—¿Estás bien? —preguntó Nicole sin mucho interés mientras María ayudaba a Bea a ponerse en pie.
—Vámonos —le dijo Beatriz a María con un hilo de voz.
María de quedó desconcertada, pero la siguió. Nicole se metió en su habitación, en realidad poco le importaban esas dos.
—Ella te ha ayudado —comentó María cuando ya se habían alejado lo suficiente—. No entiendo por qué los odias tanto. Los Jaquinot no son como sus amigos.
Y cuando decía los Jaquinot se refería sobre todo a Bruno. Su perfecto Bruno.
—Te dije que te alejases de ellos. No dan más que problemas —respondió Bea de forma seca.
María no estaba de acuerdo, ellos dos parecían majos, quizá algo ariscos y bipolares, pero más majos que los Calonge.
—Creo que ni siquiera te has preocupado por conocerles. Bruno es amable, de hecho hoy...
—¿Bruno? —la interrumpió la Natura—. Eres una ilusa, y te has enamorado de un imbécil.
Hombre, enamorado, enamorado tampoco. Le gustaba sí, pero no lo conocía lo suficiente como para quererlo de verdad. Eso llevaba cierto proceso, ¿no?
—No estoy enamorada, y te repito que no lo conoces.
Bea rodó los ojos cansada y aburrida.
—Te lo explicaré. Nunca serás una de ellos. No importa las ganas ni el empeño que pongas en ello. No te aceptarán. Y, si por un segundo has pensado que él te escogerá antes que a su grupito y su preciosa hermanita —dijo con tono sarcástico—, estás equivocada. Nunca lo hará. Incluso aunque sienta algo por ti, que no lo sentirá, no estará contigo. ¿Sabes por qué? Porque no te considerará lo suficientemente buena para ellos, ¿está claro?
Sus palabras estaban llenas de dolor e ira. Se notaba que algo le había ocurrido. ¿Se habría enamorado de Bruno y eso es lo que le había pasado después? Estaba segura de que ella no soltaría más detalles sobre la historia, pero quizá él sí. Cuando estaba a buenas parecía realmente majo, así que ¿quién sabía? Podía ser que le contase todo.
—No importa lo que te diga. Vas a hacer lo que quieras, pero cuando te des el golpe, y créeme que te lo darás, por favor no vengas a mí llorando, porque te aseguro que yo no te consolaré. Ya te lo he advertido —añadió Bea de forma seca.
María decidió dejar el tema, no quería molestarla más, y menos después de lo que acababa de suceder con Nathaniel.
—Vas a denunciar a Nathaniel frente a la directora, ¿no? —preguntó ingenua.
Bea la miró sorprendida. Se notaba que era nueva e inocente. Ahí las cosas no funcionaban así.
—Por supuesto que no. No quiero que me expulsen.
María la miró confusa.
—¿A ti? ¡Pero si ha sido él! —exclamó sin comprender nada.
—Él es un Domador y yo una Natura, ¿no lo entiendes?
—No —respondió María encogiéndose de hombros.
—Los Domadores son muy valiosos y escasos. ¿No te has fijado que no hay casi en las clases?
María se quedó pensando unos instantes. Era cierto que había muy pocos en comparación de los otros, pero aún así. No era justo que tuviesen un trato privilegiado.
—No perderían a un Domador por una Natura. Los necesitan —sentenció.
¿Que los necesitaban? No entendía eso muy bien. Ese internado cada vez era más curioso.
—¿Para qué?
—Ellos son los únicos capaces de luchar y de defender el internado. Son lo únicos que pueden protegernos a todos —explicó Bea algo apenada—. Bueno hay algunos Aqua, Natura y Ventus que también pueden pelear utilizando su elemento, pero son muy pocos. Uno entre un millón —añadió.
—¿Como el profesor Quemada?
—Exacto. ¡Él logró con su magia conectar con un kraken! Es una inspiración para todos nosotros.
María sonrió, ese profesor era algo borde, y encima parecía que le había cogido manía, pero parecía que era alguien importante dentro del internado, así que lo mejor era darle una segunda oportunidad.
ESTÁS LEYENDO
Domadores | #1 | (En Amazon)
FantasiDesde tiempos inmemoriales, todos los chicos de entre 7 y 18 años con habilidades especiales son llamados a asistir al internado Morsteen, una institución seria y privilegiada que los forma según sus poderes para que sirvan al régimen el día de maña...