Siempre he sido una persona muy tímida para expresarle mis sentimientos a la persona que me gusta, tiendo a hacerlo tiempo después de haberme despedido de ella, es decir, mucho tiempo después de no haberla visto nunca más, mi historia comienza un sábado 22 de julio, en Paraguaná, yo formaba parte de la "Coral Ciervana" del "Liceo Nacional Dr. Carlos Diez del Ciervo", estoy hablando mucho y quizás ustedes no saben donde está la Península de Paraguaná, para ahorrarles el proceso de usar Google, yo mismo se los diré, esta península está ubicada en Venezuela, mi historia se centra exactamente en la ciudad de Punto Fijo, que vendría estando ubicada en todo el centro de la península, es un lugar poco común para una historia como esta, lo sé, muchos hubiesen desarrollado su historia en Estados Unidos, Francia, Italia o qué sé yo, pero bueno, quería que la charla de sentido de pertinencia que me dieron no hace mucho fuera útil y no hallé mejor forma de darle uso que esta... Lo siento, se me había olvidado que estaba escribiendo una historia y no un libro de geografía y cultura... Ahora sí, como les iba diciendo, formaba parte de la Coral Ciervana, ese día nos tocaba presentarnos a nosotros en lo que sería nuestro acto de graduación, cantar en él, me levanté unos minutos tarde ese día, lo recuerdo muy bien, teníamos que estar a las 8 en punto, ese día, me bañe y vestí casi tan rápido como un relámpago, o como un parpadeo, crucé la autopista para agarrar el transporte público, y lo primero que pasó, fue un carrito por puesto hacia el Centro...
Tomé aquel carrito, el cual me dejaría en el camino, yo iba hacia Caja de Agua, y en la ruta de esos carritos, está ese sitio, teniamos que esperar a la profesora de música al frente del liceo, al bajarme del carrito, comencé a hacer el mismo recorrido que hacia todos los días, de lunes a viernes, desde hace 5 años atrás, les juro una sola cosa, ese día, estuve lleno de melancolía y nostalgia, y el camino hacia el liceo se me hizo mucho más largo, lluvia de recuerdos llegaban a mi mente en ese momento como lluvia de septiembre en Paraguaná, "esta será la ultima vez que haga este recorrido", eso me decía a mí mismo, era inevitable pensarlo, había sido la mejor época de mi vida, mis mejores amigos, todo, todo lo que a mí me gustaba, estaba siempre al terminar el recorrido diario, finalmente me encontraba al frente de la institución y para sorpresa mía, no había nadie, solo militares preparándolo todo para las elecciones.
Después de un largo rato de veinte minutos, quizás, sin ver a nadie, suspire, me levanté de dónde estaba sentado - Esa profesora del coño - dije en tono de queja y con voz baja, pues uno nunca sabe quien puede estar escuchando - nos manda a venir a esta hora y siempre llega tarde, ¡Nojoda! - suspiré nuevamente y tras calmarme un poco comencé a pensar, no sabía como coño e' la madre iba a llegar al Colegio San Francisco Javier, lugar donde era el acto de grado, no sabía que cabrito o que buseta tomar, me habían dicho que tomara dos carritos, pero en mi bolsillo solo me acompañaban 600 Bs., lo suficiente como para pagar uno solo, tampoco tenía dinero para un taxi, tomé la decisión de embarcarme en una travesía para pedirle la cola a uno de mis mejores amigos que vivía, se podría decir que cerca del liceo, como a siete minutos del lugar, caminé y caminé con solo dos cosas en mente, la primera "Voy a llegar tarde al acto de grado" y la segunda "Leo ya se habrá ido a éstas alturas".
Por fin, llegué a casa de Leo, era una casa sin puerta alguna, totalmente cerrada, la única forma de entrar era un portón negro, y la única forma de que te escucharan era gritando por una muy pequeña ventana que había como a un metro de distancia del portón, asomé mi cabeza por aquella ventana y logré observar la puerta abierta, emocionado grité fuertemente - ¡¡LEO, LEO!! - volví a asomar mi cabeza por la ventana y me emocioné mucho más al ver a mi mejor amigo corriendo para abrirme el portón, esa fue la primera vez que me alegré tanto por ver a alguien, sin excepción alguna, al abrir el portón, él se sorprendió al ver que era yo quién llamaba y con tono de sorpresa exclamó - ¡Andrés! - fue tanta su sorpresa que al exclamar mi nombre hizo una pequeña pausa y continuó - ¿Q-qué haces aquí? - preguntó él.
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La Melodía del Amor
RomanceLa Melodía del Amor nos presenta la historia de Andrés Martínez, un joven cantante de 17 años que está a punto de comenzar la universidad, en su paso por la universidad, el destino hará que cruce miradas con Ysabel Dávila, una bailarina que sueña en...