Capítulo 3

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Confundida totalmente

Iba medio sonámbula por el pasillo y a la vez medio tuerta, me paré en la puerta de la habitación de Eloi porque estaba cerrada, di tres fuertes golpes y me imaginé que me había roto los nudillos.

 —¡Eloi despierta! —pude gritar con la garganta taponada.

No me respondió por lo cual decidí entrar para despertarla. Las persianas estaban bajadas y no se veía ninguna sombra viva y huyendo de la luz. Tropecé con algunos zapatos que había dispersados por el suelo, pero tuve estabilidad para no me caerme. Al subir las persianas me di cuenta de que Eloi no estaba en su habitación. Con mi fracaso en aumento, me dirigí al salón en su búsqueda, sobre la encimera de la isla encontré una nota. Era de Eloi y por lo que puede descifrar:

April, he salido a comprar el desayuno, no me llevo las llaves, ahora llamo al timbre y me abres.

Dejé caer la nota de una manera vaga sobre la encimera y respiré profundamente después del bostezo que había desprendido. Fue entonces cuando de repente sonó el timbre y despistada todavía, me dirigí a abrir.

No entendía porque Eloi se había tomado tantas molestias para escribir una nota, tener que buscar un bolígrafo y un folio a primera hora de la mañana, pudiendo simplemente coger las llaves, a no ser que las hubiese perdido, típico en ella, era una pérdida de tiempo.

Abrí la puerta con los ojos cerrados, porque de estampida me vinieron unas ganas impresionantes de volver a bostezar.

—Me tenías preocupada —mascullé estirándome y abriendo más la puerta. Súbitamente escuché una voz masculina y abrí los ojos del espasmo.

—¿Qué? —se rio el chico y se adentró en el vestíbulo.

Ya tenía los ojos abiertos, pero al ver al chico aumenté la abertura hasta que quedaron como platos. Tardé un poco en contestar, tenía que asimilar la humillación por la que acababa de pasar.

—Nada —le aclaré y no pude evitar reírme. Aún me quedaba la de imbécil para superponer la timidez. Cerré la puerta detrás de él e increíblemente volví a bostezar.

Llevaba unas cajas en los brazos y las dejó en la encimera de la isla.

—¿Me estabas esperando? —se insinuó apoyando sus manos detrás de él en la isla.

—No, es que creía que eras Eloi —me dirigí hacia las cajas incomoda por su mirada, pero valiente.

—¿Te esperabas algo mejor?

—Claro, el desayuno —concluí dispuesta a abrir una de las cajas—. ¿Qué es esto? —pregunté mientras él se reía y yo examinaba curiosa las cajas.

Me pregunté cómo había podido dejar entrar a un extraño. Los hoyuelos me tienen loca, y desde que vi el que se formaba en su rostro cuando sonreía, de alguna manera dejé de pensar con claridad.

—Son mis cosas.

—Espera… ¿Tus cosas? —empecé a dudar alzando una ceja. Estaba completamente en blanco.

—Soy tu compañero  de piso —me explicó, aclarándose después la garganta. Nada más decir eso, se dirigió hacia la puerta.

Sin darme cuenta, un flash me revolvió la cabeza, situó las piezas del puzle en su respectivo sitio.

—Perdona, se me había olvidado —me disculpé por mi falta de atención, mientras le seguía a la puerta.

—No te preocupes, eso suele pasar por las mañanas —me miró a los ojos con una leve sonrisa y continuó hablando—. ¿Podrías abrir? Has cerrado la puerta a mi maleta.

Dimensión: Sincronía inversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora