Capítulo ocho: La mosca de los celos

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A la mañana siguiente se despertaron abrazados, se propiciaron caricias mutuas porque era lo que les apetecía a ambos. Mimarse y quererse sin decir demasiado o en realidad sin decir aquello que podría distanciarles. No hubo espacio para mirar al pasado, el presente era todo lo que tenían e intentaron gozarlo al máximo.

¿Deberíamos levantarnos?― Dijo Tae sin demasiada convicción ― Como quieras, haré lo que te apetezcaEn realidad me quedaría aquí todo el día, pero tengo cosas pendientes y debo trabajar en ellas¿Desayunamos y te llevo?― Tae sonrió ―No necesitas llevarme, pediré un taxi ¿Qué manía tienes con los taxis? He dicho que te llevaré. De verdad quiero hacerlo ― Tae se le arrimó nuevamente y le besó suave. Jungkook se dejó besar, pero Tae empezó a distanciarse poco a poco ―Eres totalmente adictivo, si sigo no me iréNo te vayas― Tae puso cara de tristeza ― De verdad no quiero irme, pero debo― Dicho esto empezó a levantarse y Jungkook le siguió ―Dúchate primero―Tae sabía que la petición de Jungkook tenía que ver con sus propias de ganar de darse una ducha juntos, pero también sabía que si lo hacían no saldrían de ahí. Se dirigió al baño mientras Jungkook empezó a vestirse y a deambular por la habitación poniendo cosas en orden.

El desayuno fue rápido. Zumo de frutas, café, tostadas con mermelada. Mientras comían no paraban de mirarse. Sabían que el tiempo se angostaba y querían robarle recuerdos. Ambos albergaban la extraña sensación de que cada despedida podía ser un adiós y esa sensación les lastimaba profundamente.

Jungkook llevó a Tae hasta su casa. Quería saber dónde vivía, querer aprender el camino. Al llegar Tae se puso algo nervioso cuando vio el coche de Jin aparcado a la entrada. Empezó a pensar en cómo explicar a Jungkook en ese momento algo que debería haberle explicado hace bastante, pero como siempre las cosas se escaparon de su voluntad, porque en el preciso instante en que ellos aparcaban Jin abría la puerta de entrada y se paraba en el umbral. Tae volteó para ver a Jungkook y le vio con el rostro totalmente desencajado, frio, gris. Atinó a decir ― Es Jin, es mi compañero de trabajo ― Jungkook no respondió, en ese momento en lo único que pensaba es que ese tipo estaba en casa de Tae esperándole y que pasaría con él lo que quedaba del día o tal vez del fin de semana y que además era su "compañero de trabajo" ―¡Adiós!― Fue su respuesta. Tae estaba tan nervioso que no atinó a nada que no fuese bajar del coche, pero le miró suplicante antes de cerrar la puerta, Jungkook vio su mirada de reojo y saltó del coche, lo cruzó en dos zancadas hasta donde estaba Tae mirándole descolocado y le asestó un beso en los labios totalmente posesivo ― Eres mío, no lo olvides ―le dijo entre dientes mientras se alejaba y volvía al coche. Desde ahí veía el rostro petrificado de Jin y sonreía para sus adentros. Puso en marcha el coche y lanzó una última ojeada a Tae que le miraba marcharse con ternura.

― ¿Qué ha sido eso?― Preguntó Jin acercándose a Tae, luego que el coche de Jungkook se hubo alejado ― ¿Estaba el señor oscuro marcando su territorio? ―Tae le miró divertido ―Por supuesto que no, solo se despedía ― Jin puso los ojos en blanco ― ¡De...

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¿Qué ha sido eso?― Preguntó Jin acercándose a Tae, luego que el coche de Jungkook se hubo alejado ― ¿Estaba el señor oscuro marcando su territorio? ―Tae le miró divertido ―Por supuesto que no, solo se despedía ― Jin puso los ojos en blanco ― ¡De verdad! ¡Eres más tonto de lo que yo pensaba!― Tae tomó del brazo a Jin y entraron en su casa.

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