Lea había invitado a Lucía a su casa. Ahora mismo se encontraban en su habitación, ambas estaban recostadas en la cama de la castaña, mirando fijamente hacia el techo.
—Son unos tontos— musitó su mejor amiga.
Lea suspiró en respuesta.
—Lea, no deberías hacer caso de la gente estúpida— la castaña seguía sintiéndose mal por lo acontecido en la escuela -, Andrea solo esta celosa de ti.
—Claro.
—Lea...
—¿Sabes algo?— la castaña miró fijamente a su mejor amiga —. ¿Quién estaría celosa de mí? No tengo gracia, soy muy delgada, mi cabello siempre está desordenado, y uso ropa holgada, no tengo nada de especial, así que por favor no digas que esta celosa de mí.
—No me refería a tu aspecto, tienes un don con el pincel. Conviertes una hoja en blanco en algo maravilloso.
—Si, bueno, eso no es suficiente como para que alguien como Andrea haya arruinado todos mis bocetos de la obra. ¿Viste su cara?— Lucía negó —. Se estaba riendo, es de esas personas que disfrutan viendo sufrir a los demás.
Lea recordó cuando llegó en la mañana a su puesto en la obra, recordó sus bocetos garabateados de un rojo sangre, recordó haber buscado al culpable, recordó el rostro de Andrea Solein y sus amigas muertas de risa. Y sintió una gran pena, porque amaba realmente sus creaciones.
—Esa maldita. Mañana voy a encararla— anunció Lucía.
—No, no lo vale, ninguna de ellas vale la pena— habló desde lo más profundo de su corazón Lea y Lucía lo entendió como una acuerdo no verbalizado.
—Veamos un poco de tele— la castaña tomó el control y puso las caricaturas.
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Bree Van de Kamp no podía sacarse la imagen de su joven alumna llorando desconsoladamente en el baño, era cierto que encontraba placer en el dolor ajeno, pero está vez, esta vez se sentía perturbada.
Había algo en Lea que simplemente encontraba atrayente. Quería acercarse a ella, pero aún no era el momento, no después de lo que pasó en el baño, tenía que aguardar. La espera fue un suplicio para la profesora, no fue hasta 2 días después del incidente que se encontraba en el salón corrigiendo unas pruebas cuando la joven se presentó ante ella.
Se veía renovada, más hermosa que antes, llevaba una coleta, que permitía admirar el lunar de su cuello. Se obligó a apartar la vista de Lea, mirarla demasiado podría ser intimidante para la joven.
—Buenos días— musitó la castaña antes de permitirse entrar en el salón de la profesora —, ¿puedo pasar?
Si algo apreciaba Bree Van de Kamp eran los modales.
—Buenos días, Lea— para la sorpresa de la joven la profesora sabía su nombre —. Adelante.
Lea caminó hacia la profesora de manera pausada, no quería apresurar las cosas tampoco sabía con exactitud que iba a decir.
—Gracias— fue lo primero que salió de su boca.
Bree que hasta el momento había concentrado su atención en los exámenes miró a la joven.
—No es nada— musitó para volver a lo suyo. De un momento a otro decidió que no era tan buena idea estar a solas con su profesora. Tenía prisa por marcharse.
A Bree se le daba bien fingir desinterés, pero entes momento estaba tan intrigada por lo que la joven tenía que decirle si es que lo hacía.
—Bueno, me tengo que retirar.
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Secretos Indecorosos ©
Подростковая литератураUna charla amena. Risas retumbando por todo el salón. Todo aquello fue suficiente para que una alumna creyera que las intenciones de la profesora Van de Kamp iban más allá de lo profesional. |~•••~| Prohibida su adaptac...