Capítulo XVI

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Día 4:
Hoy nos hemos despertado tarde, muy tarde. Llevamos mucho tiempo madrugando y descansando muy poco, la verdad, así que hoy, que no teníamos muchas tareas pendientes, decidimos dormir un poco más. Nos levantamos sobre las once de la mañana, y claramente ya no había nadie en la posada. Montamos en Rivia y fuimos directamente a Hallen, a comprar unas armaduras en el herrero. Justo, en el puente dónde está la entrada principal a la ciudad, había un lío de gente enorme. Nos abrimos paso para ver lo que había, y resulta que un hombre con dos espadas, una a la espalda y otra en mano, estaba luchando contra seis guardias reales. Los guardias reales eran guardias oficiales del Reino del Norte, y están muchísimo más entrenados que los patrulleros normales. Para nuestra sorpresa, el hombre misterioso ganó la pelea. Derrotó a seis hombre él solo, sin ayuda de nadie. Cuándo terminó, fuimos corriendo a hablar con él, pero se fue galopando ignorando nuestras llamadas.

Después de este anecdótico evento, seguimos nuestro camino hacia la plaza central de Hallen. Cuando llegamos, fuimos directos al herrero para pedirle unas armaduras, pero lamentablemente, nos dijo que no tenía. Nos informó sobre algo nuevo para nosotros, aunque es bastante lógico: los herreros, hacen armas; y los armeros, armaduras. También nos dijo dónde podíamos encontrar un armero: en Corvo. Corvo es una ciudad más grande que Hallen, bastante más. Ahí, hay un armero; dos herreros; dos herboristas; cuatro libreros; y un encantador. Qué era un encantador? No teníamos ni idea, habría que averiguarlo. Salimos disparados en busca de Corvo, que estaba más allá del otro lado del río. Al llegar a la orilla, vimos a un gran barco, donde subimos a Rivia, y claramente, nosotros. Al llegar al otro lado, a repetir el proceso: subirnos en el caballo, y galopar hasta Corvo.

Por el camino, encontramos una taberna. Dentro, hablamos con el tabernero y nos ofreció muchísima variedad de alimentos. Andábamos en escasez de comida, la verdad, así que decidimos comprar algo.

-Buenas, caballero, qué tiene para vender?

-Tengo muslos de pollo, pescado deshidratado, agua, vino, cerveza, y frambuesas.

-Póngame dos pescados deshidratados, dos botellas de agua, y dos muslos de pollo por favor.

-Aquí tiene, son noventa coronas.

-Tome. Una cosa antes de irnos. Corvo está muy lejos de aquí?

-Que va! Si está aquí al lado. Tardaréis unos veinte minutos a caballo.

-Perfecto muchas gracias, hasta pronto!

Seguimos nuestro camino por los interminables senderos de Skelligrado, hasta llegar a Corvo. Desde lejos, se veía llena de casas, tiendas, tabernas... Al entrar en la ciudad, le preguntamos por el armero a un chaval de unos quince años, que pasaba por allí, y nos indicó amablemente. El armero estaba al otro lado de la ciudad. Cruzamos por completo la zona, pasamos por varios pozos, diferentes calles, tabernas, tiendas... y al fin, llegamos al armero.

-Buenas, puedo ayudarles?  -Dijo educadamente el armero-

-Sí. Buscábamos armaduras baratas pero útiles.

-Entre que precios buscaba, señor?

-Doscientas coronas cada una.

-Doscientas, doscientas... aquí tiene. Es una armadura un poco más resistente que la de los guardias, dado que el Rey es muy avaricioso en esos temas. Bueno, esta es una armadura de cuero y malla. Los pantalones, botas y guantes van aparte. Todo en total cuesta cuatrocientas coronas, pero solo la parte de arriba saldría doscientas quince coronas.

-Tome, señor.  -Dije entregándole una bolsita con las monedas-

-Gracias, que tengais un buen día!

Nos pusimos las armaduras y nos movíamos como robots. Al principio eran un poco incómodas, pero era mejor que llevar con la misma camisa durante cinco días. Después de esto, fuimos al encantador, que por suerte estaba al lado del armero. No sabíamos qué hacía exactamente, pero queríamos informarnos un poco mejor.

-Buenas, señor. Señora...  -Dijo haciendo una reverencia- Dígame, qué desean?

-Nos gustaría informarnos sobre su oficio.

-Oh, sois simples turistas? De acuerdo. Los encantadores nos dedicamos a las inscripciones principalmente. Conseguimos runas o glifos, ya sea cogiéndolos o comprándolos, y luego le hacemos inscripciones o símbolos. Estas "piedras especiales" se añaden a espadas o armaduras, proporcionándole a esta diferentes mejoras o características.

-Entiendo. Entonces creo que esto le podría interesar.  -Le dije entregándole la piedra que habíamos encontrado-

-Sí me interesa, y mucho. Las runas son para armas; y los glifos, para armaduras. Esto es una runa de veneno. Esta runa colocada en una espada de plata, hace que el filo sea venenoso, por lo que tiene entre un diez y un quince porciento de envenenar al enemigo. Se la puedo comprar por mil coronas. Acepta?


La daga y el aprendizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora