Capítulo 18

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Papá y yo estamos comiendo pollo frito al limón que preparé para el almuerzo. No me atrevo a mirarle a la cara, ni siquiera a sacarle un tema de conversación. ¿Cómo puede dormir por las noches? Bebo un trago de agua y me dispongo a aclarar las cosas de una vez por todas.

-Papá.- Comienzo. Él traga su trozo de pollo y me mira.

-Dime hija.- Cuando alzo la vista para mirarlo, empiezan a escocerme los ojos. No puedo derrumbarme.

-¿Por qué has estado engañándome todos estos años?- Mi padre abre los ojos, sin entender por dónde voy.

-¿A qué te refieres, Selena?- Intento hablar, pero no me salen las palabras.- Dime algo.

-Sé que no soy tu hija.- El vaso que mi padre tenía en la mano se cae al suelo. Me mira sin poder creerse lo que acabo de decir. No articula palabra. Yo lo miro, aguantando mis ganas de llorar y de perder la cabeza.- ¿Qué me dices a eso?- Mis intentos de luchar contra mis lágrimas fracasan.

-Hija yo... yo...

-No puedo creer que esto sea real.- Me levanto de la silla y me dispongo a irme.

-¡Hija espera!

-¡No soy tu hija!- Me arrepiento al instante de lo que he dicho. Pero la ira me quema por dentro. Demasiado dolor. Como el que le acabo de causar a mi padre ahora mismo. Sus lágrimas salen también. Lo siento papá, has hecho todo lo posible para protegerme. Lamentablemente no puedo decirte esto. Oliver se derrumba delante de mí. Cómo me duele verte así, papá. Instintivamente lo abrazo. Aunque las cosas ahora sean diferentes, este hombre ha dado su vida para sacarme adelante y me ha aceptado como su hija. Es la persona que más quiero.- Papá...- Él se aferra a mí, pidiéndome perdón innumerables veces.

-Hija... lo siento mucho. Pero tu madre me pidió que nunca te dijera nada. Yo tampoco quería hacerlo, siempre te quise como mi hija. Y siempre lo haré.- No deja de llorar, al igual que yo.- Espero que algún día me perdones.

-Sé que lo hicisteis por protección. El mundo que hay fuera es más peligroso del que pensábamos. Lo entiendo.- Papá se despega de mí y me mira fijamente.

-¿Sabes....?

-Sí, sé lo que era mamá y lo que posiblemente soy yo.- Él me mira preocupado.- No voy a ser un lobo. Puedo impedirlo y lo voy a hacer. Todo está bien si no mato a nadie.- Papá asiente. Conoce todo el tema.

-Ten mucho cuidado. Tu madre inició su transformación por equivocación. No quiero esa vida para ti.

-Descuida.- Y nuevamente nos abrazamos.- Te quiero.- Me aprieta más fuerte.

Le conté a Klaus todo lo que había pasado. Se preocupó cuando le conté que unos locos querían matarme. Por lo que sé, Klaus tiene enemigos por todo el mundo y una de las razones posibles por las que quisieran matarme fuera por venganza. No vimos otras opciones.

-Está más que comprobado que no puedo dejarte sola.- Dice Klaus dándole un sobro a su vaso de bourbon. Estamos en el patio de su casa, en un sofá rojo bastante grande y antiguo. Yo niego con la cabeza.

-¿No pudiste oler que tengo gen de lobo?- Ahora es él el que niega.

-Es muy poco probable que pueda. Si lo activas, entonces podré.

-Aún no me lo creo.- Doy un gran suspiro.- Toda mi vida ha dado un giro monumental.

-Te entiendo. Me pasó algo parecido hace un milenio.- Arqueo una ceja.

-¿Enserio?- Klaus asiente.

