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Distraída de la conversación comí de mi cena, esperando que no me hagan partícipe. Cuatro meses llevaba ya con Blake, y por ende cuatro horribles meses cenando tres noches a la semana con su familia. 

—Lía —me llamó mi suegra— ¿Cuándo van a tener hijos?

Agh, ¿por qué insistía tanto en el tema.

—Becca, le repetiré lo mismo que la última cena: tengo veinte años, no tengo planeado parir un hijo en un futuro cercano. 

—Pero si lo tienen ahora, para cuando nazca serás mayor —opinó mi suegro. 

—¡No pienso ser madre ahora! —exclamé frustrada. 

Toda la mesa se quedó en silencio, todos los pares de ojos sobre mí. 

—Bebé, tranquila —me habló Blake tomándome de la mano—. Mamá, Lía tiene razón, somos jóvenes. Ella aún ni ha ido a la universidad.

—Es tu culpa, hijo, tú decidiste quedarte con una chica menor cuando tienes veinticuatro años —le regañó su papá.

—Sí, pensé que eras más listo. Ya deberías haber embarazado a la chica —me rindo, ese fue mi límite. 

Solté bruscamente los servicios en el plato haciendo un ruido desagradable y me puse de pie dispuesta a salir de aquella casa anticuada y desagradable. 

Afuera busqué mi cajetilla en mi bolso y prendí un cigarro intentando bajar mi ansiedad y frío. 

Había empezado ese hábito hace dos meses, cuando conocí a los padres de Blake, que eran las personas más irritantes del planeta. Es que debes quedar embarazada, es que no deberías trabajar, es que Blake te puede mantener. Estaba jodidamente harta de sus comentarios.

¡Mi vientre, mi empleo, mi dinero! 

—¿Qué coño crees que haces? —oí a Blake, me quitó el cigarrillo con fuerza— ¿Qué fue ese numerito allá dentro? 

—¿Ese "numerito"? Fui yo defendiéndome. Estoy harta de tus padres, Blake. No quiero casarme, no quiero ser mamá y definitivamente no quiero seguir cenando con ellos tantas veces a la semana.

—¿No ves lo egoísta que estás siendo? —dijo de pronto— Yo quiero hijos, Lía —suspiré sintiéndome culpable.

—No estoy diciendo que no tendré hijos, pero ahora mismo soy demasiado joven para tenerlos. 

—A veces me gustaría que pensaras también en mí y no controlaras todo en esta relación —le miré cabreada.

—¿Yo soy la egoísta controladora? ¡No me dejas hacer nada tranquila, Blake! —alcé la voz— ¡Quieres saber que hago a cada hora, donde estoy y con quien! Estás jodidamente obsesionado y yo no soy tuya —de un solo movimiento me sujetó de las muñecas.

Solté un quejido de dolor, me estaba apretando con mucha fuerza.

—Repite eso —dijo haciendo más presión en su agarre.

—Blake me duele, suéltame.

—Lo haré cuando digas que me amas y que eres mía —gemí adolorida cuando el agarre se tornó insufrible.

—Si me soltaras...

—¡Dilo, joder! —gritó sobresaltándome.

—¡Te amo, te amo! Suéltame, por favor —supliqué, asintió satisfecho y soltó su agarre.

someone to you; luke hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora