El extraño hombre de la discoteca se ocultó detrás de una pared verde con flores amarillas. Ese estampado es el mismo que el de la bandera de los mercenarios de la cueva de Avallac'h, y dudo que sea casualidad. Seguimos al muchacho hasta una puerta de emergencia situada al final del pasillo. Salimos, y todo volvió a la normalidad. Bueno, digo normalidad porque había gente, mucha gente. El hombre seguía caminando, como si supiera que le seguíamos, mirando nervioso hacia atrás cada dos pasos que daba. Nos condujo hasta su casa, o lo que parecía ser su casa. Era una edificación de ladrillos de piedra, parecidos a los que tenían los antiguos castillos medievales. En realidad, este extraño edificio era como una atalaya. Todo esto era muy raro, básicamente porque estábamos casi en el centro de Berlín. Zoe y yo pensamos que sería una especie de museo, o algún monumento de la antigüedad, usado por el hombre encapuchado para alojarse. No entendíamos nada. Entramos por una enorme puerta de madera, sí, de madera, y vimos al hombre subir por unas escaleras. Este chico no para, parece que está entrenando para una carrera. Subimos esas mismas escaleras de caracol, con la esperanza de, por fin, averiguar quién era. Llegamos a la planta de arriba y estaba vacía. No había nadie. La habitación estaba llena de muebles: mesas, cuadros, estanterías, cofres... Todo muy medieval. En el suelo estaban varios libros tirados, todos con hojas arrancadas. Nos dimos cuenta de que había en la pared un cuadrado más limpio que el resto del muro. Buscamos algo que pudiera encajar en ese cuadrado, y vimos un cuadro, que por cierto era bastante feo. Tenía un ocaso mal pintado, que transmitía malestar y nerviosismo. Lo cogimos para colocarlo en el cuadrado que habíamos encontrado en la pared, y para nuestra sorpresa, había una ventana justo detrás, con una cortina de seda roja colgando por fuera movida por el viento. Miramos por la ventana a ver si localizábamos al muchacho sospechoso pero no encontramos nada. Al darnos cuenta de que estábamos en un callejón sin salida, nos pusimos a inspeccionar mejor la habitación. Rebuscamos en las estanterías, abrimos gavetas, registramos por detrás de las mesas, pero no encontramos nada que nos sirviera. Nos dimos por vencidos. Cuando nos dirigíamos a bajar las escaleras, encontramos un papel tirado, envuelto en una bolsita del mismo tono de gris que el suelo. El papel era una carta, la cuál mandaba a Noah a reunirse conmigo, en el hospital, el 11 de marzo de 2017. Nada tenía sentido, pero a su vez, iban encajando piezas, no sé como explicarlo. Salimos de la atalaya y enfrente nuestra vimos una iglesia. En la parte alta había un reloj gigante, que marcaba las tres de la madrugada. Habíamos salido después de cenar a la discoteca, sobre las 12 y cuarto o por ahí, y con todo esto que ha pasado, nos hemos despistado completamente de la hora. Llamamos a un taxi para llegar lo más pronto posible al hotel, y cuando llegamos, fuimos directamente a dormir. Estábamos súper cansados, había sido un día muy ajetreado.
16 de marzo de 2017:
Hoy me he levantado de buen humor, no sé por qué. Son las seis de la mañana. Iré a comprar algo de ropa, me estoy quedando sin camisetas, y cuando vuelva, despertaré a Zoe para irnos juntos a la tienda de muebles de la que nos habló aquel elfo tan enigmático. Salí del hotel y fui a la plaza principal de Berlín. Había muchísimas tiendas, todas de ropa. Entré a varias, y me compré un traje de gala, por si surge alguna ocasión importante; tres vaqueros, dos negros y uno azul; cuatro camisetas, dos verdes y dos violetas; y dos pares de zapatos, unos blancos y unos rojos. Después de esta larga y cara compra, voy a regresar al hotel. Nada más entrar en la habitación, me doy cuenta de que Zoe no está. Me puse nervioso, me preocupé. Ella nunca se ha ido sin decirme nada.
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La daga y el aprendiz
Khoa học viễn tưởngInmerso en un mundo totalmente nuevo para él, Ai'den Rivia va a luchar por sobrevivir, acompañado de unas misteriosas personas. Adaptación de la saga "The Witcher". Todos los derechos reservados.