Siempre a tu lado.

CAPÍTULO SEIS: FIESTA

Después de muchas excusas y de mil intentos por zafarse de la fiesta, Azul se encontraba un viernes por la tarde en casa de Hazel, mientras las tres amigas se arreglaban para esa noche, Teo mencionó que pasaría por ellas en cuanto estuvieran listas, aunque ella no veía ese momento llegar, Alai se había cambiado ya tres veces desde que habían llegado.

—¿Quieres que te preste algo de ropa, Azul?—dijo Hazel mientras seguía rebuscando entre su ropa colgada, intentando encontrar el atuendo perfecto.

—No gracias, así estoy bien.

—¿Vas a ir así?—preguntó la rubia volteándola a ver. —No es que no te veas bien, eres hermosa así te pongas un trapo sucio, pero es una fiesta, una universitaria, tienes que ir aún más hermosa.

—Sí, capaz que conoces al amor de tu vida ahí.

—Y estarás vistiendo una playera ancha con un delfín rosado en ella.

Azul miró su atuendo cuando terminaron de decir, en efecto llevaba una playera unas tallas más grande que la que debería de usar realmente, era blanca y tenía el dibujo de un delfín rosa saltando, sus pantalones eran de mezclilla y traía sus tenis blancos. Además de su suéter de siempre, ese colorido que era de su madre.

—¿Tan mal me veo?

—No te ves mal, te ves como tú.

—Sí, hermosa como siempre, solo que hoy te deberías de ver más hermosa.—Alai la obligó a ponerse de pie y buscar entre las cosas descartadas de Hazel, buscando algo que le podría quedar, no sería muy difícil, Azul había adelgazado estos últimos meses, incluso si usaba unas tallas más pequeñas se le seguirán viendo grandes.

—No me pondré vestido.

—Descartado entonces.

Minutos después, las tres se encontraban listas y luego de un mensaje rápido a Teo, los cuatro se encontraban de camino a la fiesta. Alai llevaba un vestido holgado negro, su cabello oscuro estaba sujeto en una coleta suelta y sus tenis negros se aferraban a sus pies. Hazel por su lado llevaba un pantalón entallado blanco y una blusa roja con un sutil escote en la espalda, su cabello rubio estaba suelto y liso. Azul al final decidió hacerles caso a sus amigas y se cambió de ropa, aunque aún conservaba su peculiar estilo, se dejó el pantalón ancho de mezclilla, pero su playera fue descartada y cambiada por una blusa negra con transparencias en la parte del cuello y mangas, su cabello pelirrojo iba sujetado en media coleta, atada con un liston negro.

La fiesta se encontraba un poco a las afueras de la ciudad, en una de las residencias más exclusivas del lugar, cada casa estaba separada de la siguiente por un gran jardín, la casa en cuestión estaba repleta de gente conviviendo en las afueras de la misma, con la música a todo volumen y los jóvenes bebían mientras algunos bailaban y otros simplemente conversaban.

Estar en un lugar repleto que gente un viernes por la noche, no era el plan que Azul solía seguir para sus fines de semana, un día normal en su rutina, a estas horas, sería ver alguna sería que ya había visto, con un té, su cuaderno de dibujo a un lado para cuando se aburriera de ver la pantalla y decidiera solo escuchar la serie.

Pero aquí estaba, en medio de una multitud con sus amigos que se veían entretenidos y divertidos con la música y la bebida que había en el lugar, la música alta no dejaba que pudiera prestarle atención en su totalidad a sus acompañantes, pero se mantuvo ahí en compañía de ellos, fingiendo estar bien, aparentando que disfrutaba del bullicio y de la energía ajena. En algún momento de sus veinte años debió de convertirse en actriz sin darse cuenta, porque ninguno de sus amigos notó su incomodidad.

—¡Hola!

Una voz aguda y fuerte los interrumpió, aunque no pudiera ver a la dueña de esa voz, pudo saber quién era cuando su corazón comenzó a latir instantáneamente, Astrid los saludó uno a uno dejando a Azul al final quien le correspondió el saludo con un ligero abrazo.