Capítulo XVII: FIN DE LAS VACACIONES

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-Esto no puede ser cierto. Esto no puede estar pasando. Ábreme la puerta James.

-Te hablo en serio cuando digo que no lo hago a propósito. Si quisiera estar contigo a solas, no necesito excusas, ya he tenido ocasiones.

-En 1h debo estar en el aeropuerto o perderé el vuelo. Haz algo, mueve tus influencias. Usa tu nombre ahora HASTINGS...

-No te preocupes, para eso está este botoncito con forma de campanita que ves aquí. ¿Lo ves? - Sonrió irónicamente.

Pulsó el botoncito, pero no pasó nada...

-Esta no es manera de hacer las cosas, James.-dijo lo más calmada posible.

-¿Y te crees que a mí me gusta estar aquí? Tengo mejores cosas que hacer. Mejor relájate y espera a que alguien nos saque de aquí, antes de que se nos acabe el aire.

-Antes de que ¿QUÉ? James no bromees con esas cosas. Mejor me relajo, si solo se puede esperar... ¡Qué pena que sea con tan mala compañía! 

-Eso no es lo que parecía tan solo hace un par de horas. Sé de sobra que tú lo disfrutabas tanto como yo al punto de ponerte la piel de gallina. Sentí cada uno de tus escalofríos, pese a tus ganas de contenerte, te mordías el labio una y otra vez ¿En qué momento se te fue la cabeza? ¿En ningún momento dudaste de tu plan fallido?

-Si falló fue porque así lo quise yo, James. No te regodees. Yo sentí compasión por ti y decidí no hacértelo pasar mal. No soy tan mala ¿vale?

-AJAAA... Así que te importo ¿verdad? En el fondo me quieres y no has podido seguir con esto.

-Yo no he dicho eso, solo he dicho que...

Y no pudo terminar la frase, James se abalanzó sobre ella besándola ferozmente buscando saciar su sed. Se apartó unos segundos para ver la reacción de Dan y al ver su respuesta, supo que obtendría lo que que tanto estuvo ansiando. Danna sonrió ante tal gesto y enroscó sus brazos alrededor de su cuello, incitándolo a seguir. En ese momento no importaba ni lo que hacían, ni donde estaban, ni que había pasado. Solo estaban ellos dos. Dan no se pudo resistir a ese beso, eso la excitó demasiado como para dejarlo pasar. En eso, James se detuvo.

-¿Quieres que pare? No quiero que luego digas que me aproveché de la situación.

-Cállate  y continua Hastings, no lo estropees.-Dijo una Dan jadeante, deseosa y desesperada.

James volvió a acercarse, esta vez más dulcemente, puesto que tenía su aprobación y ambos eran adultos. La hizo girarse cara al espejo del ascensor, mientras mordía el lóbulo de su oreja y la susurraba las mil fantasías que tenía con ella. Con sus manos acercó su cintura a la suya, aumentando así la tensión del momento. 

Dan llevo su mano hacia atrás, buscando el motivo de dicha tensión. Se giró, miró a su semental a la cara y se agachó dejando entrever sus intenciones.

Sin dejar de mirar a James, desabrochó su cinturón primero, seguido de la cremallera después para poder admirar su obra de arte. La unión de sus deseos más impuros. Sin mas dilaciones, se la metió en la boca, mientras James dejaba caer un largo suspiro. La acariciaba el cabello, casi sin poder mantenerse en pie mientras se dejaba llevar. Tenía la garganta seca, la respiración agitada, el pulso acelerado. Tanto tiempo que soñó con tenerla a ella entre sus brazos, tal vez hoy podría ser posible.

-Dan... Por favor no sigas o no aguantaré. Quiero tomarte aquí y ahora Dan, llevo tiempo deseando hacerlo.

-Mmmmm un poquito más, sabes mejor de lo que me esperaba.

-Dan Dan Dan-.Dijo apartándose suavemente. -Si no te apartas no podré terminar la historia como imaginé. Déjame complacerte como te mereces, como siempre he deseado.

Entonces Dan se levantó, y volvió a besarlo con deseo. Con un hambre voraz que tuvo desde la primera vez que le vio. Recordó sus masajes, su olor, sus manos. Y le sintió, sintió sus manos bajo el vestido buscando la entrada a su humedad hasta encontrarla. La estuvo acariciando en el centro de su placer hasta hacerla estallar en un millón de sensaciones. Ella tuvo que agarrarse a las paredes del ascensor para no caerse, tenía temblor en las piernas.

James la volvió a encarar frente al espejo, y en un rápido movimiento, se puso un preservativo, se la apartó la fina ropa interior y la embistió. Una y otra vez la embistió haciéndola jadear y gemir como nunca antes.

La siguió penetrando con fuerza hasta que ambos perdieron sus cabezas, la noción del tiempo, la respiración.

MI SEMENTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora