Como es normal el reír, el llorar, el tener hambre, el tener sueño, también era normal el morir. Ellos lo sabían perfectamente, conocían a la muerte, varias veces les había susurrado a sus oídos, pero esta vez fue la peor de sus visitas.
Al principio esperaron varios días a que volviera. no se preocupaban de que no llegara, bueno o mas bien no lo demostraban.
“asi es el", “ya no tarda”, “Es lo normal", fueron sus primeros pensamientos, luego estos se convirtieron en “Tal vez se perdio”, “esta borracho en algún lado”, “a lo mejor se gasto todo en el pashinko”, al final de un mes todos sus pensamientos llevaban la pregunta “¿estara bien?"Con el corazón en mano sus búsquedas en la mañana para buscar al permanente se convirtieron en búsquedas que duraban todo un día, apenas dormían, y se negaban a aceptar las peticiones de Otose de comer. La mujer se preocupaba por los chicos y por el paradero de Gintoki, ¿pero que podía hacer?, se preguntaba mientras aplastaba su según ella, ultimo cigarro.
-¿Hey, no te vas a ir sin pagar verdad?-
Decía la anciana mujer mientras sonreía amargamente. Siempre pensó que ese mocoso iba a estar ahí dando lata, nunca le paso por la mente que se podría ir antes que ella, a nadie. Tenia una gran espalda y un gran peso sobre ella, no era alguien que moriría, ¿verdad?.
Otose tosió por el tabaco del cigarro, al final había agarrado otro, últimamente estaba fumando mas que de costumbre, pero que podía hacer para mantener la compostura?, si no la tenia ella, quien lo haría?. No les podía pedir a Kagura y a Shinpachi que se tranquilizaran, no cuando a quien buscaban era un importante miembro de su familia.
No cuando las únicas palabras que querían oír era un “ya volví", y lo único que querían decir era un “Bienvenido a casa"