No se habían dicho ninguna palabra esta vez mientras comian, apesar de que existía la posibilidad de que nunca se volvieran a ver, nadie lo mencionó, sabían que ambos eran concientes de aquello.
A Ikumatsu le llamo la atención el silencio de ambos samurais mientras comian, ella sabía que posiblemente no se verían por un tiempo y le extrañó que no cambiaran platos como le habían contado que hicieron antes, no decían nada.
Su comida se acabó, se pararon de manera simultanea, dieron las gracias y pagaron sus alimentos. La mujer suspiró al recibir el dinero del peliplateado, y se despidió con un tenue "hasta la proxima", Gintoki solo sonrió.
Afuera del local, caminaron uno al lado del otro. No había un lugar en especifico al cual ir, solo caminaron hasta toparse con el mar, ya ahí ambos se sentaron en una banca y se dispusieron a fingir que apreciaban el paisaje.
--Hey, Yorozuya
Hijikata había decidido romper el silencio, tenia tantas dudas en la cabeza y no quería dejarlas ahí.
-Dime la verdad....¿el sigue vivo?
Gintoki solo bajo la cabeza y no dijo nada, el pelinegro siguió observandolo esperando respuestas, aunque se encontro con una expresión que no esperaba ver. El jefe de la yorozuya se encontraba mordiendo su labio inferior con los dientes mientras hacía una expresión de dolor, se estaba conteniendo para no llorar. Hijikata lo observó sorprendido para luego suspirar y poner su mano en el plateado cabello y dar suaves palmadas.
--Que estupida cara.
Soltó con una sonrisa mirando al cielo mientras Gintoki sollozaba a su lado, se sentía lamentable por estarle mostrando aquel lado patetico.
Ambos duraron así como por unos 10 minutos, gintoki lloraba mientras Hijikata intercambiaba palmadas en la cabeza con palmadas en la espalda, poco era lo que podía hacer, más significaba mucho para Gintonki en esos momentos.
--Hey, se que no es mucho, pero espero que sepas que apoyo la decisión que tomes--empezó a sentirse avergonzado, pero siguió hablando--sin importar cual sea.
Como una aguja Hijikata sintió la mirada de Gintoki de inmediato, estaba avergonzado por lo que había dicho y la mirada en silencio del samurai no ayudaba. Al ver su sonrojo el burlón del Yorozuya sonrió.
-- solo te falto decír "cariño" en tu oración
El calor subió por el rostro del pelinegro el cual golpeó a Gintoki en la cabeza de manera instantanea.
--¡Maldito!--Gritó en respuesta al golpe-- Si me dolió.
Rapidamente Gintoki puso sus manos en su cabeza mientras se quejaba del dolor, pero no pudo evitar reir por las palabras dulces del pelinegro, su risa fue contagiosa.
Por segunda vez se habían despedido por medio de carcajadas.
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