Capítulo IV: EL SEMENTAL

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Danna estaba lista, no sabía si debía tumbarse boca arriba o boca abajo. No dejaba de dar vueltas. Tras mucho pensarlo, se puso en bikini y verificó mil veces tener sus partes íntimas bien limpias y depiladas.

-Señorita Danna, ¿esta usted lista? - Decía el masajista desde el otro lado de la puerta.

-Uhmmm sí, pase pase, está abierto. -Un nerviosismo extraño y placentero se apoderó de ella al escuchar la voz.

-Buenas tardes señorita, mi nombre es...

-Si es posible no me lo diga. Le llamaré... SEMENTAL -interrumpió Danna-. A fin de cuentas lo que pase aquí, aquí se quedará y solo pasará una vez así que comencemos.

-Disculpe la observación pero, ¿está usted segura? Sepa que en cualquier momento que se sienta incomoda podemos parar con el masaje.

-Pero, ¿qué pasa aquí? No es la primera vez que hago esto. Además, estoy pagando por ello, ¿qué os hace pensar soy una niñita virgen?

-No se enfade, simplemente que usted no parece..

-Por favor, límitese a hacer su trabajo y si es posible en silencio. Estoy de vacaciones y necesito esto.

-Como mande, señorita Danna.

Empezó a sonar la música suave, parecía relajante pero pícara a la vez. Observó al masajista, ni siquiera se había parado a mirarle mientras preparaba sus cremas y cosas a tener a mano.

El alto, de cuerpo atlético. Era muy moreno, casi dorado. Estaba bien depilado excepto por una fina línea que descendía desde el ombligo hasta donde perdía su nombre. Tenía los ojos azules y media melena recogida en una coleta corta. Tenía brazos fuertes, y se le marcaban las venas en ellos y  unas manos grandes y de aspecto suave. La cintura tenía una forma de V bien marcada. Llevaba unos pantalones cortos por la rodilla, y nada por arriba. El resto lo dejaba a la imaginación.

- Bien, comencemos. - dijo interrumpiendo los pensamientos de Danna.

Comenzó por los pies, se puso una buena cantidad de aceite y ascendió poco a poco. Se tomaba su tiempo para masajear bien cada zona. Cuando estaba ya por los muslos y subía sus manos más lentamente sentía como Danna se tensaba hasta que él volvía a bajar las manos. Pasó las manos muy suavemente, casi de pasada por los glúteos, hasta llegar a la cintura. Y volvía la tensión en Danna. Masajeó la cintura conscientemente, con mucha técnica pero relajadamente, manteniendo la presión adecuada. Dirigió sus manos a la espalda, y luego al cuello. Volvió a la espalda y desabrochó el bikini. Y de nuevo la tensión en Danna.

-Señorita la recuerdo que en cualquier momento podemos parar, si lo desea.

-Continúe. - dijo secamente.

Terminó de desatar el bikini, y se alejó un momento para coger otro tipo de aceite, mientras pasaba la pista de música. Le volvió a pasar las manos por los muslos, pero esta vez le retiró toalla.

-Por favor dese la vuelta.

Tras unos segundos de duda, Danna accedió, sujetándose las cuerdas del bikini. El masajista los retiro sin miramientos y comenzó a masajearle los pechos. Si Danna quería el servicio, se lo daría. Comenzó haciendo círculos con la palma de la mano sobre los pechos, y luego se centró en los pezones, apretándolos poco a poco, pellizcándolos. El cuerpo de Danna se volvió a tensar, pero esta vez de una manera diferente, el vio como apretaba y juntaba las piernas.

-Eso es bueno... Muy bueno. - pensó el semental para sí mismo.

Bajó las manos por el ombligo, siguió su camino hasta su monte de Venus hasta que Dan le interrumpió.

-Pare, por favor.

-Disculpe ¿he hecho algo mal? ¿Algo que la incomodara?

-No ha hecho nada mal, simplemente, ya estoy relajada, al menos lo suficiente. No se preocupe, le pagaré lo acordado por sus servicios, y no diga nada a sus superiores.

-Pero...

-Muchas gracias, retírese.

Recogiendo sus cosas en silencio, el semental paró la música y se marchó dejando a Dan poniéndose el albornoz.

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