roy arrebató una hoja con ejercicios de la mano del menor, y sin prestarle atención se dispuso a trabajar.

Wally observó con sorpresa como aquél joven, el chico malo de la escuela, resolvió con rapidez el problema. Se lo entregó y éste, revisó el resultado.

-Está correcto –comentó Wally-. No pareces tener ningún problema ¿por qué pediste la tutoría?

-Porque... así puedo hablar contigo –un nudo se formó en la garganta de Wally. Su color de piel pálido, rivalizó el rojo de su pelo mientras una sensación cálida y abrumadora arropó su pecho.

-Ah... uhm... yo... -Roy se rio. Le divertía ver a aquél chico afectado.

Entonces una idea se formó en la cabeza de Wally. ¿Sería realmente posible que Roy Harper, el chico malo de la escuela estuviera coqueteando con él? ¿Qué probabilidades había de que aquél jugador de futbol, estuviera interesado en él? ¿Cómo es que alguien con su cuerpo se fijaría en alguien como... bueno como él? Entonces una claridad pareció adueñarse del joven.

-¿Estás bien?

-Te voy a decir algo –Wally sonó serio, amenazante-. No creas que puedes jugar conmigo. No voy a permitir que tú y tus amigos se diviertan a mi costa, así que retira la solicitud de tutoría o ya verás.

La cara de Harper era todo un poema. ¿Qué demonios pasaba por la cabeza de West para que dijera esas cosas?

-Wally.

-¡No! Ya te lo dije –tomó sus libros y se levantó con algo de brusquedad-. Retira la solicitud.

Y entonces se fue.

Mientras caminaba por los pasillos maldecía a aquél chico. Era un tarado que sólo quería jugar con él, porque si usaba la lógica, nadie como Roy Harper se fija en Wally West. ¿Qué podría ver en él? Wally era sencillo, bromista y bastante inteligente, y Roy era... bravucón, buscapleitos, abusador, sarcástico, inteligente al parecer, guapo, encantador, sexy, arrogante y tan... atractivo.

Se paró de golpe. ¿Qué le estaba pasando? ¿Le gustaba Roy Harper? Razonó en su mente, y recordó las veces que se topó con él en el vestidor y recordó, con cierta bruma carmesí en sus mejillas, aquél abdomen plano y bien trabajado. Fantaseó con enredar sus dedos en aquél pelo anaranjado peinado en punta, y también con esos ojos azules tan penetrantes... y sus labios.

-¡Es suficiente! Es suficiente –se dijo. Observó hacia los lados, donde encontró un grupo de chicos que lo miraron como si estuviera loco-. Ah... hola... ehm... yo voy... hacia allá.

Caminó hasta la salida, aún algo confundido.

«No puede, no puede gustarte Harper ¡lo sabes!» se recriminó.

Meneó su cabeza y comenzó a caminar hacia la parada del autobús. Era completamente ignorante de que Roy lo observaba desde la ventana de la biblioteca. Tal vez había sido muy directo. Y es que él aún no podía creerse que aquél chico, de amables ojos verdes y sonrisa traviesa le gustara, pero lo hacía. Pero jamás se imaginó que todo terminaría así.

Tal vez si hiciera las cosas de mejor manera, Wally podría darle una oportunidad.

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Espero que les haya gustado el capítulo, estaré pendiente para actualizar muy pronto, así que estén atentos mis chiquillos. ♥♥♥

No tan super [Fanfic] [Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora