Capítulo 13

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“Rito''

El fuerte viento que nos surcaba, amenazaba con volcar la moto hacia un lado pero el peso de dos cuerpos sobre ella conseguía mantenerla en pie. Había sido un largo viaje por las magnificas y clásicas calles de París, aún no se había puesto el sol pero el cielo estaba teñido de una especie de color azul rojizo. Había una muchedumbre de gente en las calles. Y yo, había sobrevivido a la velocidad a la que iba Dylan, —su espalda tuvo que ver mucho en ello— me aferraba a él con fuerza eso me trasmitía confianza y en cierto modo protección y seguridad. Como insistió en que me pusiese el casco, acomodé de mala gana mi cabeza en sus omóplatos.

Ya estábamos en la entrada de un enorme hospital. La moto la dejó en su debido estacionamiento, y ahora cargábamos con los cascos.

—¿Estás lista? —preguntó con una sonrisa sosteniéndome contra su costado.

Enfrente de nosotros estaba la puerta corredera automática que se abría y cerraba con el paso de la gente.

—Lista —afirmé. Aunque la verdad era que estaba algo preocupada, no sabía cómo iba a reaccionar su hermana al verme.

Dylan me agarró de la mano, lo que me proporcionó más seguridad. Fuimos al ascensor, donde no pudo contenerse y me dio incansables besos en la frente hasta que las puertas se abrieron en la cuarta planta. Dylan salió rápidamente como una pluma, aunque no sabía cómo podía sentirse tan ligero, tenía un tremendo cuerpo. Él estaba cómodo con su cuerpo, nunca le había oído quejarse. Ya no me sujetaba la mano, andaba a paso atropellado y de vez en cuando miraba hacia atrás para asegurarse que yo le seguía, me encontraba metros atrás por mis diminutos pasos. Se paró enfrente de una puerta de color azul y espero hasta que llegara yo entonces, la abrió sosteniéndola para que no se cerrase y no apartó la mirada de mí. No miró al interior.

—Te presento a mi hermana —anunció con una sonrisa llena de jolgorio y dada de sí.

Tragué saliva después de mirar a Dylan con nerviosismo desvié la vista al interior y buscaba un rostro parecido al de Dylan, pero no había nadie, las sábanas de la camilla estaban hechas y no había rastro alguno de vida. Me sentí alarmada tanto por él como por mí misma.

—No hay nadie —le avisé un poco afligida.

Ipso facto Dylan miró en el interior y vió que no había nadie. Se quedó taciturno y arrugó la frente. Cuando se dio cuenta de que una enfermera había pasado por detrás de nosotros, la cogió del brazo bruscamente antes de que se alejara más.

—¿Dónde está la chica que estaba aquí? —preguntó muy preocupado, pero a la vez con un tono un poco violento.

La enfermera se sorprendió y cuando recuperó la compostura, apartó inmediatamente el brazo de Dylan del suyo. La piel de la enfermera era muy pálida, incluso más que la mía, y la marca de los dedos de Dylan quedaron tatuados en rojo sobre su piel.

—Se acaba de marchar con su padre y su hermana —informó con su tesitura irritada y siguió caminando.

Dylan sacó su móvil del bolsillo. Marcó un número de teléfono y se puso el móvil en su oreja.

—¿Dónde está Lucy?... ¿Por qué o la lleváis?... Por favor, sé que lo habéis hecho para que vuelva a casa.... ¿Dónde estás?...  ¿No está papá?... Espero que no estés mintiendo… Sal del coche y quédate en el estacionamiento —habló mientras me miraba y se pasaba el dedo por el puente de la nariz. Irritado.

Dylan colgó el teléfono y sin decir ni mu, me agarró de la muñeca, nos dirigimos al estacionamiento con paso violento, arrasando y esquivando a las personas. Se tomó una pausa y redujo el paso cuando llegamos a la entrada del hospital, estaba buscando a alguien en el estacionamiento. Intentaba seguirle la mirada, pero no me fue necesario ya que una rubia esplendida resaltaba del fondo negro del coche, Su hermana mayor apoyada en un 4x4 negro. Ya no debía sentirme avergonzada de respirar, ella tenía más fallos que una Barbie de los chinos. Avanzamos hacia ella esquivando los coches.

Dimensión: Sincronía inversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora