Jimin llegó a las once y media de la noche, cansado pero manteniendo su constante sonrisa colgada de los labios. Lo oyó arrastrarse por el breve pasillo, dejar sus cosas en su habitación, visitar el baño y, finalmente, lo vio aparecer por la puerta de la salita. Intercambiaron una rápida mirada antes de que el recién llegado se dejara caer sobre la butaca libre.
—Escupe —le soltó.
Jungkook lo quería y lo admiraba. Su capacidad, su personalidad, su fuerza interior... Con una belleza exótica, no conocía a ningún hombre que no deseara intentarlo con el, solía enloquecerlos. Su energía fluía igual que el agua en una fuente. Y era una energía fresca, liberadora y contagiosa. A veces se preguntaba qué tenían en común, a parte de vivir juntos. Jimin era todo una hombre, de carnes firmes y ya peligrosamente abundantes, lo suficiente entrenado para marcar su musculatura, rostro alargado y fino, ojos brillantes, labios enormes y cabello rojizo bien mantenido.
—Hola, ¿qué tal? —bromeó Jungkook—. ¿Has tenido un buen día? Sí, sí, perfecto. Mira que bien, ¿y tú? Oh, pues, verás...
—Cariño —lo detuvo Jimin—, mira la hora que es, me duelen los pies, no he cenado ni voy a hacerlo porque me da grima meterme en la cocina, vengo de trabajar, nada de montármelo con un tío, y lo único importante de hoy, de ahora mismo, eres tú. Así que venga, suéltalo. ¿Qué tal?
—Interesante.
—¿Interesante? ¿Eso es todo?
—Hemos hablado una hora, superficialmente, solo para conocernos y nada más.
—¿Tiene de verdad la edad que dijo?
—Sí.
—¿Es guapo?
—Sabes que no me importa eso.
—¿Es guapo? —repitió Jimin.
—Diría que sí.
—Dirías que sí. —Hizo un gesto de resignación—. ¿En qué trabaja?
—Ni idea.
—¿No se lo has preguntado?
—No.
—¿Por qué? —alucinó Jimin.
—Porque no quiero correr, ni pensaba someterlo a un tercer grado o que creyera... qué se yo. Hoy nos hemos conocido un poco y nada más. Jimin, cariño, él está como yo.
—Está como tú, pero ha sido él quien ha respondido a tu anuncio, no al revés.
—No tenía aspecto de asesino en serie. Y por supuesto me he asegurado.
—¿Te ha demostrado...?
—Llevaba un certificado médico, sí.
Jimin se mordió el labio inferior. Jungkook sabía que todavía le costaba hablar de ello, emplear la palabra, así que no lo hizo él. Bastante hacía su amigo con seguir a su lado, con no haberlo dejado solo.
Superó el pequeño bajón y continuó con el interrogatorio, igual que una madre preocupada por el bienestar de su hijo a pesar de que Jimin solo tenía dos años más que él.
—Descríbemelo.
Se lo describió, especialmente sus ojos, sus labios, sus manos... Su amigo fue asimilando la información y mientras lo hacía fue alzando las cejas. Al terminar no pudo evitar decir:
—Oye, esto es demasiado bueno, ¿dónde está el truco?
—No hay truco.
—Cariño, lo que me estás describiendo no abunda, a no ser que lo hayas visto con ojos y gafas de color de rosa.
—Me ha parecido bien. Normal. Es todo lo que puedo decirte.
—Así que vas a arriesgarte.
—Al contrario, es mi último hombre, no puedo arriesgarme —le confió Jungkook.
Jimin lo acusó, sostuvo su mirada, apenas un parpadeo. Luego se levantó de su butaca y se acercó a la de su compañero. Este le hizo un hueco y los dos quedaron sentados muy juntos y apretados, con Jimin abrazándolo.
—Ya sabes que tengo miedo —dijo mientras lo acariciaba.
—Lo sé —convino Jungkook—. ¿Crees que yo no?
—Ya hablamos mucho de todo esto cuando me dijiste lo que ibas a hacer, pero ahora...
—No puede ser peor que como estaba antes, deprimido y hundido. Al menos esto me da fuerza para seguir. Por favor...
Jimin le dio un beso en la mejilla y lo estrechó un poco más contra sí. Jungkook se arrebujó en sus brazos.
—Estás loco —dijo Jimin—, pero te admiro.
—No digas eso.
—Tienes más valor del que yo jamás llegaré a tener.
—Míralo desde mi punto de vista. ¿Qué tiene de malo intentar ser feliz? Cada circunstancia te da un tipo de felicidad distinta. Y la mía es esta, aquí y ahora. No puedo aspirar a más. No tengo nada más. Y no quiero vivir solo el resto de mi vida. Para eso prefiero terminar antes.
—Calla, por favor —se estremeció su amigo.
—Mira, cada cual es como es y reacciona como reacciona. Tú no puedes saber qué harías si te hubiera sucedido a ti. Sabes que para mí el amor es lo más importante. Darme, recibir... No quiero renunciar a ello. Las oportunidades se han reducido, eso es todo. No puedo pretender ser como los demás, ni conocer a alguien normal o de forma natural. Pero todavía tengo una vida, una vida por gastar. Por quemar.
Siguieron así, juntos, inmóviles a lo largo de un puñado de segundos que pronto se convirtieron en minutos. Inmóviles como dos estatuas salvo por dos pequeños detalles: la mano de Jimin que seguía acariciando la cabeza y la mejilla de jungkook y las dos lágrimas que silenciosas iban cayendo sobre su corto cabello para hundirse en él sin dejar rastro.
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Por un puñado de besos | VK
FanfictionJungkook y Taehyung han quedado para su primera cita, pero su conversación no es la habitual. Meses atrás los sueños de Jungkook, un hermoso y sensible chico, se quebraron trágicamente, sin embargo, siguió convencido de que el amor era para él una...