Lea se encontraba cenando con su familia, el ambiente se había puesto tenso desde la charla con su hermano mayor; Evan. Sus padres parecían vigilarlo más de cerca mientras que a ella la descuidaban más cada día.
—¿Cómo estuvo la escuela hoy?— preguntó Robert, la cabeza de familia.
La menor estuvo apunto de anunciar que el estreno de la obra escolar sería este fin de semana pero su hermano mayor se le adelantó.
—Bien, supongo— contestó Evan, quién jugaban con la comida en su plato.
—¿Tan solo bien? Vamos, debe de haber algo más— insistió, ignorando por completo el mal humor de su hijo.
—¿Qué?, ¿quieres saber si me he peleado de nuevo?— estaba a la defensiva, azotó el tenedor contra el plato.
—No me hables en ese tono— advirtió su padre —. Y si pregunto es porque tengo derecho a saber, yo pago la escuela.
—Bueno, me ha ido simplemente bien. Solo bien, ¿qué más quieres saber?, ¿quieres que invente una historia?
—¿Por qué habrías de inventarla? ¿Fuiste a clases hoy?, ¿verdad?
Lea y su madre miraban la escena expectantes. Nunca antes el joven y su padre se habían hablado así. La menor de la familia sintió que era momento de retirarse, mientras nadie le prestaba atención abandonó la mesa y subió a su habitación, cerrando la puerta.
Se tumbó sobre su cama, pensando en el día de hoy. Se sentía tan... rara. Nunca antes le había pasado algo similar, necesitaba consejo de alguien, pero sabía que no podía contarle a nadie, menos a sus padres que se habían vuelto más volubles a los problemas, ya tenían suficiente con Evan.
Decidió guardarse esto para ella, aunque tuviese ganas de contarlo sabía muy dentro de sí que nadie lo entendería. Miró el reloj, marcaba las 10 PM. Tomó su almohada y se la puso sobre el rostro, no pudo evitar reír. Solo podía contar las horas para ver a Bree.
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La profesora Van de Kamp por primera vez en sus 5 años como educadora no podía contener las ganas de ver a uno de sus alumnos o mejor dicho; una.
Sabía que había hecho grandes avances respecto al tema de la cercanía, no podía ir tan de prisa. Aunque Lea no le hubiese comentado nada, sabía que ella era inexperta. Lo supo cuando sus labios torpemente intentaron seguirle el beso. Por eso y algunos detalles más sabía que lo mejor era tomarse su tiempo para cortejar a la joven.
Se rió de si misma, siempre tuvo la absurda idea de que un hombre apuesto y educado como los de sus novelas sería él que la cortejase, y en cambio ella había tomado ese lugar.
Los arreglos para la obra ya estaba terminados por lo cual tendría clase con su alumna favorita. Se encontraba sentada de manera impaciente en su puesto, de a poco sus alumnos iban llegando. Miró el reloj y la tolerancia había acabado, pero ella aún no había llegado. Se aproximó hacia la puerta y cuando estuvo a punto de cerrarla escuchó unos pasos en el corredor y luego la vio, plantada en el umbral de puerta luchando por respirar, sus mejillas se habían tornado rojizas y por su frente una gota de sudor resbalaba. Esa vista de Lea le provocó a Bree una escena morbosa en su imaginación.
Sonrió de lado al imaginar a su alumna en una situación más íntima, de inmediato endureció sus rasgos, el trato hacia Lea no podía ser diferente, los rumores corrían en un colegio tan pequeño como este y no quería que se prestará a malos entendidos.
—Llega con retraso— informó con severidad la profesora.
—Yo... lo siento, el bus me dej...—trató de explicar la menor.
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Secretos Indecorosos ©
Teen FictionUna charla amena. Risas retumbando por todo el salón. Todo aquello fue suficiente para que una alumna creyera que las intenciones de la profesora Van de Kamp iban más allá de lo profesional. |~•••~| Prohibida su adaptac...