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Ya me harté de escribir de los demás, así que me por el momento me doy un respiro para siquiera revaluar lo que pasa. 

Sé que no te importo, lector. Pero aun así, créeme que te puede gustar el contraste de tus ideas con las mías.

Esto va más loco que una cabra, ¿no lo crees? Te deja huecos, un tanto de preguntas. Apenas se conocen y ya hay conexión innegable. Es algo generalizado porque no sabemos qué tipo de vínculo tenemos entre Adrián y Caliope, el más obvio es el amor o quizás la atracción; pero eso no es lo extraño, sino las condiciones en las que crece. 

Díganme, ¿en qué tipo de mundo hablas con desconocidos, o cuándo estos hacen algo bueno por ti sin saberlo? Adrián solo hizo algo políticamente correcto, no esperaba tener que lidiar con Caliope luego. En nuestras mentes, la amabilidad puede ser recibida de muchas formas, ella lo asoció como algo cautivador y un estimulante para poder dar paso a la conexión.

¿Acaso es innegable? No mucho. El amor solo se activa a partir de ciertos puntos, en este caso es la mirada. El contacto visual fuerte es sinónimo de confianza, además de que tiene el efecto curioso de que si es prolongado se sincroniza el latido del corazón; aunque en razones menos técnicas, esto ayuda a dejar el mundo a un lado solo para fijarte en otro par de ojos. 

Caliope nunca deja de mirarlo, quizá porque le parece fascinante o está siendo obvia en cuanto está enamorada de él. Mientras que Adrián queda cautivado, pero no atrapado dado que su naturaleza no es así.

¿Por qué sonaría como amor algo que ni siquiera tiene pies o cabeza? 

Bueno, esto sonaba como algún fetiche en la cabeza de Adrián. Nada de cosas de hombres, o de bohemios en películas indie. Solo estaban ese par de ojos que lo miraban fijo apenas lo veían venir y luego se escondían por alguna razón secreta.

Ahí estaba ella, en sus sueños. Bastaba con alargar la mano, sentir la pobre desilusión de solo ser un espectador ante una pantalla con increíbles gráficos que proyectaban una escena impecable y querían conmoverlo al llanto con la simpleza de un gesto de cariño: Era su mano en el rostro de Caliope que lo miraba con una alegría triste.

Mierda, estar solo mucho tiempo no te prepara a los momentos de sentimientos genuinos con una persona que está justo en frente de ti. Sin embargo, se le hacía complicado no demostrar nada o quererlo retorcer a verle los pechos. Porque ya en sí era deseable, verla era el deseo mismo, lejos de cualquier otro pensamiento. 

Ella frunció el ceño diciendo que no se hiciera el tonto. La mano de Adrián pasaba de su rostro a su cabello mientras le sonreía somnoliento, era patético pero le gustaba estar ahí en vez de una pesadilla u otra horrible noche de insomnio.

Al momento que se acercó a su cuello a besarla, ella se tumbó bocarriba a su lado dejándolo con un gesto de confusión y risas.

—¿Qué mierda ibas a hacer? —Caliope no estaba iracunda, solo miró al techo como si fuera algo importante que debía ser respondido.

—Fue algo estúpido —se retracta para echarse junto a ella—. Además, no eres real. 

—¿Y tú qué sabes? —ríe un poco como si él fuera un idiota— ¿Puedes diferenciar lo real de un sueño? ¿Y si en verdad estaba entre tus brazos? La idea de eso me hace sonrojar.

—Si esto es real, aún querría besarte —responde con la respiración pesada. Voltea a verla, se ha quedado pasmada—. Creí que te gustaba que fuera directo.

—Intento digerir esto como una broma —debajo de sus manos, las sábanas se retorcían con ansiedad—. Dime que es broma.

Él tal vez tenía sus problemas para abrirse ante las personas, pero Caliope se aterraba. Antes de siquiera tocarla de nuevo, su rostro se contrajo en miedo y se dio la vuelta. La veía respirar agitada, abrazándose a sí misma.

Justo en la apatíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora