Capítulo III

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11 de marzo de 2017:

Hoy me he despertado sobre las diez y media de la mañana, y Zoe ya se ha ido a clase. No sé que hacer, la verdad. Creo que cogeré la bicicleta e iré a comprar al supermercado. Por el camino, me he encontrado con un niño de unos siete años, llorando en la calle. La gente pasaba a su alrededor, y nadie se paraba a hablar con él. Pensé que era una imaginación mía, que no había nadie llorando, así que me senté en un banco a ver si alguien se le acercaba. El niño seguía llorando, por lo que fui con él para preguntarle qué le pasaba, pero al acercarme, me dio como una especie de mareo, y cuando me recuperé, todo el mundo había desparecido. Estaba solo en la calle, no había ni coches. ni personas. Sentí un miedo increíble, tanto, que me desmayé. Me desperté en el hospital unas horas mas tarde. Zoe me había encontrado tirado en la calle mientras volvía de clase, así que llamó a una ambulancia y fue conmigo al hospital. 

-Zoe, qué me ha pasado? Por qué estoy en el hospital?

-Te has desmayado en medio de la calle, Aiden.

-Qué? Por qué?

-No lo sé, estoy esperando el diagnóstico del doctor.  -Dijo preocupada-

Poco más tarde, llega el médico acompañado de un hombre vestido con traje. 

-Buenas, Aiden, cómo te encuentras?  -Dijo el hombre misterioso-

-Bien, quién es usted?  -Contesté perplejo-

-Soy Noah, el abogado de su madre.

Justo al escuchar eso, me entró un escalofrío, no sabía que decir, no sabía qué quería de mí.

-Cuando te recuperes, búscame en  el "Blake's Café". 

-De acuerdo, señor, allí estaré. 

Una hora más tarde, me dieron el alta, así que volví a casa con Zoe. Cuando llegamos, encontramos una nota que decía: "Mañana nos vemos al anochecer cerca de la noria, no llegues tarde". Subimos  a mi cuarto y empezamos a hablar sobre Noah. Estaba totalmente perdido, no sabía qué iba a pasar mañana. Nos dormimos pronto, estábamos muy cansados. Dormimos en la misma cama, sigo sin creerme lo que está pasando con Zoe, es como si viviera en un sueño. 

12 de marzo de 2017:

Es sábado, y como Zoe no tiene clase, podemos estar juntos un rato. No hemos salido de mi habitación, vivir con ella es genial. Se han hecho las cuatro de la tarde, y aún no hemos comido, por lo que toca pedir hamburguesas, nos da pereza cocinar ahora. Después de comer, Zoe se ha echado a dormir la siesta, y yo me he puesto a leer un rato. Son casi las ocho, así que la he despertado para ir a la noria, que está a unas ocho manzanas de aquí. Tendremos que ir en metro. Al llegar, le he dado dinero a Zoe para que fuera a cenar algo por ahí, mientras yo hablaba con Noah. Me senté en el banco acordado, y esperé a que apareciera. Acaba de llegar, trae un maletín, me pregunto qué tendrá dentro.

-Buenas, Aiden. Le he dicho que venga porque tengo que tratar con usted un tema que pienso que le va a interesar. 

-Le escucho.

-Muy bien. Necesito que vaya a Berlín.  -Me muestra un pasaporte falso-

-A Berlín? Para qué?  -Pregunté dubitativo-

-Vas a reunirte con un hombre frente al Museo Histórico Alemán. En este maletín está todo lo que necesitas saber, a parte de una caja. No abras la caja hasta que termines esa reunión.

-De acuerdo, cuándo tengo que estar allí?

-Dentro de dos días.

-Qué? Y qué haré con Zoe?

-Puede ir contigo, no te preocupes. Buena suerte, hijo, la necesitarás.

Se levantó del banco y se fue en un taxi. Llamé a Zoe para ver dónde estaba, y regresamos a casa. Al llegar a casa, subimos a mi cuarto y le conté todo lo que me había dicho Noah. Zoe estaba totalmente confundida, no entendía nada, pero lo aceptó, así que nos metimos a Internet a sacar los billetes para mañana a primera hora. Hoy tendremos que acostarnos pronto, mañana tenemos que madrugar. Me lavé los dientes, me cambié, y me dormí al lado de Zoe. 

La daga y el aprendizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora