¿Cuántas personas se mueren al año porque les cae un coco en la cabeza?

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Louis P.O.V.:

Puto aburrimiento, llevamos todo el día de aquí para allá sin hacer nada.

Entro en nuestro camerino.

Paula y Niall están riéndose como locos. Están sentados en el sofá, él tiene la mano sobre su pecho mientras intenta controlar la risa y ella tiene la cabeza reposada sobre sus piernas y el resto del cuerpo espatarrado en el sofá fruto del ataque de risa.

-Hola parejita  -digo.

-No estamos saliendo –dicen los dos a la vez.

-Y eso prueba que mentís. –en realidad no sé si están saliendo o no, pero me gusta picarles. Los dos se ponen rojos. Sonrío de medio lado.- ¿Sabes algo ya?

-Glashgow. Allí tienen. –dice refiriéndose a los teletransportadores. Decidimos hace unas noches que lo mejor sería que Paula fuese buscando un lugar donde hubiese teletransportador, ya que ya no estamos en Londres, y a partir de ahí comenzar con el plan.

-Esta noche comenzamos con los detalles entonces –digo y ella se incorpora.- Por cierto, ¿y ese ataque de risa?

-¿Cuántas personas se mueren al año porque les cae un coco en la cabeza? –dice Niall.

-¿No te habrá caído un coco a ti en la cabeza?

-¡150! –exclama Paula- ¡INCREIBLE! -grita de nuevo y le vuelve a dar un ataque de risa. Mi cara es un poema, básicamente porque no entiendo nada. Pero acabo descojonándome con ellos.

Estamos casi en el suelo cuando entra Héctor.

-Paula, tenemos que hablar contigo. –Paula corta su risa y sigue a Héctor. Miro a Niall preguntándole sin decir nada qué coño pasa. Por su expresión no tiene ni idea.

Salen de la sala.

-Seguro que no es nada, cosas del espectáculo de hoy. –digo para calmarlo. Él asiente.

Al cabo de media hora Paula entra otra vez en el camerino muy seria.

-¿Qué pasó? –dice Niall preocupado. Ella se sienta a su lado en el sofá, justo dónde antes.

-Tengo que volver al Eneágono.

-¿Qué? ¿Por qué? ¿Cuánto tiempo? –pregunta mi amigo ahora desesperado.

-No lo sé, no tengo respuesta a ninguna de esas preguntas. Pero sé que no es para siempre. No van a perder un negocio como el que les estoy dando así porque sí. –miente. Sabe perfectamente por qué se la llevan.

-No mientas. Dinos la verdad.

-Esa es la verdad.

-No lo es, y lo sabes. –mi móvil suena. Les hago un gesto con la mano como pidiendo disculpas. Me levanto y cojo.

-Diga. –contesto mientras salgo del camerino.

-Louis, es tu madre. –responde el novio de ésta.

-¿Qué le ha pasado?

-Está en el hospital. Se ha desmayado.

-¿Qué? ¿Por qué? ¿Cómo está? –joder mi madre mal y yo lejos de casa.

-Los médicos dicen que no hay por qué preocuparse, que es el cansancio y lo poco que come. Pero quería saber si podrías venir, aunque fuese por unas horas. Te necesita.

-Pásame con ella por favor. –escucho como el teléfono pasa de una mano a otra.

-Hola hijo –musita mi madre.

EneágonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora