Capítulo 17

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“Chispas brillantes”

Agarré unos leggins negros, un top blanco, unas deportivas Nike rosas con la suela azul y unos calcetines cortos. Me hice un moño desordenado con una goma, llené una botella de agua, me puse los auriculares y salí trotando por las escaleras.

Iba corriendo, manteniendo un ritmo constante aunque de vez en cuando me permitía un cambio de velocidad para adelantar a todas aquellas personas que iban con prisas, deseando llegar a sus casas después de un largo día de trabajo. Iba silbando “Don’t Worry Be Happy’’, como dice la canción, no te preocupes sé feliz. La verdad, lo necesitaba, la música, yo y mis pasos firmes.

Entré en el parque donde estuve con Dylan el día ese que interrumpimos el rito. Era por la tarde y tenía planeado hacer un recorrido de media hora y volver a casa justo al atardecer. Al principio estaba un poco preocupada por la fría corriente de aire que me amenazaba, pero rápidamente mi cuerpo entró en calor. Atravesaba un camino rodeado de hermosos árboles de copa alta. Coníferas, bosque templado, recordé la noche con Dylan rodeados por esos árboles altos, esa neblina indicio de los últimos días de otoño y principio del invierno. Las últimas hojas secas, marchitas con colores anaranjados marrones y ocres iluminaban todo el parque, ligeras corrientes de viento recogían las hojas en pequeños montones.

No paré de correr hasta que algo dentro de mí me alteró. Tenía la sensación de que alguien me seguía. Reduje mi paso, miré hacia atrás y un ligero movimiento detrás de un árbol de tronco grueso hizo despertar al completo toda mi atención. Al principio creí que era una ardilla recolectando las últimas bellotas para el invierno pero recapacité, una ardilla no haría un movimiento tan bruco como para que yo fuese lo suficientemente capaz de escucharlo. Intenté mantenerme serena, ahí no había nada. Abrí mi botella de agua y tragué pequeños sorbos, mientras miraba a mí alrededor y me concienciaba de que estaba fuera de peligro. Cerré la botella, la guardé en una especie de mochila que colgaba de mi cintura y al alzar la vista para seguir mi camino, la voz de mi perteneciente me alteró.

—¡Corre! ¡Ahora! ¡Rápido! —gritó su eco retumbando en alguna parte de mi mente.

Miré hacia todos lados intentando encontrarla, intentando saber de dónde procedía esa voz. Me negaba a que estuviese dentro de mí. Pero buscándola a ella,  vi a Aaron salir de detrás del árbol, era él el que me seguía. Abrí tanto los ojos, que pude ver con todo detalle como cada uno de sus músculos botar con cada fuerte paso que daba. Avanzaba hacia mí.  Desesperadamente agilicé el paso y salí corriendo sin apartar la mirada de él.

—¡April!

Miré hacia adelante, no me di cuenta pero inesperadamente él estaba ahora delante de mí. ¿Cómo había hecho eso? Estaba detrás de mí y en menos de un segundo delante. No reaccioné a tiempo, no pude frenar y me choqué con él. Me agarró fuertemente de los brazos y me estampó contra su pecho. Empecé a pegarle patadas, intenté apartarle de mí pero no lo logré.

—No intentes huir —susurró apretando su cabeza contra la mía.

Me tenía completamente inmovilizada.

—¡Suéltame! —grité con mucha rabia. Por mucho que intentaba deshacerme de él no lo lograba.

—¿Dónde está?

—¿Él qué? —gruñí con una voz muy irritante.

—No te hagas la tonta, el collar.

Por un segundo mi mente quedó en blanco y mi corazón se paró en seco. ¿Qué collar? ¿El collar? ¿El mío? ¿El que me dio mi madre?

—¡Fuiste tú él que revisó mis cosas el mes pasado! —reproché encolerizada hasta el último pelo de la cabeza. Con mi frente di un fuerte golpe en la suya que estaba agachada apretando la mía, era la única parte que no tenía inmóvil.

Dimensión: Sincronía inversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora