Capítulo 4 ➳ Papá al rescate.

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Maestra ➳ Javier Mascherano

Capítulo 4
" Papá al rescate "

— Si te dijera que me nombres a una mujer, que no sea Fernanda, con la que tendrías una relación, ¿Quién sería? — preguntó Lionel pasandome el mate. Al fin me llegaba, se la pasaban tomando sólo él y Luis.

— No sé.

— No mientas, alguna mujer tiene que haber... — insistió el uruguayo.

— ¿Por qué debería ser mujer?

— Javi, los tres sabemos que no sos gay, sino ya hubieramos tenido sexo en alguna oportunidad.

Reí ante su comentario.

— Epa Leo, no sabía que te gustaban los penes también — se burló Luis.

— No cambien de tema, estábamos hablando de Javier. Y no, no me gustan los penes.

— ¿Probaste alguna vez? — pregunté con mi auténtica picardía — si sabes que no te gusta es porque ya probaste, ¿No enano?

— ¡No! ¡Estoy con Anto desde que nací prácticamente! Y no te hagas el boludo ¿Con qué mujer estarías que no sea Fernanda?

— No sé — repetí nuevamente. Claro que sabía pero decirlo sería un gran problema, entre las cargadas de mis compañeros y celos de mi mujer mi vida se volvería insoportable. De seguro Leo le contaba a Anto y por ende, ella a Fer.

— Para mi que la maestrita de las nenas lo vuelve loco — explicó Luis. — Hasta la sigue en instagram, y vi varios likes en sus fotos, y fotos viejas encima...

— ¿Estuviste stalkeando a la maestra de tus hijas?

— N-no. Bueno sí, me entró curiosidad, nada raro.

— Claro, y la curiosidad te lleva a darle like a todas sus fotos menos en las que aparece su novio ¿No?

— ¿Tiene novio? Javier sos un rompe-hogares

— ¿Qué? N-no. Estoy bien con Fernanda.

— Podrías tener un amorío sin que ella se entere...

— ¡Luis, que mierda decís! Es la madre de mis hijos, y es una hermosa persona, no se merece eso.

— Bueno, bueno. Propongo una juntada este domingo en mi casa, sin mujeres ni hijos. Sólo nosotros, algunos pibes más y el asado, ¿Les va?

— Es comida, obvio que me va. — respondí sincero con una sonrisa en mis labios.

Mi teléfono sonó, lo tomé con naturalidad hasta que mi cara cambió por completo cuando vi que quien llamaba era la escuela de mis hijas. Supongo que a todos los padres les pasará igual.

— Hola, ¿Qué paso con mis nenas?

— Buen día — rió alguien del otro lado de la línea, me jugaría la vida a qué es Mariela. Ya había escuchado esa risa en el restaurante. — Alma está con dolor de cabeza y me pidió que te llamara, ¿Podrás retirarla?

— S-sí ya voy para allá ¿Tiene fiebre?

— Soy maestra no médica, pero creo que no.

Una estúpida sonrisa se formó nuevamente en mis labios. Justo cuando Luis y Lionel habían dejado de hablar y decidido prestar atención a mi conversación. Mierda de suerte la mía.

— Bueno, gracias Mariela. Ahora voy.

— Podes decirme Mar, Mari o Marie pero por favor, Mariela no.

— Bueno Marie. — sonreí y corte, quedándome un par de segundos observando la pantalla de celular como si una foto de ella vaya a aparecer ahí.

— Con qué se llama Mariela...

— No jodan. Nos vemos el domingo.

— Y le decís Marie... cuanta confianza, pelado.

— Ella me dijo que le diga así.

Comencé a caminar hacia a la salida.

— No se metan en mi vida, estúpidos. — dije molesto cerrando con fuerza la puerta de la casa de Lionel.

Para cuando me abrieron la puerta del colegio mi cabeza ya pensaba cualquier cosa. Incluso me imaginé invitando a Mariela a la cena del domingo en casa de Luis, claro qué no lo haría. No correspondería.

Me acompañó un hombre hasta uno de los patios, allí estaban ellas. Mi pequeña y su hermosa maestra.

— ¿Qué pasó, amor?

— Me duele la cabeza papi.

— Bueno, ahora vamos a casa haber si con unos mimos de papá para de doler y si no más tarde vamos al médico ¿Dale?

— Sí papi. Podes esperar un ratito, la seño me estaba leyendo un libro y ya queda poco.

— La seño tiene que estar en clase, amor.

— N-no, no. — se apresuró a contestar — están en educación física, y su hija Lola con la profesora de matemática.

— Bueno, entonces espero.

— Es una obra de teatro, actuenla porfi.

— No voy a hacer el papelón. — advertí.

— Vamos dale, va a ser divertido.

— No. De verdad que soy muy malo para esas cosas.

— Tampoco soy actriz. Ni médica ni actriz, maestra de literatura nada más. — sonrió.

— Está bien. — acepté rogandole a quien sea que no quedé como un boludo delante de ella.

Maestra. ➳ Javier Mascherano ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora