Capítulo 7

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“Superar la intensidad de un verbo, debería considerarse delito."

Al abrir los ojos esperaba encontrarme algo primoroso y nunca visto antes, digno de una primera cita.  Pero mientras los abría el perfecto paisaje que había creado en mi mente desapareció dando lugar a una siniestra niebla que se apoderaba de mis ojos. Estábamos circundados por enormes árboles de copa alta en medio del bosque.

¿Y si quería algo de mí? Era el típico paisaje al que los secuestradores llevaban a sus víctimas, además no conocía a Dylan demasiado. ¿Me iba a hacer daño? Muchas preguntas se formulaban en mi mente y las respuestas las tenía delante.

—¿Para qué me traes aquí?

—Aquí es dónde te voy a hacer la primera pregunta —dijo sacando ligeramente un papel doblado de su bolsillo que me entregó.

Desdoblé el papel pero me di cuenta de que no había nada escrito.

—No hay nada escrito… —susurré con una voz temblorosa.

—Te dejo elegir a ti la primera pregunta que quieres que te haga —se sentó en la piedra a mi lado.

—Podrías preguntarme... mmm... Ya sé... —le miré a los ojos contenienda—. ¿Si me siento incómoda ahora mismo? Porque sí, lo estoy, y no sé de qué va todo esto —rompí el papel en cachitos y para quedar bien dejé que se los llevase el viento.

Dylan me cogió de la mano ligeramente entre poniendo sus dedos con los míos y de nuevo esa sensación de calor que sentía cuando me tocaba volvía a recorrer cada parte de mi cuerpo, bloqueando mi respiración.

—¿Te sientes incómoda ahora?

Me hizo volver a la realidad y aparté su mano de la mía.

—¿Esto es una broma? —le grité.

Soltó una carcajada que rebotó contra los troncos de los árboles.

—Tienes miedo, lo leo en tus preciosos ojos, sabes que no te voy a hacer nada malo pero aun así estás dudando.

Empecé a aplaudir por sus por fin exactas cavilaciones.

—Wow, estás en lo cierto.

—Deberíamos practicar eso de la confianza. Súbete a mi espalda —ordenó y me miró como si eso todavía iba a continuar.

—Primero dime a dónde vamos —exigí cruzándome de brazos.

—Sorpresa —me recordó y me indicó que me subiera a su espalda.

—¿Cómo pretendes que no tenga miedo con tanto misterio y en este bosque en plena noche? —pregunté resentida y acabé subiéndome en su espalda.

—Porque estás conmigo —dijo como hombre que es.

Estuvimos subiendo cuesta arriba durante largos minutos. Yo estaba acurrucada en su espalda abrazándole fuerte para esfumar el miedo que tenía a caerme. De estampida un frío congeló mi cerebro, había subido por mis pies desnudos.

Dylan detuvo el paso y me acercó hacia el tronco de un árbol dónde había una nota colgando de un clavo.

—Segunda pregunta de la cita. Arráncala y léela en alto —ordenó con su voz más seductora.

Acaté las órdenes al pie de la letra. —¿Qué comida es tu favorita? —leí sin aguantar la risa, saqué mi lado más coqueto y le empecé a dar golpecitos en la espalda con el puño cerrado—. De momento las crepes que preparas encabezan la lista.

—Sin duda esos años de chef sirvieron para ganarme ese puesto —completó poniendo sus brazos debajo de mis nalgas para que yo no cayera hacia abajo.

Dimensión: Sincronía inversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora