Capítulo 15

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“Ella"

 Estábamos en la entrada del portal cuando Dylan me soltó repentinamente de la mano.

—Ahora vengo. No te muevas de aquí —dijo dedicándome una leve sonrisa mientras desparecía por la esquina que bordeaba la calle.

Me quedé cavilando y sin ser consciente me dejé caer sobre los peldaños de escalera. Junté mis piernas y perdí la mirada en el horizonte. Veía los coches y la gente pasar delante de mí, pero con un tono más borroso. Mi mente tenía toda la atención puesta y enfocada, sobre una mujer que me observaba desde hacía un buen rato desde el otro lado de la calle. Su rostro se me hacía tan conocido, pero no sabía el por qué. Era pelirroja. Me miraba de pie, como si estuviese dispuesta a cruzar para dirigirse hacia mí sin embargo algo me tapó la vista, un coche negro se puso entre nosotras.

Sacudí un poco la cabeza para despejarme, el coche que tenía delante era un Bentley, a pesar de ser negro tenía un brillo relucientemente cegador. Había frenado en frente de mí pero no le di mucha importancia. Se quedó ahí estacionado.

Segundos después un pitido hizo que mirase hacia los lados y hacia atrás, para ver a quién se dirigía, no había nadie. Cuando volví la vista la ventanilla empezó a bajarse, apareciendo en el asiento del conductor Dylan al volante.

Abrí los ojos como platos, impresionante, no sabía que Dylan conducía coche y menos un Bentley, uno de los coches más lujosos. ¿De dónde había sacado ese coche?

Le envié una sonrisa tonta al verle con esas gafas de sol más oscuras que sus ojos. Me levanté poco a poco extendiéndome el vestido hacia abajo. Dylan bajó del coche y me abrió ligeramente la puerta del copiloto. Un buen gesto por su parte. Cerró la puerta detrás de mí y rodeó el choque rozando el capó con las yemas de los dedos.

Me puse el cinturón a la atenta mirada de Dylan.

—¿Qué pasa? —pregunté dedicándole una mirada mientras me abrochaba el cinturón.

—No pasa nada —contestó riéndose entre dientes, mientas cambiaba de marcha y pisaba el freno,  a la vez que encendía la radio.

Le fulminé con la mirada aunque no lo notó la había perdido en la carretera. Abrió la ventanilla del coche que estaba a su lado y puso una canción con mucho ritmo. Sacó la mano por la ventanilla y empezó a dar golpecitos en la parte de fuera.

La canción tenía mucho ritmo, un poco estilo de rock, aunque se acercaba más a la electrónica, combinada con una sensual voz y una bonita letra.

—¿Te han dedicado alguna vez una canción? —me preguntó sin apartar la mirada de la carretera, que por cierto, estábamos entrando en un túnel. Las luces pasaban, los rayos de sol eran sustituidos por unas luces blancas que iluminaban toda una carretera de asfalto.

—Sí —dije sin dejar de apartar la mirada de su perfil tan perfecto, nariz recta, el pelo le acariciaba irresistiblemente la frente. Hoy no se había puesto su famoso tupé desordenado. Y esos labios carnosos y perfilados me instaban a besarle. Tenía que contenerme.

—¿Cuál? —me miró de reojo con una sonrisa.

—La de mi cumpleaños —respondí sin ser consciente.

Dylan empezó a reírse tanto que sin darme cuenta yo también empecé a reírme. Mi risa delfín volvió al ataque. Me reía pero no por mi comentario, sino porque su risa hacía que las mariposas que había en mi estómago de repente extendieran las alas todas a la vez revoloteando en mi interior.

Sin darnos cuenta, después de las risas quedamos en un silencio repentino.

Dylan pulsó unos cuantos botones de la radio y volvió a poner sus manos en el volante.

Dimensión: Sincronía inversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora