Capítulo XIX

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Día 6:

Zoe y yo nos despertamos antes del amanecer, para poder pensar mejor la idea de lo del brujo. 

-Aiden, creo que tú deberías ser el brujo.  -Dijo Zoe triste-

-No, Zoe. Yo seré tu ayudante. No quiero llevarme más méritos.  -Dije dándole la mano-

-Aiden...Esto no está hecho para mí. Lo siento, pero no puedo seguir aquí. 

-Cómo? Cómo que seguir aquí?

-En el siglo once, Aiden. Voy a volver a casa. No puedo seguir aquí.

-Cómo vas a volver? Además, no tengo a nadie aquí, si me pasa algo, qué haré?

-No lo sé, y lo siento mucho, pero esto está acabando conmigo.  -Dijo Zoe con lágrimas muertas en los ojos-

-De acuerdo... Esto es mi problema. Estamos aquí por el asesino de mi madre. Es una promesa que me hice a mi mismo, y no puedo obligarte a conseguirla conmigo. Averiguaremos el modo de volver, de acuerdo? Al ocaso volveremos a las montañas de aquel viejo sabio, a ver si consigues volver a la normalidad.

-Gracias por entenderme. Y de verdad que lo siento...  -Dijo apretando los puños-

-No pasa nada, Zoe. Es comprensible.

Salimos de la posada a tomar el aire, y nos encontramos a Eskel. Habíamos quedado con él a medianoche, pero no apareció, así que hablamos con él ahora.

-Buenos días, muchachos.  -Dijo Eskel con voz motivadora-

-Buenas. Ya sabemos quién de los dos va a ser brujo.  -Dijo Zoe rápidamente-

-Muy bien. Y quién es el afortunado?

-Yo.  -Dije con voz tenue y apagada-

-Me lo imaginaba. Y tú, chica, qué vas a hacer? Vas a ayudarle con la alquimia?

-No. Yo volveré a mi casa, sólo estábamos pasando unas vacaciones. Largas, vacaciones.

-Entiendo. Pues tú, chico, me encantaría llevarte a la Escuela del Gato ya mismo, pero tengo un contrato pendiente. Recoge tus cosas de la posada, y ven a verme a la taberna de Hallen al anochecer. Una vez allí, iremos a la escuela. 

-De acuerdo, Eskel. Muchas gracias.

-Ha sido un placer, señorita. Hasta esta noche!

Eskel se montó a su caballo y se fue sin más reparo. Zoe y yo nos quedamos en la posada hablando y comiendo. Una vida normal, pero, en una posada del siglo once, así que ya no es tan normal. Aparte de comer, hicimos cosas que no hacíamos desde aquella famosa noche en el hotel. Sí, aquella en la que el recepcionista me dio los adhesivos. Lo pasamos genial, claramente. Le voy a echar mucho de menos, la verdad. En realidad nos conocemos desde hace relativamente poco. Al principio eramos amigos, pero después, el día de mi dieciocho cumpleaños, me enamoré completamente de ella. Pero después de todo lo que ha pasado.. La quiero de verdad. Me duele tener que dejarla ir, aunque suene tan cursi. Bueno, sigo con la historia. Unas horas más tarde, al empezar a bajar el Sol, montamos a Rivia y subimos a las montañas. Vimos en la cima un halo de luz subiendo hacia el cielo. Tardamos casi una hora a caballo en subir arriba del todo, pero valió la pena. Estaba el sabio.

-Buenas. Veo que habéis vuelto.  -Dijo el viejo con voz de interesante-

-Sí. Quiero volver a casa.  -Dijo Zoe nerviosa-

-Entiendo. Necesito que me traigas la daga.

-Aquí está, señor.  -Le dije sacándola del cinturón-

-Perfecto. Esta daga no sirve para luchar. Esta daga es una especie de llave. Esta daga abre un portal a el siglo veintiuno. Sin ella, no podéis volver. Por lo tanto, si ella vuelve, tú te quedarás aquí hasta encontrar otra llave. Aceptas el riesgo?

-Sí... Suerte, Zoe. Y gracias por haber llegado tan lejos a mi lado.  -Dije con una sonrisa-

-Te quiero Aiden!  -Dijo entrando al portal-

Bajé la montaña de vuelta a la posada para preparar todo e ir a la Escuela del Gato, nombrada por Eskel. Por el camino me encontré un campamento de bandidos, ya que fui por otro camino diferente al que subí. En el campamento había un cofre, y un hombre armado vigilando. Rodeé la zona en busca de una piedra lo suficientemente grande y se la tiré a la cabeza. Justo después fui corriendo hacia él y le clavé la espada en la costilla derecha, aprovechando su aturdimiento por el golpe de la piedra. Abrí el cofre, y encontré un collar de oro y una bolsa con oro. Eran treinta coronas asquerosas. Me esperaba más, la verdad. Salí del campamento y llegué a la posada. Subí a la habitación, cogí mi mochila y algo de comer, y fui a la taberna de Hallen. Entré por la puerta principal y Eskel estaba apoyado en la barra, bebiendo vodka. 

-En marcha, hijo, es hora de irse.  -Dijo Eskel con voz cansada, como si hubiera venido de un difícil combate-

Subí a Rivia y seguí a Eskel mientras iba delante. Más tarde cabalgué a su lado, ya que nos empezaron a seguir unos lobos. Hicimos noche en un descampado cerca del río, acompañados del aullido de los lobos blancos. Continuamos el camino al amanecer, y de repente vi...una fortaleza. Era la Escuela del Gato!

La daga y el aprendizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora