Capítulo 8 ➳ Mensaje.

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Maestra. ➳ Javier Mascherano.

Capítulo 8
" Mensaje "

- Últimamente ya ni me miras Javier. - gritó Fernanda, molesta por no sé qué.

- No sé de que hablas...

- ¡Me corté el pelo y no lo notaste! Vaya a saber en qué mierda estarás pensando...

- ¿Qué insinuas?

- Que tenés otra mina.

Sí. Sólo que la tengo y a la vez no, me vuelve loco pero nunca pasó nada de lo que tu cabeza está pensando.

- Nada que ver - mentí.

- ¿La misma atención que me pones a mi se la das a tus hijos? ¿O al menos con ellos si mostras interés?

Si hay algo que odiaba de Fernanda, lo único en realidad, es que en cada discusión incluía a nuestros hijos, intentando hacerme sentir culpable por cosas que no hice.

- ¡Ay Fernanda no digas pelotudeces! - dije ya bastante cansado de esta discusión sin sentido - ¡Cómo mierda me voy a dar cuenta que te cortaste el pelo, se ve igual! Además, no te metas en mi relación con los nenes, sabes que todo lo que hago es por ellos.

- Tener una amante y lastimar a su madre dudo que sea por ellos.

- No voy a seguir con esto. - tomé la llave de mi auto y cerré la puerta con fuerza. Ella la abrió al instante

- ¿Te vas con tu amante? - gritó.

- Sí - mentí, claro que no tenia una amante, sólo no la soportaba más.

Fernanda cerró la puerta con bronca, "la vas a hacer giratoria" habría dicho mi madre si la hubiese visto.

Me dirigí a la casa de Lionel. Sí, prácticamente vivo allí. Debo estar más tiempo en su casa que en la mía, Antonella tiene 4 hijos: Thiago, Mateo, el que viene en camino y yo.

Para cuando llegué estaban terminando de merendar, junto a la familia Messi se encontraban Luis, Gerard y Andrés. Tranquilamente podría haberme enojado por no ser invitado pero tampoco iba a estar enojado con todo el mundo, con Fernanda ya era suficiente.

- ¿Qué onda pelado? - preguntó Gerard con ojos picaros, guiñándome un ojo.

Los niños y Anto ya se habían retirado del lugar.

- Como el orto, ¿ustedes?

- ¿Problemas en el paraíso?

- ¿Paraíso? Mi casa hace un tiempo ya dejó de serlo - admiti.

- Desde que tus nenas tienen como maestra a Mariela, no?

- ¿Q-qué?

Lionel de mierda, siempre sabe todo aunque no se lo diga.

- Como perreaste con esa rubia - me cargó Andrés.

- Ah son unos tarados... - reí nervioso.

- Hasta la defendió, más tierno el jefecito - esta vez fue Luis quien comenzó a burlarse de mí.

- Era lo que tenía que hacer, su novio es un pelotudo.

- Esos celos...

- No son celos, el chabon en un pelotudo.

- Es mi amigo, baja un cambio - dijo Luis, ahora serio.

- Que sea tú amigo no cambia que sea un pelotudo. La empezó a humillar como un idiota, se merecía una buena piña.

- Tranquilo jefe, tu chica está a salvo.

- Uy basta, sólo estoy contándoles.

- ¿Y Fer? ¿Ya sabe que es cornuda?

- Fernada no es cornuda ¡como están todos con eso eh!

- Pero lo va a ser si vos seguís así de embobado por la maestra de tus hijas.

- No estoy embobado.

- No mientas, además esta re buena, es lógico que lo estés.

Si no fuera porque intentaba demostrar lo contrario hubiera metido una trompada en el medio de la nariz de Gerard.

Recibí un mensaje que llamó mi atención "número desconocido"

»Soy Mariela, ¿Cómo estás? Me gustaría saber si querías ir a cenar hoy por la noche, en forma de agradecimiento por todo lo que hiciste por mí«

En ese momento las palabras de mis amigos se hicieron más presentes todavía, era cierto que no sería capaz de lastimar a Fer, pero también era verdad que cuando estaba con la hermosa maestra de mis hijas perdía el control.

De todos modos, no pude negarme y acepté. De inmediato salí de la casa de Lionel y me dirigí en busca de una sorpresa para Mariela. Además, debía lucir impecable para esta noche.

- ¿Dónde estuviste? - fue lo primero que oí al llegar, con un tono de desconfianza por parte de mi mujer. Sus ojos llorosos me indicaban que estaba triste, aunque de seguro no me lo admitiría.

- En casa de Leo. - suspire - No me gusta discutir con vos, de verdad que no tengo una amante, yo te amo.

- Te creo, perdón. Últimamente me siento sola hasta cuando estamos juntos.

- No estás sola, somos una familia. - me acerqué para depositar un beso en sus labios y abrazarla con fuerza, sabía que lo necesitaba.

- Podríamos salir esta noche, no?

- Tengo planes. - ¿y ahora qué mierda inventaba? - estoy con todo eso del contrato con club, ya sabes, tengo que ir si o si.

- Está bien. - aceptó con una sonrisa. Sabía que no me creía, soy malísimo mintiendo.

Maestra. ➳ Javier Mascherano ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora