Fiesta de Navidad

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Las fiestas de Navidad son las mejores. Para la familia Pines, son las más importantes y ruidosas.

Luego de una conversación (sin privacidad) en la azotea de la casa, a una temperatura de -4°C, todos quedamos de acuerdo en hablar con nuestros padres. Bill, para pedir permiso de salir conmigo; yo, para hablar de mi noviazgo con Bill y mi gemela, para hablar de su expulsión de la universidad.
Habían dos caminos al hablar con nuestros progenitores, todo salía bien y éramos felices o tendría que usar el rayo borramemoria con mis familiares. De cualquier forma, todo saldría bien (esperaba).

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Una semana luego de la llegada de mi gemela a la casa mi intimidad con Bill, que era escasa, se había vuelto completamente nula. Ni manoseos, besos, abrazos o tomadas de mano. Nada.

–¡Dipper!– gritó Mabel desde su habitación

–¿Qué quieres?– dije al llegar a su puerta

–Ayudame con esto– dijo mostrando un vestido rosa lleno de cortes –Lo usaré durante la cena de navidad pero no lo he terminado y es pasado mañana– comentó mirando el atuendo

–¿Qué quieres que haga?– mala idea preguntar

Con una sonrisa coqueta me halo al interior del cuarto y cinco minutos después tenía aquel vestido puesto. Otra vez era su maniquí humano.
Suspire con pesadez, no era la primera vez que me pasaba eso pero no podía negarle un favor a mi hermana.
Pasaron dos horas y el vestido estaba casi terminado, solo faltaba el dobladillo así que me alivié bastante.

–¿Dipper, Mabel?– escuché a Lirio desde la cocina –Ya volvimos, por cierto William igual vino, espero no te moleste

–¿Dipper?– ahora era la voz de Bill

–¡Estamos en mi cuarto!– gritó Mabel

–Mabel, no– susurré

–Mabel sí – secundó ella con una sonrisa

Un par de minutos después llegó el rubio y su hermano a la habitación. La mirada de Bill al verme era una mezcla entre sorpresa y unas inmensas ganas de estarme comiendo con los ojos. Lentamente sentí un ardiente calor acumularse en mis mejillas, me sentía muy avergonzado y nervioso.
El peliazul tampoco despejaba sus ojos de mí, más con gracia que con sorpresa. Se acercó y poniendo sus labios cerca de mí oído susurró.

–No te queda ese color– se alejó y comenzó a soltar risilla

Mis mejillas se tornaron color tomate mientras sentía como la vergüenza me comía lentamente.

–¿Se ve lindo Bill?– dijo mi hermana

–Hermoso– contentó el rubio –Pero yo haría el dobladillo más alto y le arrancaría la mangas

Y de nuevo sentía la cara arder. Comencé a removerme dentro de la prenda con unas enormes ganas de querer quitármela de enzima.

–Pobre Dipper, parece un tomate– dijo con burla Lirio –Vengan enamorados Cipher, dijeron que me ayudarían a desempacar las compras

Su tono de voz era seco y habló con tanta normalidad que no se dio cuenta de un enorme error en sus palabras; incluso yo lo tomé por alto un momento hasta repetir esa frase en mi mente y oír el apellido "Cipher", comencé a rezar para que Mabel tampoco se hubiera dado cuenta.
Los hermanos salieron del cuarto y cerraron la puerta, solo hasta ese momento mi gemela volvió a hablar.

–¿Dijo Cipher?

Quedé pálido –No, ¿oíste eso?– respondí tratando de parecer confiado

NO ME DEBO ENAMORAR (Billdip)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora