Capítulo XXII

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Llegué al comedor, y me encontré a Eskel sentado en la cabecera de la mesa. 

-Buenas. Cómo te ha ido la clase de hoy?

-Muy bien, la verdad. Por cierto, me llamo Ai' den Rivia.

-Buen nombre, yo me llamo Eskel de Morhen.

-Ya, me lo ha dicho Vent. Una pregunta. De qué os conocéis? 

-Vent es mi hermano. Es mayor que yo, por lo que él fue quién me enseñó todo lo que sé sobre esta facción.

-La verdad es que os parecéis.   -Dije con una sonrisa traviesa-  Otra cosa, qué es exactamente esta escuela?

-Esto es una escuela de brujos. No sé si te lo habrá dicho Vent ya, pero hay cinco escuelas principales en el Reino, aparte de otra escuela muy importante en el Ducado de Ollenborg. Las principales de este reino son la Escuela del Lobo, de la Víbora, del Grifo, del Oso, y por supuesto, del Gato. La del Ducado de Ollenborg es la Escuela de la Mantícora. En estas escuelas formamos personas para ser brujos profesionales. Hay tres niveles de enseñanza: teoría, práctica, y pruebas. Las pruebas te las explicaremos más adelante.

-Ahora entiendo, gracias.

Comimos salmón con patatas al horno, estaba muy bueno, la verdad. Después del almuerzo, Vent me dijo que tenía la tarde libre, que podía explorar, investigar, etcétera. Eso sí, sin alejarme mucho de la fortaleza. Salí de edificio principal y me dirigí a uno de los patios. A la derecha del patio estaban cuatro establos, con sus respectivos comederos para caballos. Mi caballo Rivia estaba allí, comiendo tranquilo. Además, habían muñecos de entrenamiento esparcidos por todo el terreno. Había una serie de espadas de madera al lado de los establos. Ya había matado a dos personas, eso es verdad, pero tenía que mejorar el combate. Cogí una espada y me puse a golpear al muñeco; y en vano, intentar hacer combos. Cuando estaba en medio de mi absurdo entrenamiento llegó Vent.

-Ai' den, se que tienes ganas de combatir ya, de matar bestias, de ganar dinero, etcétera, pero tienes que ir paso a paso. Venga, devuelve la espada a su sitio y ven, que tenemos que seguir con la clase.

-Lo siento, me mató la curiosidad.   -Dije avergonzado-

Volvimos al edificio, nos sentamos en la mesa del vestíbulo y comenzamos la segunda y última clase de hoy. Supuestamente eran cinco días, por dos clases cada día. Eso sí, sin contar las pruebas que tanta expectación han creado.

-Bueno, Ai' den. Háblame sobre los Trols de Hielo.

-Los Trols de Hielo son criaturas similares a los Trols de Piedra, pero hechos de agua cristalizada. Son bastante menos peligrosos, ya que aguantan menos y hacen menos daño; lo único malo de estos enemigos es que pueden llegar a congelarte durante determinados segundos utilizando su aliento gélido.

-Muy bien. Todavía quedan dos constructos más, pero vamos a omitirlos. De acuerdo, para mañana estúdiate el apartado de "Dracónidos". Además, también quiero que te estudies esto.  -Dijo entregándome un archivo-  Esto es una página de manuscrito de Aceite para Dracónidos. Estas páginas son como recetas. Te dice los materiales o ingredientes necesarios, su preparación y su utilidad. Quiero que te lo aprendas para mañana. Hemos terminado las clases de hoy. Felicidades.

-Muchas gracias señor. Un placer.

Después de terminar la clase, monté a Rivia y me fui a conocer un poco la zona. Al norte de la escuela se encontraba una cordillera nevada. Los picos de las montañas estaban envueltos en una blanca niebla, como si fuera el mismísimo Reino de los Cielos. Me quedé observando las montañas, imaginando cosas en mi cabeza y pensando en mi futuro como brujo. Cuando me fui a dar cuenta, el ocaso me acechaba. Subí en mi caballo y regresé a la escuela.

Subí a mi cuarto para estudiar ese apartado del Bestiario. Dracónidos? Suena a dragón. Colihendido? Basilisco? Wyverno? Estos nombres no son normales. Este apartado es bastante más difícil que el anterior, la verdad, espero la dificultad no vaya en aumento. En cuánto a la página de manuscrito del Aceite para Dracónidos, parece fácil. Solo hacen falta un ojo y una uña de Basilisco y tres escamas de Wyverno. Su preparación era sencilla, simplemente había que colocar la mezcla en el fuego durante diez minutos, dejarla enfriar, y listo.

No tengo mucha hambre, creo que hoy no voy a cenar, por lo que me iré a dormir en breve.

La daga y el aprendizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora