Al día siguiente...
-tenemos que lograrlo...- dije mirando de reojo a "La otra", como la hemos nombrado a la que quiere suplantar a Mercedes -no se nos puede escapar-.
-dale- afirmó Pedro.
Estábamos en el restaurante, de la hermana de Mercedes, Mariana como recuerdo que se llama, almorzando como si fuera cualquier domingo.
Ella al parecer estaba esperando a toda la familia porque miraba alrededor y luego su teléfono, en una mesa de diez personas, en el fondo del restaurante, algo cerca de los baños.
No nos podía reconocer porque estábamos disfrazados. Yo llevaba una peluca de color rubia, unos lentes oscuros y ropa casual de domingo. Pedro también estaba vestido de esa manera pero el llevaba una peluca de color negro y cabello algo largo, barba larga que se había pegado en la cara y algo de maquillaje que le tomó de la cartera a su mujer.
Incluso había pintado mis cejas con un lápiz de esos que Pedro me enseñó para verme irreconocible.
Nos sirvieron la comida y después las bebidas. Algunas personas nos miraban de reojo porque... bueno es raro que un domingo salgan dos hombres, en especial uno de ellos que lleva una camiseta rosada... a comer. Se supone que los domingos son familiares.
-te dije que no te pusieras camiseta rosada- le reclamé a Pedro susurrando.
-¿que tiene?...- me miró a los ojos -me gusta este color y como me queda-.
-vaya...- suspiré mirando mi sopa -que loco-.
Era una crema de tomate que extrañamente pocas personas disfrutan... como Mercedes, ella solía encantarle esta sopa. Decía que era su favorita porque le recordaba los tiempos que pasaba con su abuela.
Yo también pasaba tiempo con mi abuela pero ella me hacía galletas.
Extraño a mi abuela...
Extraño a Mercedes...
Extraño mi vida antes de irme a Dubai con mi padre.
-¿no piensas comer esa cosa?- me preguntó Pedro mientras se comía su filete.
-si, claro- tomé la cuchara despertando de mis pensamientos.
Mientras comía pensaba en el día tan triste que pase recordando viejos tiempos. Después de visitar el anterior negocio de la familia Luna, cayó una fuerte lluvia. Llegué a casa muy mojado y cabizbajo. Subi a mi cuarto y revisaba todo. Encontré muchas cosas, entre ellas fotos de Mercedes, Valentina y yo. Eramos muy felices, ellas con su uniforme de colegio y yo con mi ropa de adolescente rebelde de playeras de bandas de rock. Tomaba siempre fotos cuando podía en la cámara digital para luego imprimirlas y dárselas a ellas pero no todas porque la mayoría me las quedaba yo y las pegaba en la pared junto a mi escritorio.
Antes de decidir irme a Dubai, tomé todo y lo guardé en una caja para no extrañar nada y a nadie.
Iba a la mitad de mi sopa y miraba de reojo a "La otra". Como la odio.
Aunque mas odio a papá. Despues de que Valentina se fue, sabía que era el turno de irme y no sería muy lejos esa fecha. Tenía que robarle ese beso a Mercedes mientras esperábamos en el auto para luego dejarla. Le mandaba muy pocos mensajes para que no me extrañe y mi ausencia no sea tan cruel para ella.
Nunca imaginé que ella, en esos tres años de ausencia, seguía esperándome fuera de su local con su disfraz de pollo mientras esperaba ver mi auto azul llegar.
-ya no quiero más- aparte el plato al sentir mi boca amarga.
-ni se por que lo pediste...- me miró enojado Pedro -eso es asqueroso-.
ESTÁS LEYENDO
La Chica del Mustang
RomanceFui un inepto, tonto, idiota, sin cerebro, todo. Puse al amor de mi vida como un monstruo y preferí el dinero. Ella me dio una leccion importante, incluso interponiendo su sueños para realizar los mios. No me sirven de nada si no la tengo a mi lado...