Capítulo 10

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  • Dedicado a LBrother Exs
                                    

“Noche borrosa”

Dylan no me había dirigido la palabra en todo lo que llevabamos de camino. Estabamos distantes.

Quería romper ese silencio tan amargado, hacerle sonreír, volver a ver su hoyuelo de nuevo y agarrarle de la mano. Pero si estaba así, era porque había pasado algo grave.

Cuando llegamos al piso, se fue directo a su habitación.

Estaba confusa, ¿qué le había podido pasar? Me dolía verle así, tiene que haber sido grave.

Había pensado hacerle algo de cenar, me puse manos a la obra.

Ahora la pregunta del millón era ¿qué le tenía que hacer para cenar? Prácticamente no sé hacer nada. Después de pensármelo un poco, le hice un sándwich, eché Acuarius en un vaso y lo puse todo en una tabla.

Toqué la puerta de su habitación, no contestaba pero decidí entrar, despacio, y de puntillas. Le puse la tabla encima de la mesita de noche.

—Dylan, te he hecho un sándwich —susurré.

No obtuve repuesta, desilusionada salí por la puerta y me dirigí a mi habitación. Me daba miedo entrar, me daba miedo dormir sola, necesitaba a Dylan. Sin encender la luz, me metí corriendo en la cama y dejé la puerta abierta por si tenía que volver a salir corriendo. 

Me tapé con el edredón y cerré los ojos tratando de no pensar en nada, lo que se me hizo difícil. No paraba de pensar en Dylan, necesitaba abrazarle, más por su necesidad que por la mia. No me lo pensé más, salí de la habitación con el edredón enrollado en mi cuerpo y entré a la habitación de Dylan. Me senté en la silla de su escritorio. Al principio me quedé observándole, pero él tenía la cara mirando hacia la pared. Poco a poco los párpados me empezaron a pesar y cerré los ojos.

Al volver a abrirlos, yo estaba en la cama de Dylan y él estaba sentado en la silla. Me estaba mirando con una sonrisa, me senté rápidamente en la cama.

—Buenos días.

Le miré con una sonrisa, mientras me colocaba el pelo.

—Yo, yo, estaba ahí sentada —intenté encontrar una explicación.

—Hubo un intercambio de sitios.

Señalé la mesita de noche  sin apartar la mirada de sus ojos.

—Te he dejado la cena, ahí.

—Y yo el desayuno.

Miré rápidamente la mesita de noche. Estaba la tabla, pero ahora con un vaso de agua y una flor dentro y tostadas untadas de mermelada.

Me ruboricé.

—No tenías por qué hacerlo.

Se levantó y puso la tabla en mi regazo.

—Lo siento por lo de ayer —me dio un beso en la frente.

Después de desayunar, me fui al salón a colocar un poco los muebles, me tumbé en el sofá y encendí la tele. Mi método de elegir el canal era, cerrar los ojos pasar mi dedo índice sobre los botones y pulsar uno al azar.  Cuando los volví a abrir, la tele estaba estática,  la apagué y la volví a encender, pero esta vez había unas letras escritas. “Ayúdame fácrop" Pestañee varias veces, pero las letras seguían ahí.

De repente sentí el tacto de alguien en mi hombro, me alteré, palidecí abandonando el poco moreno que había adoptado por el sol. Pegué un salto del sofá. Una vez de pie en el suelo me giré y me sentí paliativa, era Dylan. Volví a mirar la tele, pero ya no había nada.

Dimensión: Sincronía inversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora