XI

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Martes en la mañana...

-puede que esté muerta- me dijo Pedro muy fríamente.

-no digas esa posibilidad...- me enojé por su insistencia -hoy tuve esa pesadilla y la vi muerta. Toda descuartizada dentro del Mustang de su padre. Fue tan penoso y angustiante-.

-quizas esta comunicándose contigo. Quiere decirte algo- se apoyó en el respaldar de la silla al frente de mi escritorio mientras yo continuaba buscando el nombre de Mercedes Luna en alguna funeraria, en el año que discutimos.

-no quiere decirme nada- regresé a verlo.

-¿como sabes?- tocó su corbata.

-lo se porque ella solo me dice que si siento pena o lástima. Si quisiera decirme algo, me diría...- pensaba -no se... algo así como... visítame... búscame... algo asi ¿no?-.

-si, quizas si-.

Iba por el mes en el que recuerdo la pelea y salió...

Mi corazón latía a mil por hora.

-mierda...- hice la cabeza para atrás peinando mi cabello con fuerza -que hijo de puta que soy-.

-¿salió?-.

Pedro se acercó corriendo a mi computadora y verificó que dos días posteriores al día en que discutimos, alguien con el nombre de Mercedes Cristina Luna Villafuerte fue enterrada en el cementerio municipal.

Mercedes Luna...

No podía creerlo... si esta muerta.

Sentía que me ahogaba y tuve que pararme para poder expandir mis pulmones.

-vaya, que espeluznante- dijo Pedro después de analizarlo unos minutos.

Me detuve en la ventana a mirar el panorama del parque de al frente que estaba vacío y había algo de trafico en la calle.

No debía llorar, eso no se me es permitido.

Dios, que malo soy.

-soy un monstruo...- toqué mi pecho -soy un animal, yo la maté. No puedo creerlo. Ella mismo me dijo ese día que lo habia hecho, que le quite su vida pero jamás imaginé que fuera cierto-.

-no se que decirte. Entiendo que cuando me contaste, dijiste que ella estaba muy mal y afectada, tú también lo estabas. Odio decirlo pero... te lo dije-.

-no debí dejarla ir ese día- me lamentaba.

-hermano...- Pedro tocó mi hombro -ya no puedes lamentarte. Eso no la traerá a la vida. Lo qué pasó esta hecho y punto. Ella decidió que así fuera, lo tomó de esa manera. No todo es tu culpa-.

-lo es Pedro...- regresé a verlo -si lo es. Me siento tan mal por eso porque fui cobarde. Desde un principio lo fui. Por escuchar a mi madre y tener ese maldito perjuicio en mi mente de que ella era pobre, me acobardé y no le dije que la quería. Soy un cobarde. Elegí mal y le costó la vida a quien hubiese sido el amor de mi vida-.

-¿realmente la amabas? ¿No?-.

-yo...- mordía mi labio para no llorar -se me hace difícil expresar mis sentimientos, tu lo sabes-.

-lo se pero necesito saberlo-.

-si, realmente si- afirmé mirando mis manos.

Nos quedamos en silencio unos minutos.

-lo siento compadre-.

-gracias- me dio un abrazo fuerte.

La Chica del MustangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora