Capítulo VI: UN SEX ON THE BEACH, DOBLE

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Los rayos del sol en la cara, fueron su despertador. Hacía un día estupendo, eran las 9 de la mañana y estaba con ganas de aprovechar el día. Eligió ese hotel, precisamente por su gama de actividades variadas, ya sean dentro del mismo hotel, como programas para la gran ciudad.

Su teléfono comenzó a vibrar, de nuevo eran llamadas de Shay, entre montones de mensajes acumulados. Ella simplemente los ignoró, y pidió el desayuno mientras se daba una ducha rápida.

-Buenos días señorita Danna. -dijo Juan-. Le traigo su desayuno, espero que la guste.

-Buenos días, la verdad es que todo tiene muy buena pinta. Espero poder con ello, por que el día de hoy será muy largo. ¿Puedo volver a confiar en su criterio?

-Eso siempre, señorita, puede confiar en mí. ¿Acaso desea otro masaje?

-No no, solo quiero que me ayude un poco haciendo de guía turística. Aquí hay mucha información de los lugares, y no tengo ni idea de por donde empezar.

-Bien, el autobús turístico parte de aquí a las 12.30h, y hace el tour completo por Las Palmeras. No sé si la gusten los museos, o sea más de playa o de naturaleza, pero los autobuses no hacen todas esas rutas. Para poder ayudarla, deme algo más de información.

-Quiero verlo todo, y puesto que algunas rutas no se hacen con el autobús, por favor si es posible, bájeme un par de mapas y ya veré como lo hago. Soy muy buena para perderme. Estaré en la piscina, necesito un buen chapuzón.

Danna desayunó, se puso el bikini y un vestido blanco ligero, le llegaba hasta las rodillas y era muy cómodo. Lo acompañó con unas sandalias de colores, y un collar también colorido.

Ya en la piscina, se quitó el vestido, se puso en la tumbona y cerró los ojos para relajarse.

-Buenos días, señorita, ¿desea tomar algo?

Danna abrió los ojos de golpe. ¿Era ese su semental? Parecía algo diferente. Pero estaba guapo, muy guapo, pensó. Esta vez vestía un polo blanco impoluto, unos pantalones de lino también blancos, y unas chanclas de tiras marrones. Llevaba el pelo suelto, era un poco ondulado y le tocaba el cuello.

-¿También trabajas aquí? - preguntó Danna.

-Hago varios trabajos en este hotel. Es el hotel de un familiar lejano, y necesito el dinero. Espero que no la moleste, pero puedo llamar a otra persona.

-Tranquilo, no pasa nada, solo quería algo para beber, pero nunca he sido de beber alcohol. Quiero algo con chispa, dulce y pícaro. Y esta vez con alcohol.

-Si no es usted de tomar alcohol, no le gustará algo muy cargado. Pero si puedo recomendarla un buen cocktail. Los preparo yo mismo. ¿Qué tal un 'sex on the beach'?

-Me fío, de su criterio. Sé que sabe hacer muy bien su trabajo. -sonrió ésta pícaramente-. Póngame un sex on the beach, doble.

A los pocos minutos volvió con esa colorida bebida. Rosada con una pajita azul, y una sombrilla en miniatura. Lo acompañó con un plato de aceitunas y pepinillos.

-Vaya, tiene buena pinta. ¿Usted no descansa nunca?

-Si claro, de hecho, hoy es mi día libre, pero nunca vienen mal un par de extras. En 1h terminará mi turno.

-Si le ofrezco otro tipo de extra, ¿podría aceptar? Prometo pagarle lo que pida.

-¿Puedo preguntar de qué se trata, antes de aceptar? - sonrió fingiendo timidez.

-Usted ha dicho que termina en una hora, y yo necesito ayuda para conocer esta gran ciudad. Soy un desastre con los mapas. ¿Qué me dice? Prometo que no volveremos muy tarde.

-Señorita Danna, realmente no necesita pagarme por ese servicio. Yo accedería encantado de acompañarla. ¿Nos vemos en una hora?

-En una hora entonces. Algo me dice que en este viaje, me lo pasaré muy bien. -dijo mientras se ponía las gafas de sol, y daba un buen sorbo a su copa.

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