Capítulo 18

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“¿Brice?"

* Narración en tercera persona: centrada en el personaje de Dylan *

Dylan no tuvo cuidado, ni pretendió tenerlo a la hora de estacionar, ni siquiera tuvo estoicismo de meter el coche en el garaje.

—Eloi, quédate aquí. No te muevas ahora viene Didi.

Eloi no respondió estaba bastante atolondrada y mareada. Dylan bajó del coche y salió corriendo hacia el portal.

Subió las escaleras de dos en dos a toda prisa. No tenía ni el tiempo ni la paciencia para abrir la puerta con las llaves, entonces de un fuerte golpe de brazo la abrió, dejando ver en su interior, a April.

Un alivio le recorrió la médula espinal al verla sentada en el sofá, con su móvil entre las manos como si estuviese esperando una llamada. April desvió velozmente la mirada hacia él. Al principio le miró espantada y con miedo pero unos segundos después unas lágrimas empezaron a acariciar sus mejillas. Dylan fue directo a abrazarla, la levantó del sofá y la protegió entre sus brazos.

*Narra April*

«¡Dylan! » grité en mi fuero interno haciendo avanzar su nombre por mis venas, directo al corazón. Sentí su abrazo más necesitado y más ansiado que ningún otro. No podía poner obstinación. Los hormigueos que me recorrieron hicieron que mi corazón empezase a latir más rápido. Él me tenía sumisa.

Cuando pasó su mano sobre mi mejilla enviando pequeñas cargas eléctricas por todo mi cuerpo, activó de nuevo ese doloroso momento y rápidamente me aparté al recordar sus labios adheridos a los de Sophie. 

Apreté los labios formando una línea recta, le di la espalda y me sequé las lágrimas que por un momento, solo un por un momento mitigaron todo el dolor.

Pero él sin dudarlo me volvió a abrazar por detrás, entrelazando sus manos y dejándolas caer sobre mi ombligo. Me tenía atrapada.

No quería que jugara de esa manera con mis emociones, ¿por qué se empeñaba en hacer que eso sea más difícil para mí? Dylan no tenía ni idea del efecto que causaba en mí, podía romperme el corazón y volver justo en el instante en que le miro esos ojos chocolate a latir cicatrizando las heridas que aún sangraban, que aún dolían, que aún le necesitaban, como si él, además de ser la enfermedad fuese el ansiado antídoto.

Sin prisas apartó mi pelo con la nariz y se hizo hueco para posar sus labios encima de la parte de atrás de mi cuello.  Deslizó aquellos labios sobre mi piel como si fuese una pista de aterrizaje en donde la parada de situaba infinitamente lejos.

Los imperceptibles pelos de mi cuello se me pusieron de punta por volverle a sentir así de cerca como antes. Varios segundos me dejé llevar, de alguna forma cuando él me tocaba conseguía nublar mis pensamientos. En seguida comprendí que estaba cometiendo el mismo error una y otra vez. Caía en sus brazos como un ratón caía en la trampa del queso. Era irresistible, quería comerme el queso y salir ilesa.

Deshice sus manos y avancé unos pasos hacia adelante a la vez que me estremecía y volvía a colocar la manga de mi camiseta en mi hombro. Dylan la había movido de su digno sitio.

Me giré, le miré a los ojos con arrebato y violencia, no quería causarle pena, no quería dejarle claro que después de todo le necesitaba. Tenía que mostrarme dura como era. Mi faceta.

Inmediatamente la palma de mi mano cayó fuertemente sobre la mejilla derecha de Dylan.

No huí como siempre hacia, esa vez me quedé ahí plantada ordenándole con la mirada que apartase sus sucias manos de mí y que se alejase. Esa vez quería que fuese él el que desapareciese de mi vista.

Dimensión: Sincronía inversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora