Despues de toser consecutivamente Otose había llamado la atención de su empleada Katerine, quíen con un tono de enfado aunque era más preocupación le dijo.
-No entiendo como disfruta ese pedazo de mierda Otose san, el solo verla me asquea-
La mensionada terminó de toser y miró a su empleada de manera cansada, no entendía porque tenia ese afan de recoger gatos callejeros y no podía escoger los mejores, no, como si de un iman se trataba siempre recogía a los mas problematicos, reboltosos y groseros. La llegada de Tama fue como un buen vodka, algo que le hiciera pensar que los callejeros son los mejores.
-¿Tanto te molesta que fume?-
Soltó el humo procedente de su boca, suspiró y exclamó en un tono más alto.
-Tomo un maldito cigarro por cada cana que me sacaron mis estupidos gatos-
Katerine la miró con sorpresa, debido a que pudo apreciar una alegre sonrisa procediente de aquella enojona mujer, estaba preparada a que las unicas sonrisas que vería de ella son las que le regalaba cada vez que hablaba del pasado, cada vez que recordaba a esas personas amadas que ya no estaban con ella.
-¿Cuantas canas le ha sacado esta linda gatita?-
Pregunto Katerine con una expresión que aunque su intensión era verse linda estaba lejos de ello.
-Las deje de contar-
Limpió la colilla del cigarro, y volvío a sonreir de manera triste al ver un tornillo que rodaba por la mesa, lo agarró entre sus yemas y lo observó detenidamente.
-Tama ultimamente me ha sacado más canas, de lás que me había sacado en su estancia-
Exclamó mientras unas gemas querían germinar de sus ojos, pero las detuvo de una manera tan natural que por un momento le hizo preguntarse a Katerine cuantas veces más había hecho aquello.
-Esa tonta de Tama ya se está tardando, tengo que prestarles unas lindas orejas de gatita que encontré para ella-
Katerine continuo hablando de aquellas orejas mientras Otose recordaba el tranquilo rostro de Tama apagado, nunca la había sentido tan humana. El sacrificarse por la humanidad fue algo que hizo de corazón, ese corazón programado tenia latidos que retumbaban en los oidos más que el de muchos "vivos" y esa sonrisa que tenía era una muestra de ello.
-Hoo entonces si a usted le da un cancer por tanto fumar y se muere, yo me puedo quedar con el local y todo será culpa de Tama chan, por hacerla fumar tanto heeee-
Por primera vez Otose ignoró el comentario de su empleada y se quedo apreciando el paisaje por la ventana, paisaje que gracias a sus desastrozos gatos podía ver las veces que quisiera.
-Esta bien Katerine, este será el ultimo cigarro de hoy-
Lo apagó junto con sus preocupaciónes.