-Ya te contaré la historia completa si quieres. No te vas a aburrir, te lo aseguro.- Sonrío. En ese momento un fuerte dolor en la barriga hace que me retuerza de dolor y caiga al suelo.- ¡Selena!- Klaus se acerca rápidamente a mí.- ¡¿Qué es lo que te pasa!?- No puedo casi moverme del dolor. Aprieto el brazo de Klaus y unas ganas horribles de vomitar aparecen en mí. Cojo un bol que hay en la pequeña mesa y vomito ahí.

-Klaus...- Intento levantarme pero me fallan las piernas. Klaus me coge a tiempo y me acuesta en el sofá.- Creo que he comido algo en mal estado.- Él frunce el ceño.

-No creo que eso sea por algo en mal estado. Llamaré a Freya. Seguro que esos brujos te han hecho algo.

-No Klaus. Estoy bien. Solo ha sido momento.- Me incorporo con dificultad.- No lo he pasado bien que digamos últimamente. Casi no he comido, tal vez no me sentara bien lo poco que comí.- Le sonrío y él se calma.

-No me quedo tranquilo, Selena.- Klaus vuelve a sentarse a mi lado.

-No te preocupes.

Me levanto, después de una rara pero deliciosa noche con Klaus. Él no está. Supongo que se habrá ido temprano a su casa. Me estiro y bostezo. Hace días que no duermo bien, pero hoy lo hice. Zaphiro se sube a la cama y me saluda. Como amo a mi gato. Me dirijo al baño para darme una ducha.

Allí, me pongo a pensar en todo lo que me ha pasado recientemente. Le conté a Sophie y se puso a llorar. Ambas nos pusimos a llorar. Sophie quiere mucho a mi padre. Bueno a Oliver. Y como buena amiga que es, empatiza conmigo demasiado. Mi relación con Oliver ha cambiado. Evitamos hablarnos. Aunque comemos juntos y tal. Él no lo está llevando demasiado bien que digamos. No volví a ver a Kylian ni a Yael, aunque de vez en cuando, mi hermano me manda un mensaje para saber cómo estoy. Sí, me pidió el número para poder tener contacto conmigo. ¿Por qué iba a negárselo? Vi a Stef un par de veces, aunque no le conté nada. Dijo que iba a irse de vacaciones a Mystic Falls. Allí están su hermano, Elena y sus amigos. Supongo que querrá pasar la navidad en familia. No sé nada de Damon y, sinceramente, no quiero saber de él. Y por último está Klaus, quien ha estado conmigo estos días. Tiene miedo de que me vuelva a pasar algo como lo que me pasó o peor. Klaus es el mejor consuelo que tengo ahora mismo.

Salgo de la ducha y justo me suena el móvil. Es un mensaje de Sophie.

"¡FELICIDADES! No te olvides que hoy por la noche hemos quedado en el Vintage. Te quiero."

Pues sí que se me había olvidado que era mi cumpleaños. La verdad es que no tengo ganas de salir pero menos ganas tengo de soportar a Sophie si no voy.

Bajo a la cocina para desayunar algo y me encuentro a mi padre. Ambos nos miramos confusos.

-Buenos días.- Digo. Oliver se sorprende y veo que se le ilumina un poco la cara.

-Buenos días.- Cojo la tostadora y meto dos rodajas de pan. Saco el aceite de oliva y me sirvo zumo de naranja que hice ayer. En ese momento mi padre se acerca a mí con una caja envuelta en papel de regalo.

-Feliz cumpleaños.- Me extiende la mano con el regalo.- Tu madre me pidió que te lo diera cuando cumplieras dieciocho.- Temblorosamente lo cojo y lo abro. Es una cadena de oro con un corazón que se abre. Cuando lo abro, veo una foto de mi madre conmigo cuando era pequeña. La nostalgia se apodera de mí e intento no llorar. Sonrío a mi padre y él me devuelve la sonrisa. Me coloca el collar en el cuello y me abraza.

-Gracias.

-Te quiero mucho. Anda, saca el pan que se te va a quemar.- Yo asiento y le hago caso. Nunca voy a dejar de quererte.

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Oliver en multimedia.

In My BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora