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Domingo en la mañana...

-salió a comer con Valentina- me dijo Pedro por teléfono mientras estaba en casa con Sofia que planeaba que hacer el día de hoy.

A penas eran las nueve de la mañana.

-¿osea que es importante que vaya?- le decía a Pedro como si fuera alguien mas de la constructora que llamaba de urgencia.

-si, vente volando. Están ordenando la comida. Las estoy viendo-.

-voy volando. Queda cerca de aquí-.

Colgué el teléfono y me ponía mis zapatos para correr. Tenía puesta la piyama pero no me importaba. Era un pantalón y una camiseta deportiva.

-¿en realidad es urgencia?- me preguntó Sofia viendo como me ataba los zapatos.

-si cariño...- los ataba muy presuroso -es un problema en una obra. Ya sabes... eso de que falta material y que... además... se cayó un obrero... eso es, se cayó un trabajador y tengo que estar ahí-.

-pero ¿tomará todo el día?-.

-no lo se, quizas si- afirmé.

-es domingo ¿por que estarían trabajando ahora en la obra?-.

Me levanté de la cama y camine rápido a la puerta tomando las llaves del departamento, mi billetera y el teléfono.

-no lo se...- le di un beso en la boca -es lo que debo averiguar. Nos vemos, te amo-.

-si, yo también-.

Abri la puerta y justo se abría el ascensor. Le pedí a un vecino que la detuviera y baje junto con el y su perro pequeño que olía bien.

Llegué a la calle y sali corriendo hacia el restaurante de DiFruits, donde, Pedro me comentó que estaba escondido en la barra viendo a Valentina y Mercedes desayunar en las mesas de afuera del balcón posterior.

Ese restaurante está en el malecón y es a unas diez cuadras de mi casa, debi darme prisa.

Corría como si alguien me persiguiera y llegue en menos de diez minutos. Pedro me vio y me hizo señas para que me acercara.

-¿que hay hermano?- golpee su hombro.

-¿como estas?...- también hizo lo mismo.

-¿donde están?- buscaba en todo el lugar.

-sentadas en la izquierda...- regresé a ver y estaban de espaldas hacia nosotros mirando el parque usando ropa deportiva -llevan media hora ahí, aunque he pedido que atrasen sus pedidos hasta que llegues-.

-¿como las viste?-.

-me gusta hacer ejercicio aquí, asi que salgo a correr siempre a esta hora y las vi entrar...- señaló su ropa deportiva -sabía que debía llamarte-.

-¿trajiste todo?- pregunté mirando sus manos vacias.

-lo cargaba en el auto...- sacó la caja de su bolsillo -sabía que debía tenerlo por cualquier emergencia-.

-gracias...- apreté su hombro -¿ahora que hacemos?-.

-no lo se, pensé que ya habías ideado algo-.

-¿y yo por que?- reclame.

-porque tu eres el de las ideas pues-.

-pero tu debiste pensar en algo más. Tu llegaste antes-.

-yo no se-.

Suspiró y le ordenó al mesero que ya llevara su pedido. Yo las miré directamente y a todo el sitio. No se me ocurría nada.

La Chica del MustangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora