Capítulo 1 ➳ Primer día de clases.

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Maestra.Javier Mascherano

Capítulo 1
"Primer día de clases"

Desperté de mi profundo sueño algo alborotado. Hoy sería un día largo, el hecho de que Fernanda esté en casa de sus padres complica mucho las cosas.

Me apure lo más posible en cambiar a Bruno y preparar el desayuno, mínimamente debía llegar puntual al primer día de clases de mis hijas. Lola empezaba quinto grado mientras que Alma cuarto. Por suerte para mí, ambas se prepararon rápido, probablemente por la emoción de ser "el primer día", de conocer y reencontrarse con sus compañeros, la emoción de tener una nueva maestra.

No había mucho tránsito así que llegamos puntual. Demasiado temprano, en realidad.

— No tenés termino medio vos, eh! — dijo Lionel riendo mientras se acercaba a saludarnos — o muy tarde o muy temprano, nunca puntual.

— Pensé que habrían más autos en la calle, me cabio nuevamente.

— ¿Y Fer?

— En casa del papá, esta con problemas de salud y se quedó para ayudarlo. — expliqué mientras besaba los cachetes de los pequeños hijos de mi amigo — ¿Y Anto?

— Peleando en la puerta.

Ambos reímos.

— ¿Por qué?

— El mail decía un horario y ahora supuestamente es otro. Tenemos que esperar una hora todavía.

— Que cagada, igual estoy casi seguro que ese mail te llegó a vos y te equivocaste el horario.

— Puede ser — sonrió — pero no le digas a Anto porque me castra.

— Tus deseos son ordenes.

— Papi, ya están entrando.

Esa era Lola, siendo más responsable que todos.

Nos despedimos de la familia Messi y nos dirigimos hacía el aula, donde como en todos los años, darían una aburrida charla sobre los futuros proyectos a realizarse. No, mis hijas no comparten curso, pero sí maestras. Tienen una de matemática y otra de literatura, las cuales se dividen los horarios entre ambos grados.

— Soy Mariela Wells, profesora de literatura de 4° y 5° grado — comenzó a presentarse la hermosa mujer, parada frente al pizarrón con una gran sonrisa en sus labios. Probablemente si Fernanda estaría acá conmigo y pudiera leer mis pensamientos hubiera perdido mi miembro. — No voy a ser de las típicas maestras que los retienen una hora explicando cosas poco interesantes. — no me molestaría que fuera de las típicas maestras, raramente no lo haría. — Tengo dos proyectos educativos para este año, mi idea es leer muchas novelas y hacer trabajos sobre las mismas, esto acompañado de videos y obras de teatro que ellos mismos van a interpretar. Por otro lado, me gustaría que estas obras se representen en distintos colegios y teatros, sería lindo que vivan la experiencia, además de que los ayudaría a perder la vergüenza y ganar confianza en ellos mismos.

Eso fue todo lo que escuché, después me detuve en ver el movimiento de sus labios, sin prestar atención a todo lo demás. Me pegué mentalmente.

Para cuando se despidió, dejando entrar a la profesora de matemática, volvió a sonreír de manera hermosa.

La siguiente profesora no tenía ni un mínimo parecido con Mariela, era más bien una señora mayor, con cara de pocos amigos. Prácticamente, de ningún amigo.

No tuve más remedio que escucharla y aburrirme, ella si dio una extensa charla sobre geometría y no sé que mierda más.

Me despedí de mis hijas, y con Bruno en brazos me retire de la primaria para regresar a mi hogar.

Mi teléfono sonó en cuanto crucée la puerta del colegio, era Fernanda. Seguramente quería preguntarme sobre el primer día de clases de nuestras hijas.

— Amor, ¿Cómo está todo por allá?

— Hola amor, todo bien. Acabo de dejar a las nenas en el colegio, ya estamos volviendo con Bruno.

— ¿Qué dijeron las maestras?

— Dieron esas charlas pedorras de lo que van a hacer en el año, cuando busco a las nenas les digo que te llamen así te cuentan bien. — sí, esa fue mi mejor excusa por no haber prestado atención y quedarme observando a Mariela.

— Dale buenísimo. Mandales un beso a los tres, los amo.

— También te amamos, chau.

Colgué el teléfono y seguí mi camino a casa. Bruno no paraba de llorar, era evidente que la falta de Fernanda se notaba muchísimo. Y a pesar de considerarme un buen padre, no tengo ni la más mínima idea de cómo calmar su llanto. Con Lola y Alma había sido más fácil, les hacía cosquillas y paraban de llorar. Si a Bruno le hacía lo mismo, lloraba más fuerte.

Fernanda volvé

Pensé.

No podía con los tres niños yo sólo, no podría ver a esa hermosa mujer maestra de mis hijas todos los días. En este momento, la presencia de mi mujer era de suma importancia.

Maestra. ➳ Javier Mascherano ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora