CAPÍTULO CINCO: AZUL

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Astrid no podía dejar de pensar en ella, desde el viernes en el que pasaron un par de horas en aquel lugar que siempre fue tan mágico para ella y que ahora tenía una acotación extra al compartirlo con aquella chica de ojos azules y cabello rojizo.

Por eso mismo, toda la semana estuvo buscando alguna oportunidad de volver a pasar tiempo con ella, incluso si no se veían en persona, pues estuvo escribiéndose con ella todos los días, aun no lograba que Azul se abriera en su totalidad con ella, seguía actuando tímidamente cuando se encontraba entre los pasillos de la facultad, el volverse su amiga era una misión que Astrid se estaba tomando muy en serio.

Astrid Universidad: ¿No te gusta el chocolate? ¿Queeeeee?

Un miércoles por la tarde, Azul se encontraba sobre su cama descansando luego de un día pesado en el que trabajó arduamente en sus proyectos finales, mensajeando con aquella chica que poco a poco se estaba convirtiendo en una amiga entrañable para ella.

Azul: ¿Es muy raro?

Astrid Universidad: Pues sí, no había conocido a alguien que no le gustará ¡jamás!

Azul: bueno, eso me hace especial ¿no?

Astrid Universidad: hay muchas cosas que te hacen especial, pero si, puedes agregar eso a la lista.

La sonrisa de Azul se extendió por todo su rostro y el leve color rojo, acompañado de ese calor en el pecho, se hicieron presente, como normalmente pasaba cada vez que Astrid decía ese tipo de comentarios, lo que era muy seguido, pues la morena tenía una habilidad para elogiar a Azul cada vez que la veía o cada vez que hablaban por medio del teléfono.

Siguiéndole el juego se preguntaron lo más básico que uno puede compartir sobre sí mismo, sus colores favoritos, la comida que más les gustaban, algún animal que les recordaba ellas mismas, la película favorita de ambas, etcétera. Cuando hablaban o pasaban tiempo juntas, este solía pasar lento y rápido a la vez, cuando menos se dio cuenta, Azul bajaba por las escaleras hacia el comedor donde un plato se le servía, aún con el teléfono en la mano, pues pasó de no usarlo con frecuencia a estar pegado a él por si Astrid le escribía.

—¿Cómo te fue en la escuela?—preguntó su abuela mientras ambas terminaban de servir la mesa y los hombres de la casa tomaban asiento mientras esperaban a las dos mujeres.

—Bien, ya casi termino mis proyectos.

—¿Y a ti cómo te fue, cariño?—su abuela dejó de verla para fijar su atención en el más pequeño de la casa que comenzó a hablarle de todo lo que hacía en la escuela, con la atención de ambos adultos totalmente en él.

Astrid Universidad: El viernes unos amigos de la carrera harán una fiesta, ¿vamos?

Azul observó de manera distraída el mensaje que le acaba de llegar sin poder evitar un gesto de desagrado, las fiestas no era algo que la emocionará en totalidad. Sintió una mirada sobre ella y al alzar los ojos se encontraron junto a unos marrones que la veían desde hace rato, tomando nota de cada minúsculo movimiento que ella hacía.

—¿Con quién hablas? —mencionó en voz alta, llamando la atención de los dos restantes de la familia. —¿Ya te andas revolcando con alguien?

—¡Cariño!—su abuela exclamó sorprendida ante el comentario, pero de igual forma volteo a mirar a la pelirroja que ya los observaba a ambos con una cara seria, dolida.

—Es una amiga.

—No nacimos ayer, niña. Más te vale no regresar a esta casa si estás por ahí actuando como prostituta.

Aquel viejo exclamó con rabia, enojo y algún sentimiento que ella aún no podía detectar, su abuela la miraba inspeccionando todo su rostro, tratando de encontrarle la verdad.

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