04

4.8K 675 206
                                    

El timbre del teléfono le arrancó de su abstracción. Estuvo a punto de no contestar. Finalmente lo hizo con la mano derecha mientras con la izquierda anulaba el volumen del televisor. La familiar voz de YoonGi, su mejor amigo, le hizo volver a la realidad.

—¿Taehyung?

—Ah, hola.

—Venga, suéltalo. ¿Qué tal?

No tenía que habérselo contado, fue un momento de debilidad. Ahora era demasiado tarde, ya le había llamado de todo antes, así que ahora...

—Aún no estoy seguro.

—¿Cómo que no estás seguro?

—Hemos hablado un rato y hemos vuelto a quedar, nada más.

—¿Descríbelo?

—Metro setenta y ocho, muy delgado, entrenado, cabello corto, unos ojos negros profundos y unos labios preciosos, angelical...

—No sigas —lo detuvo YoonGi—. ¿Hablas en serio?

—Sí.

—¿Edad?

—Diecinueve.

—¡Un bombón!

—¿Qué esperabas, que tuviera treinta o cuarenta?

—Pues sí. Su anuncio decía «rehacer la vida». Lo de «rehacer» indica un pasado, una experiencia, mucha historia por detrás.

—Pues ya ves.

—¿Así que vas a seguir?

—Es lo que me estoy planteando.

—Te lo dije: eres un cerdo. Si antes me parecía mal, ahora que se trata de una cría de diecinueve años...

—Eso no cambia nada.

—Tae...

—¿Qué? —le dijo al ver que no seguía.

—¿Me da que te ha gustado?

—Bueno, es precioso, sí, pero...

—Mira que estás vulnerable y que a ti hay cierto tipo de chico casualmente como el que me estás describiendo, que te pone siempre el cerebro del revés...

—Vamos, YoonGi, no estoy tan loco.

—Tú estás loco —le rectificó él—. Lo malo es que tus locuras siempre arrastran a los demás. Recuerda cuando acabé en un calabozo toda una noche por una de tus gracias.

—Vale.

—No, vale no. Eso fue hace ocho años. Ahora ya no somos unos críos. ¿De verdad crees que un reportaje merece esto?

—No va a pasar nada —le aseguró—. Nos hemos dado unos días de margen, volveremos a vernos y entonces cortaré o se lo diré o... ¡joder, no sé!

—Yo sí sé. Vas a echarlo a perder. —La voz de YoonGi sonaba seria y sincera—. Eres el mejor amigo del mundo, pero en cuanto se te mete algo entre ceja y ceja, y más si tiene que ver con el trabajo... entonces eres un cabrón, hombre. Vas a meterte hasta el fondo, ya lo verás.

—Tú estuviste saliendo tres meses con aquella chica que tenía problemas de esclerosis en una mano.

—¡No es lo mismo, por Dios!

—Pero sabías que no ibas a llegar a nada con ella.

—¿Es que piensas llegar a algo? —se horrorizó YoonGi.

—¡No! ¡Y no me líes! ¡Dios, acabo de conocerlo y aún estoy un poco conmocionado! ¡No es lo que me esperaba y sí, es increíble, una preciosidad!

—Dinamita.

—Me estallará a mí, descuida.

—No, en eso te equivocas: le estallará a él. Tú siempre caes de pie ¿recuerdas? ¿Qué te ha contado?

—Nada. Hemos dejado todo lo desagradable para la segunda cita.

—Pero él... ¿está bien o ya...?

—Está bien.

—¿Y tú? ¿Le has gustado?

—Creo que sí.

—¿Lo ves? ¿No ha sospechado nada?

—No.

—Qué hijoputa.

—No te voy a contar nada más, te lo juro.

—Soy el único que te aguanta. Si no me lo cuentas a mí, ¿a quién lo harás?

—A nadie.

Les sobrevino un pequeño silencio. Por el auricular se escucharon sus respiraciones, agitadas ambas. Taehyung vio que en la televisión una muchedumbre corría y gritaba sosteniendo en lo alto el cadáver de un niño cubierto con una sábana blanca sobre unas parihuelas. Todos eran hombres, ninguna mujer. Se daban golpes en el pecho y en la cabeza. Parecían entregados al dolor y haber perdido el control.

—Tae, en serio — YoonGi recuperó la formalidad—, Minho se fue y se acabó. Sal cuanto antes con otro y pásalo bien, pero ni busques sustitutos ni vayas de héroe romántico ni mezcles el trabajo con...

—No lo haré.

—Es que si ese chico... ¿Cómo se llama?

—Jungkook.

—Pues si el tal Jungkook se entrega para tu antojo...

—¿Me crees capaz de ser tan bestia y aprovecharme?

—No es eso, es que encima puedes palmarlo tú.

—Mira, sé de qué va esto. Una cosa es tenerlo y otra desarrollarlo.

—¿Lo ves? ¿A quién estás defendiendo, a él o a ti?

—Mira, no te soporto en plan «hermano mayor» —se cansó Taehyung.

—Yo a ti sí. Y ojalá hubiera salido mal. Me da mala espina, ¿vale? Y por cierto, está entrando Suran. Será mejor que cuelgue porque si no tendré que explicarle de qué va esto.

—Ni se te ocurra.

—Pues por eso mismo. Mañana nos vemos.

—Vale.

Cortaron al unísono. En la televisión seguían hablando de la vida y la muerte en algún país árabe, tal vez Palestina. Niños y piedras. Gritos y odio. Lágrimas y tanques. Había conflictos en muchas partes, en medio mundo y aunque deseaba cubrir alguno, marcharse lejos sobre todo desde lo de Minho, sabía que sus posibilidades eran mínimas. Le faltaba demasiado, tal vez todo y había guerras en muchas otras partes.

Allí mismo. Él andaba metido en una.

Por un puñado de besos | VKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora