Capítulo 44. ¿Entrenamiento o cita?

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Óscar no sabía muy bien qué hacer. Acaba de confesarle a Nicky algo que tanto tiempo llevaba remordiéndole la conciencia y no solo no la había perdido, sino que la tenía entre sus brazos abrazándolo. Quizás era el momento de revelarle lo otro, pero era ella estaba tan vulnerable en ese momento y, además, él era su profesor, alguien en quien ella confiaba... No podía aprovecharse así. Si ocurría algo se arrepentiría toda su vida. Quería que fuese ella quien decidiese serena si sentía algo por él o no.

Se apartó apenas unos centímetros y se quedó mirando sus ojos.

—Nicky, de verdad que lo siento. Haría lo que fuese para remediar lo que hice...

Ella medio sonrió. Después de la "pelea" con Nate que Óscar se preocupase tanto por ella la hacía sentir realmente bien.

—Ya te he dicho que no fue tu culpa. Dejemos el tema por favor.

No lo culpaba en absoluto, pero sí que era doloroso para ella seguir hablando de la muerte de su madre.

—Aunque si estás tan decidido a compensarme sí que hay algo que me gustaría que hicieses —le dijo tratando de parecer lo más inocente posible.

—Dime.

—Podrías ayudarme a prepararme para mi conexión —dijo—. Y con mi miedo a morir ahogada—añadió mientras se mordía el labio inferior.

Él se quedó hipnotizado mirando su boca. Se moría de ganas de poder besarla y casi sin darse cuenta se vio a sí mismo junto a Nicky frente al lago.

—Nicky, por favor, sé prudente y cuando eso dime para que pare —le rogó.

Ella sonrió, en verdad era el único con el que se sentía medio segura cerca de ese sitio. Se quedó mirando el lago, la luz del sol se reflejaba en él provocando un brillo intenso en las aguas cristalinas. El lugar era verdaderamente hermoso si no contaba el terror que le causaba.

Óscar cerró los ojos, su conexión comenzó a brillar y en pocos segundos emergió un inmenso kraken. Nicole no pudo evitar dar un paso atrás. Era cierto que lo esperaba, pero la criatura no pasaba desapercibida. Con su enorme ojo rojo conseguía infundir un pavor absoluto en cualquiera.

Él la agarró fuerte de la mano.

—Tranquila —le dijo con una enorme sonrisa—. ¿Quieres acercarte?

Nunca se había aproximado a él conscientemente. O sea, le había salvado la vida varias veces, pero nunca se había arrimado a él sin estar en peligro. Avanzó hasta la orilla junto a él, el agua comenzaba a rozar sus botas.

Estaba emocionada y nerviosa a la vez. Miró a Óscar para tranquilizarse, éste aún sostenía su mano con fuerza.

—Adelante.

Ella dio unos pasos más, pero en cuanto notó que él no avanzaba junto a ella frenó en seco y se giró extrañada. De pronto el kraken golpeó el agua con uno de sus tentáculos y la empapó. El profesor comenzó a reírse a pleno pulmón. Ella echó a correr detrás de él.

—¡Te mato!

—¿De verdad me vas a amenazar con mi kraken aquí? —bromeó mientras seguía riéndose, y entonces el kraken cogió a Nicky con uno de sus tentáculos por la cintura y comenzó a subirla a unos 15 metros de altura.

—Vale, vale, me rindo —respondió ella entre risas.

El kraken la bajó y la dejó delicadamente junto a Óscar. Entre una cosa y otra la joven se había olvidado por completo del lago.

Ella lo miró tratando de parecer seria y se abalanzó encima suya para que acabase tan empapado como ella, pero él no lo vio venir y ambos cayeron al suelo y comenzaron a reír.

Una tos les interrumpió. Ambos miraron hacia arriba y vieron a María.

—Perdón, ¿interrumpo? Estaba buscando a tu hermano, pero no lo encuentro.

Los dos se levantaron de un salto.

—No, tranquila, estábamos entrenando —respondió Nicky.

Sí, claro, entrenando... Ahora lo llamaban así... No iba a meterse en eso porque bastante tenía, además para una que era amable con ella no quería estropearlo.

—¿Quieres unirte? —añadió la joven tratando de ser simpática.

María negó con la cabeza al ver la cara de Óscar. Sin duda no le estaba haciendo ninguna gracia su presencia.

—No gracias. ¿Sabes dónde está tu hermano?

De nuevo con su hermano... No era su niñera...

—¡Nicky! —se escuchó la voz de Nathaniel a lo lejos.

¡Genial! El que faltaba. Óscar resopló. ¿Alguien más los iba a interrumpir?

Conforme el joven se iba acercando su cara iba poniéndose más seria y su ceño comenzaba a fruncirse más y más. ¿Qué hacía con ese tipo? ¿Y por qué estaba empapada? Apretó los puños y trató de tranquilizarse, pero era imposible. Ese imbécil siempre aprovechaba la más mínima oportunidad para quedarse a solas con ella.

Nicky y María miraron a los dos chicos. La cosa no pintaba nada bien.





Domadores  | #1 | (En Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora